"Hilos del Destino: Lúmina Bajo el Velo"

Capítulo Final — Donde el Mundo Aprende a Respirar

El silencio que siguió a la desaparición de Eldan no fue incómodo.
Fue distinto.
Como cuando una herida deja de sangrar, pero aún duele al moverse.
Kael permaneció inmóvil un largo rato, mirando el espacio donde Eldan había estado por última vez. No con odio. No con alivio. Con algo más difícil de nombrar.
—Se fue… —murmuró—. De verdad.
Maelric apoyó una mano firme en su hombro. —No todos los finales hacen ruido —dijo—. Algunos solo dejan espacio.
Aria se acercó despacio, como si temiera romper ese momento. Cuando tomó la mano de Kael, él no se apartó. Al contrario: entrelazó los dedos con fuerza.
—Ya no siento el vacío —dijo ella—. Donde antes dolía… ahora hay calma.
Kael la miró. —Yo sí siento algo —admitió—. Miedo.
Aria sonrió con suavidad. —Eso significa que estás vivo.
Raven observaba la escena desde unos pasos atrás. Tharen estaba a su lado, tan cerca que sus hombros se tocaban sin esfuerzo. No fue planeado. Simplemente ocurrió.
—Nunca pensé que sobreviviríamos a todo esto —dijo Tharen en voz baja.
Raven soltó una risa breve, incrédula. —Yo nunca pensé que querría sobrevivir sin ti.
Tharen lo miró, sorprendido. —¿Eso fue una confesión?
Raven no respondió con palabras.
Lo tomó del rostro, con manos aún temblorosas por todo lo vivido, y lo besó. No fue un beso apurado ni tímido. Fue firme, consciente, lleno de todo lo que no se habían dicho cuando el mundo parecía a punto de romperse.
Cuando se separaron, Tharen apoyó la frente en la suya. —Entonces… —susurró—. No vuelvas a soltarte de mí.
—No pienso hacerlo —respondió Raven—. Nunca más.
Selia los observó a la distancia.
Sonrió.
No con tristeza.
Con comprensión.
Pasaron los meses.
El mundo no se reparó de golpe, pero aprendió. Los hilos volvieron a fluir sin tensiones extrañas. Las heridas dejaron cicatrices, no abismos.
Selia emprendió su viaje.
No huyendo. Caminando.
Conoció pueblos pequeños, personas amables, historias distintas a la suya. Aprendió a no cargar sola lo que no le pertenecía. A sentir sin atarse. A recordar sin quedar atrapada.
Y cada tanto, recibía cartas.
De Raven.
De Tharen.
De Aria.
Siempre firmadas con una línea que la hacía sonreír:
Aquí seguimos.

Meses después, una noche sin hilos alterados ni sombras ocultas, Kael se arrodilló frente a ella.—No sé prometer un mundo sinMeses después, una noche sin hilos alterados ni sombras ocultas, Kael se arrodilló frente a ella.—No sé prometer un mundo sin peligro —dijo—. Pero sí uno donde nunca camines sola.Aria sonrió, con lágrimas suaves. —Eso es todo lo que necesito.Se comprometieron sin rituales antiguos, sin testigos mágicos. Solo ellos. Y el futuro. peligro —dijo—. Pero sí uno donde nunca camines sola.Aria sonrió, con lágrimas suaves. —Eso es todo lo que necesito. Se comprometieron sin rituales antiguos, sin testigos mágicos. Solo ellos. Y el
La boda se celebró al amanecer.
No en una gran ciudad, ni en un templo antiguo, sino en un claro abierto donde los hilos del mundo fluían sin interferencias. Donde la luz caía suave, como si el propio Lúmina quisiera presenciarlo.
Kael esperaba de pie, nervioso como nunca lo había estado ante ningún enemigo.
Maelric se acercó a él, divertido. —Has enfrentado maldiciones, traiciones y el vacío mismo —dijo—. Y aun así, esto te intimida.
Kael exhaló. —Porque esto importa más.
Lyren, sosteniendo un libro cerrado contra el pecho, sonrió. —Este momento no está escrito —dijo—. Y aun así… es perfecto.
Cuando Aria apareció, el mundo pareció contener la respiración.
Caminó hacia Kael sin prisa, con los ojos brillantes, viva de una forma que antes le había sido negada.
—Pensé que no llegaría a este día —dijo ella al detenerse frente a él.
Kael tomó sus manos. —Yo pensé que el mundo se acabaría sin ti.
—Y aun así… —susurró Aria—. Aquí estamos.
Maelric habló las palabras justas. Ninguna más.
—Hoy no se unen por destino —dijo—. Se eligen.
Kael miró a Aria. —Te elijo —dijo con voz firme—. En calma y en tormenta. En luz y cuando el mundo vuelva a oscurecer.
Aria no dudó. —Te elijo —respondió—. Porque contigo aprendí que vivir también puede ser quedarse.
Se besaron.
No como promesa.
Como certeza.
Raven apretó la mano de Tharen. —Algún día —murmuró—. Nosotros también.
Tharen sonrió. —No tengo prisa. Mientras sea contigo.

Muy lejos, donde los hilos ya no llegaban, no había vacío.
Porque donde Eldan ya no existía, el mundo había aprendido algo nuevo:
No todos los finales se ganan.
Algunos… se aceptan. Selia observó la escena.
No lloró.
Cerró los ojos, respiró hondo y siguió caminando.
El mundo ya no la necesitaba anclada al pasado.

Y eso, a veces,
es suficiente.

Fin.



#3330 en Novela romántica
#763 en Fantasía

En el texto hay: romance, drama, aventura

Editado: 21.12.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.