Hilos enlazados

Capítulo 1: Segundo amor.

-Por Dios, Mateo. Contrólate. Todo saldrá bien. –Mi hermana Mónica se impacienta con mi andar.

Camino rápidamente de un lado a otro en la sala de espera. Los nervios se apoderan de mí.

Por un carajo. Voy a ingresar.

Camino hacia la sala de partos. Mis pasos son rápidos. Tengo prisa.

- ¿A dónde vas? –Pregunta Mónica.

-No puedo esperar más. –Atravieso una enorme puerta. Consumido por los nervios y la ansiedad.

            -Señor, ¿A dónde cree que va? –Una enfermera intenta impedir mi ingreso.

Veo a Karol recostada en una camilla. Grita de dolor. Unas cuantas enfermeras la rodean, una de ella la toma de la mano, tratando de reconfortarla.

            -Voy a acompañar a mi esposa. –La hago a un lado y me acerco.

            - ¿Y usted quién es? –Aparece el doctor. Impidiéndome el paso.

            - ¡Es mi esposo! –Grita Karol con dolor.

Me acerco rápidamente. La enfermera se hace a un lado al notar mi acercamiento. Le tomo la mano a Karol.

            -Ya estoy aquí, mi amor. –Me acerco a su frente para darle un beso, pero una enfermera me sorprende poniéndome una mascarilla en la cara.

Karol me sostiene con fuerza mientras grita, es tanta su fuerza, que empieza a dolerme la mano. Soporto el dolor, sólo por el hecho de que es ella quién me sostiene.

Carajo, sí que tiene fuerza.

El doctor termina de acomodarse los guantes de látex. Se pone la mascarilla y se acerca a Karol.

            -Señora, necesito que respire hondo. –El doctor intenta tranquilizarla.

A mi parecer, no hay nada que pueda tranquilizarla. Está hecho una fiera, una fiera muy fuerte. Mi fiera fuerte.

            -Puje. –Dice el doctor, con severidad.

Karol grita más fuerte, puja con todas sus fuerzas. Se esfuerza mucho.

Vamos hijo mío, sal de una vez. Claro. Como si pudiera escucharme, pero sé que en un momento lo hará.

Veo el rostro de Karol. Sufre. Sufre por traer al mundo a nuestro pequeño. Me apiado de las mujeres, son muy fuertes.

            -Bien señora. Solo necesito que puje una última vez. –El doctor se escucha acelerado.

Lo cual hace crecer mi ansiedad.

            - ¡Ahhhhh! –Grita una última vez. Apretándome la mano con toda su fuerza, y vaya que es mucha.

Veo salir a mi pequeño, mi hijo. Es hermoso. Su llanto hace que se me encoja el corazón. Dejo salir unas cuantas lágrimas.

El doctor le entrega el bebé a una enfermera, quien lo envuelvo con una mantita. Luego se acerca a mí y me lo entrega. Suelto la mano de Karol lentamente. No quisiera hacerlo, pero tengo que cargar a mi hijo.

Extiendo suavemente mis manos, y lo cargo. Está humedecido con un poco de sangre y otras sustancias del vientre de Karol, pero aun así es hermoso.

            -Hola, bebé. –Digo con voz tierna. Le doy un beso en la frente aun con la mascarilla puesta–. Te amo.

Aún no deja de llorar. Lo acerco a Karol, de manera que pueda verlo y sentirlo. Ella también lo besa en la frente, todavía se recupera del momento. Con lágrimas en los ojos, sonríe contenta.

Veo a Karol a los ojos. Sonrío para tranquilizarla. Le beso en la frente.

Nuestra familia está completa. Por fin tengo a mi hijo en brazos, y eso me hace el hombre más feliz del mundo. En la habitación reina el amor, la felicidad y, sobre todo la paz.

Las enfermeras nos miran enternecidas ante la hermosa escena que realizamos. Nuestra felicidad es muy contagiosa.

            - ¿Ya pensaron en un nombre? –Dice el doctor interrumpiendo nuestro momento.

En realidad, no habíamos elegido ningún nombre en específico. Teníamos opciones, pero no nos decidimos uno.

            -Ismael. –Karol interrumpe mis pensamientos. Con una sonrisa de oreja a oreja.

Sus palabras hacen que me llene de emoción, al punto de romper en llanto. Le doy muchos besos. La lleno de amor.




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