Hilos enlazados

Capítulo 4: Esteban 2.0

-Hemos estado conviviendo con la mujer que han temido por lo peligrosa que puede llegar a ser. –Karol se levanta de su asiento y empieza a caminar de un lado a otro, exclamando preocupación.

            - ¿Qué piensas hacer, Mateo? –André se pasa la mano por la nuca. Se puede llegar a notar su inquietud.

Natalia le pasa la mano, suavemente por el hombro, tratando de calmarlo.

            -No lo sé… –Deslizo mis dedos por los ojos, lo cuales tengo cerrados–. Por lo pronto, sólo contrataré seguridad para protegernos.

            -Tenemos que irnos. Lo más lejos posible. –Karol habla deteniéndose un momento.

            - ¿De qué hablas? Esta es nuestra casa, no pienso irme como si nada.

 No puedo huir, no me permito ese pensamiento ni por un segundo.

            -Mateo. Esa mujer puede venir en cualquier momento a hacernos algo. –Espeta.

            - ¡Esa mujer es mi hermana! –Levanto la voz. Mi paciencia se acabó.

            -No pienso esperar a que regrese y nos haga algo a nosotros o a Ismael. –Sale de la habitación.

            -Hablaré con ella. –Natalia se levanta rápidamente y sigue a Karol.

            -Mateo… –André intenta decir algo más.

Sé perfectamente lo que quiere decir.

            -Lo sé... Estuvo mal.

            -Al menos, lo notas. –Se levanta y empieza a caminar hacia la puerta–. Deberías hablar con ella. –Dice sin voltearse.

Aunque tiene razón. Sé que Karol no dará su brazo a torcer muy fácilmente. Su terquedad es algo único, es lo que la caracteriza.

Me levanto de mi asiento, un poco desorientado sobre lo que voy a decir o hacer. Temeroso por lo que vaya a hacer Karol. Camino por el pasillo, rumbo a las escaleras. La casa está en un profundo silencio aterrador, de no ser por la tranquilidad que tengo al saber que Marco cuida la entrada de la casa, estaría nervioso ante este sentimiento inquietante.

Me detengo un momento en la puerta. Respiro hondo un poco de aire.

            -Suerte. –Natalia atraviesa la puerta, mientras habla por teléfono.

Y vaya que la voy a necesitar.

Toco la puerta antes de ingresar. Y sin esperar una respuesta, ingreso.

Karol está sentada sobre la cama, con las piernas juntadas a un lado. Tiene la cabeza agacha, pegando la mirada en la pantalla de la laptop. No logro ver su expresión, pero por lo poco que puedo ver, no está tranquila.

            -Lo siento… –Me acerco–. No debí alterarme.

            -Ismael es muy pequeño como para pasar por este tipo de cosas. –Aparta su mirada de la pantalla, clavando sus ojos color café en los míos. –No quiero que le pase nada malo.

            -Amor… –Me siento a un lado suyo, apartando la mirada por un segundo. – ¿En serio crees que yo si quiero que le pase algo a nuestro hijo? La casa es una fortaleza.

            -A la cual pudo ingresar Santiago hace tres años.

            -Deja de concentrarte en el pasado. Por Dios, Karol. –Mi paciencia se vuelve a poner en prueba.

            -Mira quien lo dice. ¿O acaso crees que no he notado cuánto te sigues atormentando por la muerte de tu hermano? Aún sigue creyendo que eres culpable de su muerte, Mateo.

Me dispongo a quedarme en completo silencio ante mi vulnerabilidad.

            -Sigues mintiendo, Mateo… Me mientes a mí, a Ismael, a André, pero sobre todo te mientes a ti mismo…

            -Lo sé. Y lo lamento, pero pese a todo lo que me digas tu o cualquier otro, seguiré sintiéndome culpable porque es cierto. ¡Por mi culpa se murió mi hermano! ¡Lo sabes tú y lo sabe toda la familia, pero no lo quieren aceptarlo por miedo a lo que pueda hacer! ¡Porque ustedes piensan que soy un maldito psicópata que intentaría acabar con su vida ante cualquier oportunidad! –Espeto gritando a todo pulmón, a este paso ya no me importa quién me escuche.

Básicamente, la bomba explotó.

Veo caer algunas lágrimas, de los ojos de Karol. En otra situación, de no haber sido yo el causante de esas lágrimas, me lanzaría para consolarla. Pero no puedo hacerlo, estaría siendo un hipócrita. No importa cuánto me duela verla así, de mi boca sólo salieron palabras reales, verdaderas.

            -No iremos a ningún lado. Ni tú, ni Ismael, ni yo. –Me doy vuelta en un intento de tener la última palabra. Salgo de la habitación, sin esperar respuesta alguna. Di la orden que se tiene que cumplir, no hay nada más que decir.

Ante los ojos de otra persona, soy un monstruo. Pero sólo se basaría por mi actitud, porque por mi interior no supiera lo mucho que sufro por esto.

Haré lo que sea para protegerlos. Lo que sea.

Durante el transcurso de la noche, me quedo junto a Ismael en su habitación. Tratando de olvidar el mal rato, pero ante el vacío sin Karol junto a nosotros es imposible olvidarlo.

Recuesto a Ismael en su cama. Mientras, en mi mente debato sobre ir a dormir en mi habitación o darle el espacio que necesita Karol. Y por triste que me parezca la decisión, sé que lo mejor es darle su espacio. Por lo que me dispongo a ingresar a la habitación para una sola cosa, cambiarme la ropa y sacar una almohada. Para mi sorpresa, cuando ingreso a la habitación. Karol sale de la habitación sin si quiera mirarme a los ojos.

            - ¿A dónde vas? –Pregunto con cautela.

            -Dormiré con mi hijo. –Mantiene su mirada en el suelo–. ¿O también me la vas a prohibir? –Su voz es retadora.

            -Como quieras. –Me hago a un lado para que pase. Y luego ingreso.




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