El resplandor azul de las tabletas iluminaba la torre, proyectando sombras que danzaban sobre las paredes mientras Kael y Maelric se acercaban al centro de la sala. Las líneas de energía que conectaban cada símbolo parecían palpitar, formando un mapa vivo de los hilos que sostenían la mente de Aria.
—Debemos ser precisos —dijo Maelric, con voz firme pero serena—. Cada hilo que toques afectará un recuerdo, una emoción, una conexión. Un paso en falso y podríamos agravar su estado.
Kael asintió, extendiendo sus manos hacia las plataformas flotantes. Los hilos reaccionaron, vibrando con fuerza, iluminando cada fragmento de memoria fragmentada de Aria. Fragmentos de su infancia, su entrenamiento, y momentos con Kael y Tharen se entrelazaban con las sombras que Liora había dejado.
—Siento su presencia —murmuró Kael—. Liora está intentando infiltrarse en su mente otra vez.
—No subestimes la astucia de tu enemigo —replicó Maelric—. No solo debemos reconstruir, también debemos proteger.
Mientras tanto, en el mundo real, Selia sostenía los hilos que conectaban a Aria con su cuerpo. Cada pequeño temblor de su amiga generaba vibraciones que recorrían todo su ser. Raven y Tharen estaban a su lado, aún débiles, pero manteniendo un hilo invisible que fortalecía la conexión entre ellos.
—Aria… aguanta —susurró Tharen, apretando la mano de Raven, que sostenía la suya a su vez—. Estamos contigo. No te dejes llevar.
—Ella puede sentirnos —dijo Selia, concentrando su energía—. Cada hilo que sostengo es un recordatorio de que no está sola.
Fragmentos de sueños comenzaron a aparecer: imágenes distorsionadas de Liora sonriendo mientras manipulaba recuerdos de Aria, promesas rotas, instantes de miedo. Su presencia era fría, calculadora, y parecía deslizarse entre los hilos como un hilo negro invisible que buscaba romper la protección.
—¡Ahí está! —exclamó Kael, señalando un hilo negro que se movía entre los recuerdos de Aria—. Liora intenta tomar control.
—Desvía su influencia, fortalece los hilos de su memoria —ordenó Maelric—. Concéntrate en los fragmentos que ella toca. No dejes que se rompan.
Kael respiró hondo y extendió las manos, tocando un hilo que brilló con fuerza dorada. Una corriente de energía recorrió la mente de Aria, estabilizando un recuerdo que estaba a punto de colapsar.
—¡Resiste, Aria! —gritó Kael, mientras el hilo de luz chocaba contra el hilo negro de Liora—. ¡No dejaré que te haga daño!
Eldan permanecía a un lado, observando cada movimiento de Maelric y Kael. Sus ojos brillaban con cálculo y anticipación.
Su control es impresionante… demasiado para un solo hombre. Si logro entenderlo, podré usarlo… pero debo esperar el momento exacto.
Dentro del sueño, Aria sintió un tirón en su mente. Los fragmentos de Liora se materializaron como sombras que susurraban palabras llenas de duda y miedo. Intentaban convencerla de que todo estaba perdido, de que Kael y los demás no podrían salvarla.
—¡No! —exclamó Aria desde lo profundo—. ¡No dejaré que me controlen!
Los hilos de Kael se enredaron con los de Maelric, creando un patrón protector que absorbía los ataques de Liora, mientras cada fragmento de memoria restaurado brillaba con fuerza.
—Casi lo tenemos —dijo Maelric, con los ojos fijos en los hilos—. Solo unos pocos fragmentos más y su conciencia estará completamente protegida.
Selia notó un cambio en la respiración de Aria. Un hilo dorado atravesaba el sueño, y un pequeño suspiro escapó de sus labios, casi imperceptible, pero suficiente para indicar que estaba respondiendo.
—Está funcionando —susurró Selia—. Aria siente nuestra presencia.
Raven y Tharen compartieron una mirada silenciosa, comprendiendo que cada hilo, cada esfuerzo, cada sacrificio contaba para traer de vuelta a su amiga. La tensión se mezclaba con un sentimiento cálido que no necesitaba palabras: la certeza de que lucharían juntos, hasta el final.
En el mundo real, un hilo negro logró filtrarse por un instante, buscando el corazón de Aria. Kael reaccionó al instante, conectando su energía con Maelric y desviando la amenaza.
—¡Cuidado! —gritó Maelric—. No subestimes la audacia de Liora.
Eldan se acercó ligeramente, sus dedos rozando un hilo que vibraba con fuerza.
Si puedo anticipar su siguiente movimiento… puedo crear mi oportunidad.
Por un momento, el sueño de Aria pareció calmarse. Fragmentos de recuerdos reconstruidos brillaban con fuerza, mientras los hilos negros retrocedían hacia las sombras. Pero Liora no desapareció; su risa, distante y fría, aún resonaba, prometiendo que el enfrentamiento aún no había terminado.
—Todavía no hemos ganado —susurró Kael, respirando con dificultad—. Pero estamos cerca.
Lyren observaba con asombro, sus ojos brillando con admiración por la fuerza de Maelric y la determinación de Kael.
—Nunca había visto algo así —dijo—. La combinación de fuerza y precisión… es increíble.
Maelric asintió sin apartar la vista de los hilos.
—El equilibrio está en cada movimiento. Incluso el más pequeño puede inclinar la balanza.
Mientras tanto, fuera del sueño, Raven sostuvo la mano de Tharen, compartiendo un hilo de esperanza y fuerza silenciosa. Selia reforzaba la protección, susurrando palabras de ánimo que cruzaban la conciencia de Aria como un bálsamo.
El capítulo cerró con un hilo dorado que se extendía desde la torre hasta la mente de Aria, brillando con intensidad. Liora había sido contenida por ahora, pero su amenaza permanecía. Eldan observaba, calculando, y Maelric mantenía la precisión absoluta. Kael respiraba hondo, concentrando toda su fuerza en la restauración de los hilos.
El sueño de Aria estaba lejos de terminar, y la batalla por su mente apenas comenzaba.
Continuará…