-Esta carta es para ti. La dejó exclusivamente para ti. –Mi tío George me habla con seriedad. No lo había visto tan serio en toda mi vida.
La tomo con recelo. Me da un poco temor, su contenido. Pero también me intriga saber todo lo que debía decirme, o por qué se quitó la vida.
Mi ansiedad empieza de nuevo.
-No la leas aquí. –Interviene antes de abrirla.
- ¿Por qué no? –Me intriga.
-Lo sabrás cuando la leas.
Otro maldito secreto. Pensaba que se habían acabado.
-Por cierto, ¿dónde está Paola? –Miro alrededor, tratando de buscarla.
-No creo que venga. –Responde serio.
- ¿Por qué lo dices?
-Lo sabrás en su debido…
-Carajo, tío. ¿Me vas a ocultar cosas de nuevo?
- ¡Mateo, Cálmate! Este no es el momento y mucho menos el lugar para hablarlo. –Espeta.
-Está bien. –Controlo mi respiración y me calmo.
Miro alrededor para examinar el ambiente. No hay nadie desconocido, fuera de algunos tíos que nunca me presentaron formalmente. Da igual, solo vinieron para llenarse de chismes.
Karol se acerca junto a André.
- ¿Todo bien, hermano? –André me toca el hombro.
-Claro que sí. –Sonrío. Muevo la carta en mis manos.
- ¿Y eso? –Karol pasa su mano por mi espalda.
Me quedo un momento en silencio y veo a mi tío. Él asienta con la cabeza. Sabe que no puedo ocultarles esto.
-Es una carta que me escribió mi padre, antes de suicidarse.
- ¿Y qué dice? –Pregunta André.
-No lo sé. Aún no la leo. –La guardo en el bolsillo del saco.
-Tranquilo. –Karol me abraza.
-Estoy bien, ¿sí? No se preocupen. –Sonrío para demostrarlo.
La realidad es que la muerte de mi padre no me ha causado tanto dolor por todo el daño que nos hizo a mi hermano Ismael y a mí. Eso sin contar a lo que le hizo a Paola. No podría sentir lástima por un monstruo.
-Descansa si puedes, papá. –Miro la lápida de mi padre.
Es un día muy lindo como para estar en el cementerio. Debería estar disfrutando este día con mi familia. Sin embargo, estoy aquí. Enterrando a un monstruo que se hace llamar mi padre.
-Vamos a casa… –Tomo a Karol de la mano y se la beso mirándola a los ojos.
Ella asiente con la cabeza. Entiende que no necesito estar más tiempo aquí, aunque ella piense lo contrario.
-André, ¿Vas con nosotros?
-No, pasaré a buscar a Natt del trabajo y vamos luego. –Responde.
-Está bien. Los esperamos.
-Ahí estaremos, amigo.
Caminamos hacia el auto, mientras rodeo a Karol con el brazo. Marco va detrás de nosotros, cuidándonos la espalda como siempre. Nunca está de más un poco de seguridad.
Subimos al auto. Karol va en el asiento del copiloto mientras yo en el del conductor. Marco va en otro auto, nos protege desde ahí. Enciendo el auto y lo pongo en marcha, en un abrir y cerrar de ojos, estamos en la carretera. Rumbo a nuestro hogar, donde está nuestro motor de vida. Nuestro hijo, Ismael.
-Amor… –Karol habla de repente–. Sé que ya te lo pregunté antes, pero tengo que estar segura de que lo estés. Así que te lo voy a preguntar una vez más y necesito que me digas la verdad, sin importar nada… ¿Estás bien? –Su rostro suave expresa preocupación.
- ¿No confías en lo que digo? –Trato de cambiar de tema.
-Mateo, no eres de las personas que expresan fácilmente lo que sienten. Ocultas tus emociones incluso a mí, ¿o acaso ya lo olvidaste? –Espeta.
-Amor, eso quedó atrás, ¿ok? –Detengo el auto en la entrada de la casa–. Sé que en el pasado te he ocultado algunas cosas, pero lo hice porque te amo… Y sé que aun así estuvo mal, ahora lo comprendo bien. Por lo que me prometí a mí mismo, ser sincero contigo sin importar el daño que me cause ni cuanto me cueste expresar lo que siento…
-Mateo…
-Entiendo que te preocupes por mí y por lo que pueda llegar a hacer, pero por favor comprende que han pasado tres años desde lo que pasó. Ya lo superé. Por ti y por nuestro hijo. –La tomo de la mano mientras la veo a los ojos fijamente.
-Lo siento… No quería asfixiarte.
-No. Yo lo siento, lamento no haber sido completamente sincero antes y que tengas dudas por eso.
Se mantiene en silencio.
-Verás… –Respiro hondo–. La muerte de mi padre no me afectó tanto como crees. No podría sentir dolor por un monstruo como lo fue él. Aunque lleve su sangre en mis venas, no puedo quitar todo el daño que me causó. A mí y a mis hermanos…
-Entiendo, mi amor. –Su voz es suave.
-Ahora entremos, Ismael nos espera. –Pongo en marcha el auto e ingreso a la propiedad.
Estaciono el auto a un lado. Bajamos e ingresamos a la casa, atravesando el enorme jardín. Tomados de la mano, demostrando cuanto nos amamos a pesar de los errores del otro, sobre todo de mí.
- ¡Papá! ¡Mamá! –Ismael corre hacia nosotros con los brazos abiertos.
Es un sentimiento asombroso el que siento, cada vez que Ismael me dice papá. Está completamente claro que Karol es mi luz en la oscuridad, mi calma.
Extiendo mis brazos para recibirlo y darle todo el amor que se merece.
- ¡Hola, hijo! –Lo cargo le doy un enorme beso en la frente. Karol se acerca y le da un beso a Ismael. Nos quedamos unidos por un momento. Disfrutando de nuestra familia.
-La tía Paola está aquí. –Ismael está contento.
Aparece Paola desde el jardín.
-Paola. ¿Dónde estabas? –Le entrego Ismael a Karol.