Hilos enlazados

Capítulo 9: En mi contra.

La mañana está muy tranquila, al igual que mi mente. Al despertarme esta mañana me he obligado a mí mismo a descansar de Paola, después del mensaje que mandó con Mónica, me siento un poco tranquilo. Por lo que me decidí a pasar la mañana en el jardín, junto a la piscina. Por desgracia para mí, Karol tenía que hacer algunas cosas y salió con Ismael. Obviamente, resguardados por Sebastián.

            -Esteban 2.0 –La voz de mi tío llega por detrás–. Me he enterado de un montón de cosas, Mateo. Y debo decir que ninguna me enteré por ti. –Se acerca.

Me volteo para mirarlo, sin levantarme de mi asiento.

            -Nos visitas cada dos semanas, como quieres que te cuente. –Le respondo.

            -Me da gusto que hayas superado. –Me estrecha la mano.

            -Hablas con si se tratara de un virus o algo parecido. –Bromeo.

            -Necesitamos hablar. –Dice, ahora más serio.

            -Ya sé de lo que quieres hablar. Pero no voy a hacer nada hasta ver las posibilidades.

            -Posibilidades. ¿Te das cuenta de lo que dices, Mateo? –Mi tío no parece muy convencido.

            -Lo sé. Suena descabellado, pero ella dijo que no nos hará nada mientras no hagamos nada en su contra.

            -Entonces vas tú y le crees.

            -Aunque sea…

            - ¡Trata de bajarte la guardia, Mateo! ¿Qué no lo notas?

            -Si esa es su intención, está muy equivocada. No pienso reducir la seguridad ni nada por el estilo.

            -Mateo, por Dios. Tienes que dar aviso de lo peligrosa que es.

            -No me consta, tío.

            -Mateo, que sea tu hermana no significa que no debas actuar en su contra.

            -No pienso cambiar de opinión.

            -No pienso perder a otro sobrino. –Se levanta y se retira, sin estrecharme la mano, ni siquiera asentar con la cabeza.

Mi tío se parece un poco a mi padre, en cierto modo. Y queda claro, puesto que son hermanos.

No pienso cambiar mi estado de ánimo por esto.

El sol está en su máximo esplendor. El ambiente es cálido, pero de vez en cuando llega una risa fresca a mi cuerpo. El sonido de las aves que pasan volando es gratificante y el silencio que deja luego de que se van lejos, es aún mejor.

            - ¡No lo puedo creer! –La voz de Natalia hace que me de vuelta rápidamente–. Mira amor, Mateo se relaja. –El tono es sarcástico.

            -Lo veo y no lo creo. –Responde André.

            -En serio que deben cambiar ese concepto sobre mí. –Sonrío.

            -Hola, Mateo. –Saludan en unísono.

            -Me da gusto verlos. Y antes de que alguno diga algo más… Lo siento, ¿sí? Sobretodo contigo, Natt. Perdón por ser tan grosero contigo.

            -Qué bueno que hayas recapacitado, y yo también tengo que pedirte disculpas por la forma en la que te hable. Solo me dejé llevar por el enojo.

            - ¿Queda olvidado?

            -Queda olvidado. –Asiente ella.

            -Ya que todo está solucionado, ¿Celebramos? –Interrumpe André.

            -No puedes pasarte ni una oportunidad, ¿verdad? –Le lanza una mirada molesta. Yo la llamo “mirada asesina”.

            -No. No puedo. –Dice mientras se levanta y se va hacía la cocina.

            -André… -Le dice seriamente.

André sigue su camino sin voltear.

            - ¡André! –Lo sigue.

Me divierte verlos de esa forma.

Un momento después, regresa André con una cerveza en cada mano. A decir verdad, la única razón por la que hay cervezas en el refri es porque André siempre viene de visita. Luego de la muerte de mi hermano, no he vuelto ver una botella de ron u otro licor, salvo la cerveza. De la cual solo me doy el lujo de beber una o dos.

            - ¿Dónde está Natt? –Pregunto divertido.

            -Fue a recibir a Karol, que acaba de llegar.

            - ¿Se enojó?

            -Ya sabes como es. Se le va a pasar. –Me extiende la cerveza.

            -Si tú lo dices. –Bebo un poco del líquido.

            -Por cierto, ya viste tus posibilidades. –Dice, haciendo énfasis en posibilidades.

            -Aún no, pero cuando lo hagamos…

            - ¿Hagamos? –Interrumpe y bebe un poco.

            -Sí. Karol y yo. Porque somos dos en este matrimonio.

            -Me alegra. –Deja su cerveza a un lado.

            -Umm. –Dejo mi cerveza a un lado. –Hay algo que tengo que decirte.

            -Claro. Ya sabes, solo dilo.

            -Bien…

            - ¡Papá! –Ismael se acerca contento.

            -Hola, campeón. –Lo abrazo– ¿Te gustó el paseo?

            -Sí, papá. Mamá me compró esto. –Sostiene un perrito de peluche pegado a su cuerpo, como si no quisiera que nadie lo toque. Y en realidad, as así.

            - ¡Wow! ¡Qué hermoso! –Habla André.

            -Está muy bello, hijo. –Le doy un beso.

            -Amor, tienes una llamada. –Karol aparece con mi teléfono en las manos.

            - ¿Quién es?

            -Ni idea. –Responde ella.

Veo el número que indica, lo desconozco.

            -Habla Mateo Reátegui. –Contesto.

            -Pensaba que serías más inteligente. –La voz de Paola me causa escalofríos.

Hago a Ismael a un lado, suavemente y me pongo de pie.

            - ¿De qué hablas? –Pregunto, tímido.

            -Avisaste a la policía sobre mí. –Espeta.

            - ¿Qué? Yo no hice nada.

            -Mi cara está en televisión, Imbécil. Pensaba que sería más inteligente. Prepárate.

            -Paola, espera…

Y corta.

Mierda.

Natt aparece detrás de Karol. Todos me miran con cara de preocupación.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.