Hilos enredados

Capítulo 15: Calma

Los rayos del sol ingresan por la ventana, impidiendo que siga durmiendo. Giro hacia la izquierda para evitar que la luz me empañe, pero no tiene sentido, la luz ilumina toda la habitación. Abro los ojos, Karol está despierta.

-No quería despertarte. –Sonríe y me da un beso.

-Buenos días. –Sonrío.

-Me daré una ducha. –Su voz es suave.

Se baja de la cama y camina hacia la ducha, está desnuda. La observo caminar, observo su trasero redondo hasta desaparecer.

Me bajo de la cama y la sigo, también voy desnudo. Ingreso a la ducha, ella está debajo del chorro de agua con la cabeza hacia arriba. Me apego a su cuerpo por la parte de atrás sosteniéndole de la cintura mientras le beso el cuello.

Ella sonríe divertida mientras me toca la cabeza con las manos. Se gira hacia mí y me besa apasionadamente.

Me dejo llevar por la pasión, haciendo crecer la excitación en mí. La hago mía y solo mía, nos hacemos uno solo... Nos amamos al punto de llegar al orgasmo al mismo tiempo.

Unos momentos después salimos cambiados hacia el comedor, los demás están ahí, nos esperan para desayunar.

-Buenos días. –Los saludamos.

-¿Se divirtieron? –Bromea André.

-Espero que se hayan divertido igual que nosotros. –Dice Natalia sonriéndole a André.

Les sonrío divertido y nos sentamos. Hay muchas delicias en la mesa, todo preparado por Melisa.

Tomo un pan tostado y lo unto con mantequilla, luego bebo un poco de café y le doy un mordisco al pan. Todos comen felices, disfrutando de la deliciosa comida que hay en la mesa.

Ismael y Santiago conversan divertidos, Karol habla con Natalia.

-André, ¿has montado en moto acuática? –Digo sonriendo.

-Un par de veces, ¿por qué la pregunta? –Responde.

-Hay unas motos al lado.

-¿En serio podemos montarlas?. –Dice sonriendo.

Llamo a Mario para que aliste las motos mientras terminamos de desayunar.

-Mateo... -Santiago llama mi atención.

-Si?

-¿Crees que nos dejarían subir al faro que está cerca?

-Hablen con el encargado, tal vez los deje. –Respondo.

Terminamos de desayunar y nos levantamos de la mesa. Tomo a Karol de la mano y salimos de la casa, Natalia y André van detrás de nosotros, mientras que Ismael y Santiago se dirigen a la biblioteca.

Fuera el sol es intenso mientras que el mar está calmado, el día está perfecto y tranquilo. Mario ya tiene las motos listas, sostiene los salvavidas.

-Las motos están listas señor Mateo. –Mario se acerca a nosotros.

-André, ¿estás listo? –Digo mirándolo.

-Por supuesto que sí. –Responde.

Dejamos a Karol y Natalia en las sillas debajo de las palmeras.

-Regreso después, amor. –Le digo a Karol.

-Con cuidado. –Y me besa.

Tomamos los salvavidas y nos lo ponemos. Nos acercamos a las motos y las montamos.

Compruebo que todo esté bien, una vez revisado todo, acelero mientras le sonrío a André. Avanzo rápidamente, siento el viento en mi rostro, y recuerdo a los delfines que me encontré la última vez que estuve aquí, deseando que regresen a mi encuentro, como lo hace Spike cuando regreso a casa. André logra alcanzarme un momento después, logra adelantarse mientras sonríe divertido. Luego gira hacia la izquierda, yo hago lo mismo y lo sigo hasta lograr alcanzarlo.

Nos detenemos unos metros más adelante, estamos lejos de la playa.

-No me había sentido tan vivo como hoy. –Dice André sonriendo divertido.

-Este lugar hace cambiar el concepto que tenemos de la vida. –Digo serenamente mirando hacia el horizonte.

-Ismael me contó lo que pasó en tu casa, ¿está todo bien?

-Ah sí, no te preocupes. No pasó nada malo... -Digo obviando el hecho de que alguien intenta chantajearme.

-Está bien...

-¿Cómo vas con Natalia? –Pregunto cambiando de tema.

-Todo va viento en popa... Creo que le pediré que se case conmigo, y ya sé que me vas a decir que no te parece el momento, pero llevamos un largo tiempo juntos y siento que es el amor de mi vida. No voy a dejarla ir... –Responde sonriendo.

-Déjame ser el padrino. –Le interrumpo.

-Hablas en serio? –Me mira sorprendido.

-Si... Siempre y cuando estés seguro de casarte. –Le sonrío divertido.

-Lo estoy. –Responde sereno.

Un silencio invade el lugar, solo se logra escuchar el mar y las gaviotas volando.

Miro el mar mientras pienso en el matrimonio, hace unas semanas le hubiera dicho que no lo haga, pero ahora siento que mi vida está regresando a lo que fui. Siento desvanecer al Mateo que reprimía sus sentimientos, aquel que se negaba a ser feliz. Volteo mi mirada hacia la playa, tratando en encontrar a Karol. Si no la hubiera encontrado de nuevo, ni siquiera hubiera disfrutado de este lugar.

-El cumpleaños de Karol es en 4 días... -Dice André sacándome de mis pensamientos.

-Lo sé. –Asiento con la cabeza.

-¿Qué le regalarás?

-Qué me sugieres? –Espeto.

-Un anillo de compromiso. –Responde divertido.

Sonrío divertido, ¿Casarme con Karol? No... todavía no estoy listo, aún hay algo oculto... Mientras no sea sincero completamente con ella, no podré casarme.

-No quiero opacar tu matrimonio. –Digo sonriendo divertido.

Acelero en dirección al horizonte, como si estuviera intentando llegar a algún lado, André va detrás de mí. El sol está intenso a esta hora del día, hay algunas nubes claras en el cielo. El día está de lo más maravilloso, perfecto para divertirse entre amigos. Unos metros más adelante me detengo, André me alcanza y se detiene al verme hacerlo, volteo en dirección a la playa, apenas se puede ver la casa y algunas palmeras.

Una brisa fresca atraviesa mi cuerpo haciendo sentirme más vivo de algún modo, sintiéndome tranquilo y feliz por segunda vez, con la única diferencia de que ésta vez no estoy solo, tengo amigos que me acompañan. Este sentimiento de compañía me reconforta.




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