"Hilos del Destino: Lúmina Bajo el Velo"

Capítulo 45 — La Dirección del Silencio

El pueblo despertó con lentitud. No hubo campanas ni voces que anunciaran el día; solo el sonido apagado de puertas abriéndose y pasos cuidadosos sobre la tierra húmeda. Kael permanecía aún afuera, de pie donde lo había encontrado la mañana, con la mirada fija en el horizonte sin forma.
Thalia no regresó a su lado. No hacía falta. Había dicho lo suficiente.
Maelric salió de la casa con el bastón apoyado firmemente en el suelo. Se detuvo junto a Kael sin hablar durante un largo momento, respetando ese silencio que no pedía compañía, sino presencia.
—Lo que escuchaste —dijo finalmente— no es una promesa ni una solución inmediata.
Kael asintió. —Lo sé. Pero confirma algo que necesitaba oír.
—¿Qué cosa?
Kael cerró los ojos un instante. —Que no soy el único que llegó tarde alguna vez… y aun así logró salvar lo que amaba.
Maelric no respondió. No porque no estuviera de acuerdo, sino porque sabía que esas palabras debían asentarse solas.
Eldan apareció poco después. Su expresión era neutra, serena, sin rastro de la tensión de la noche anterior. Caminó hasta ellos y se detuvo a una distancia prudente.
—Thalia dice que el camino del norte se abre antes del mediodía —informó—. Si vamos a seguir, conviene hacerlo pronto.
Maelric lo observó con atención breve, suficiente para confirmar algo: Eldan no había desafiado la advertencia. Al menos no aún.
—Entonces partiremos —dijo el anciano—. No conviene permanecer demasiado tiempo donde el dolor ajeno se vuelve espejo.
Kael miró una última vez hacia la casa. —Gracias —murmuró, sin saber si Thalia lo oiría.
En la casa de Maelric, la quietud seguía intacta.
Selia ajustaba los hilos con precisión constante. Sus movimientos eran suaves, casi maternales, mientras mantenía estable el flujo que protegía a Aria. El rostro de la joven seguía tranquilo, demasiado tranquilo, como si el sueño se hubiera convertido en refugio.
Raven no se había movido del mismo sitio. Tharen, sentado a su lado, respiraba con más calma que el día anterior.
—Cuando todo esto termine —dijo Tharen en voz baja—… no quiero volver a fingir que no siento nada.
Raven giró apenas la cabeza. —Entonces no lo hagas.
No hubo promesas. No las necesitaban.
Selia los observó un momento más, luego se apartó con discreción, llevándose consigo el peso que no les correspondía cargar en ese instante.
Por un segundo, la energía alrededor de Aria pareció fluctuar.
Su respiración cambió. Apenas.
El camino fuera del pueblo se abrió tal como Thalia había dicho. No era un sendero marcado, sino una franja de terreno donde la vegetación se hacía a un lado, como si alguien hubiera decidido no impedir el paso.
—Este tramo nos llevará a zonas menos estables —advirtió Maelric—. Aquí, los recuerdos tienden a filtrarse sin permiso.
Kael apretó los puños. —Entonces iremos con cuidado.
Eldan caminaba a su lado, atento, pero sin intervenir. No hizo comentarios. No cuestionó direcciones. Se limitó a seguir, con una aceptación tan medida que resultaba imposible saber qué pensaba realmente.
La advertencia de Maelric no había sido olvidada. Había sido guardada.
Y mientras el pueblo quedaba atrás, Kael sintió, por primera vez desde hacía días, que avanzaba no solo por Aria…
sino también hacia sí mismo.

Continuará…



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En el texto hay: romance, drama, aventura

Editado: 21.12.2025

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