Hilos enredados

Capítulo 6: Segunda oportunidad

La luz del sol entra por mi ventana, no me deja seguir durmiendo, me fastidia. Abro los ojos rápidamente y miro la hora en mi celular, son las nueve con cinco.

Tengo diez llamadas perdidas de Karol.

¡Mierda! Voy súper tarde.

Me bajo de la cama a toda prisa, me doy una ducha rápida y luego cojo un pantalón gris recién planchado de los cajones y una camisa azul acero, luego tomo unos zapatos de la repisa. Me pongo un anillo y salgo de la habitación. Bajo las escaleras.

-Adiós señora Linda.

Paso corriendo cerca de ella, ni siquiera logro escuchar lo que me dice.

Saco el auto, piso el acelerador y conduzco hacia el evento. No hay mucho tráfico, pero no puedo darme el lujo de dar unas vueltas más, así que elijo la ruta más cercana.

El teléfono suena. Es Karol.

-Diga? –Respondo rápidamente.

-Mateo... Digo, señor Mateo, ¿dónde está? –Se escucha preocupada.

-Estoy llegando, tuve unos problemas con el auto. Llego en dos minutos. –Le miento descaradamente. Pero, me sorprende que intentó responderme informalmente, ¿será que si me reconoció y está fingiendo?

Muevo la cabeza, tratando de sacar ese pensamiento de mi cabeza. Luego de unos minutos llego al lugar. Hay muchas personas que van y vienen de un puesto a otro, los niños se divierten mucho, mientras que los padres disfrutan de las delicias que venden. Busco a Karol con la mirada y la encuentro cerca a la entrada.

Estaciono el auto y bajo. Voy hacia ella, a juzgar por su rostro se ve molesta.

-En los documentos estaba escrito claramente que debía llegar a ocho y treinta. -Levanta unos papeles.

-Relájese señorita Karol, ya estoy aquí y es lo que importa. –No puedo evitar la diversión en mi voz al ver su rostro molesto. En cierto modo la hace ver atractiva, me divierte verla molesta.

Me muestra el camino hacia mi lugar para escuchar el discurso del alcalde. Estoy a su lado derecho, trata de no mirarme. Unos metros más adelante, me muestra un asiento.

-Si se molesta demasiado, le saldrán arrugas. –Digo en son de burla. Y me siento mirando el escenario.

Se sienta al lado mío y sonríe.

–Qué le parece si le invito un café cuando termine el evento. Para remedarme de este altercado.

Se queda un minuto en silencio, parece sorprendida. No es esperaba una propuesta así. Me quedo mirándola esperando una respuesta suya.

Se voltea y se me queda viendo, se muestra confundida y luego sonríe.

-Al fin te acordaste de mí? –Pregunta de repente.

-Lo hice, cuando me dijiste tu nombre. Y por lo que veo tú también me reconociste en mi oficina. –Le muestro una sonrisa irónica.

-No creí que fueras a recordarme. –Su voz es suave.

-Pero si nunca te olvidé.

Se forma un silencio incómodo, no nos miramos más. No sé por qué le dije eso, solo se me salió. Odio cuando hablo sin pensar.

El alcalde empieza su discurso, todos están atentos a sus palabras. Presenta a sus invitados, no logro escuchar los nombres de los otros, pues me distraigo en mis pensamientos. Veo a Karol levantarse y vuelvo a escuchar atentamente las palabras del alcalde. Escucho mi nombre, me levanto, saludo amablemente al público y luego me vuelvo a sentar.

Karol permanece sin mirarme. Solo mira hacia el escenario, ante mi imprudencia la entiendo. Debe tener novio. Solo pienso en ella, en lo que le diré, en como actuaré... y me decido.

El alcalde termina de dar su discurso, solo llego a escuchar las últimas palabras.

-Disfruten del show!

Luego se escuchan aplausos. Me levanto y le extiendo la mano a Karol.

-Le puedo invitar un helado? –Mi voz es suave y dudosa. No me sentía así desde hace mucho tiempo. Me siento raro... Desconocido.

-No puedo, lo siento. –Su voz es temerosa. Se levanta rápidamente y se va.

Una conmoción surge en mi ante aquel rechazo inesperado. Volteo para verla, pero ya no está... La perdí de vista. Pero André está ahí, se acerca.

-Vine a cobrar esas cervezas que me debes. –Dice sonriendo, pero cambia su expresión al ver mi rostro. –¿Pasa algo?

-Te acuerda de Karol? La volví a ver.

-No me digas que aun sientes algo por ella...

-Si.

-Mierda... Es grave, pero ¿qué hay de ella?

-No se... Intenté hablar con ella, pero se fue.

-Ya tendrás otra oportunidad de hablar con ella, mientras vamos por esas cervezas que me debes.

Caminamos mientras me habla sobre su trabajo, lo admiro mucho, nos conocemos desde pequeños y siempre hemos sido mejores amigos. Es uno de los mejores doctores que hay en la ciudad, se empeña a serlo. Después de la muerte de su madre, lo que más importa es sanar a las personas. Es un tipo listo, agradable. Una vez discutimos por una chica, luego nos dimos cuenta y nos reímos mucho.

Llegamos al pequeño bar improvisado, pido dos cervezas y las pago. Nos sentamos y platicamos sobre mi pequeño viaje, unos minutos después llega Natalia, su novia.

-Perdón que los interrumpa, pero ¿te lo puedo robar? –Me lo pregunta sonriendo.

André me hace señas con la mirada, algo me dice que están peleados.

-Claro, te lo puedes llevar. –No puedo evitar sonreír ante la cara de André

-Gracias Mateo. –Dice Natalia amablemente.

-Sí, gracias Mateo. –Dice André irónicamente. Y se van.

Me quedo a terminar de beber mi cerveza, mientras la busco con la mirada. No debe haber ido muy lejos, me digo a mí mismo. Dejo la botella y me levanto, camino entre las personas que van de aquí a allá. Unos metros más adelante, la veo... Está sentada en una banca ancha de madera clara, revisa su celular. Me detengo un momento, debo pensar bien en lo que voy a hacer o decir. Me invaden los nervios, me molesta sentirme así. Reprimo ese sentimiento y me acerco decidido.

-No sabía que tenías novio. –Me siento sin mirarla.

Ella levanta la mirada asombrada ante mi repentino acercamiento.




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