Hilos enredados

Capítulo 17: No pasa nada

Las nubes en el cielo están cada vez más oscuras, empiezan a caer algunas gotas de lluvia. Estamos atorados en el tráfico; Karol está conversando con Natalia mientras sostengo su mano y miro por la ventana. No entiendo lo que dicen a pesar de estar tan cerca, solo puedo pensar en el chantajista, en quién podría ser y por qué hace todo. Divago en mis pensamientos buscando una explicación, me aterra no saber la respuesta, temo por lo que vaya a pasar.

-Estás bien? –Dice Karol sacándome de mis pensamientos,

-Sí. –La miro y le sonrío.

Asiente con la cabeza y sonríe, se apoya en mi hombro.

La mini van está en perfecto silencio, solo se puede escuchar las gotas de lluvia y el pitar de algunos autos desesperados por avanzar. Las gotas de lluvia caen cada vez más fuerte. Enciendo mi celular, no hay mensajes. Lo vuelvo a guardar y cierro los ojos esperando relajarme.

Desearía pasar el resto de mi vida en la playa, donde todo es tan tranquilo y pacífico. Pero sé perfectamente que tengo obligaciones que me atan a la ciudad, no puedo irme. Me reconforta la idea de que Karol está en la ciudad y la puedo ver todos los días, sentir sus labios y su afecto que tanto bien me hace... Me relajo antes esos pensamientos. Los autos de adelante empiezan a avanzar, haciendo que el tráfico avance fluidamente.

Unos minutos después llegamos a mi casa, me bajo con Karol, Marco nos entrega las maletas e ingresamos a la casa. La señora María nos espera en la entrada, está feliz de vernos.

-Buenas tardes señor Mateo y señorita Karol. –Dice con una sonrisa.

-Hola María. –Respondo suavemente.

Spike corre a nuestro encuentro al escuchar mis palabras, está muy contento. Lo tomo en brazos mientras Karol se queda mirándonos. Luego volteo hacia ella.

-Estaré en mi despacho. –Y le doy un beso.

Pongo a Spike en el suelo y voy hacia mi despacho. Me acerco lentamente a mi escritorio para sentarme, tengo los ánimos muy bajos. No puedo sacarme de la cabeza al chantajista y lo que sea que esté planeando. Temo lo peor, me siento impotente al no poder hacer nada para detenerlo.

-¿Me dirás que es lo que te pasa? –Karol está en la puerta.

-Ya te dije que estoy bien. –Mi voz es suave.

-El Mateo que recuerdo no me hubiera mentido. –Su voz es seria.

-De que hablas? Sigo siendo el mismo. –La miro a los ojos.

-No, claro que no. Haz cambiado muchísimo... Y no me malinterpretes, en serio me alegro por ti, pero no puedo amar a alguien que no reconozco. –Su voz es severa.

-Está bien, pero han pasado diez años desde la última vez que estuvimos juntos. Mucho puede cambiar en ese tiempo.

-Como aprender a mentir. -Espeta

-Lo siento, ¿sí? Perdón si no te digo la verdad, pero no quiero preocuparte con mis asuntos, no quiero agobiarte con mis pensamientos. Te amo demasiado como para hacerte sentir mal.

-Me siento mal ahora mismo, si me dijeras lo que te pasa, entendería...

-Bien... Estoy preocupado por lo que pasó hace dos días, temo por lo que vaya a pasar, temo por ti. –Interrumpo rápidamente y desvío mi miranda al suelo.

Se acerca y me abraza. Luego me toma del mentón levantando mi mirada hacia ella.

-Tenemos que avisar a la policía. –Dice suavemente.

-No haremos eso. –Espeto.

-Por qué no? Es la única manera de saber qué es lo que quería ese hombre –Espeta.

-Múdate conmigo. –Interrumpo.

-Qué? –Su voz es suave.

-Múdate conmigo y estaré tranquilo sabiendo que te tengo cerca, es la única manera. –La miro enternecido.

-Si. –Dice sonriendo, pero algo confundida.

Tenerla cerca me tranquilizará, sé que será lo mejor. No importa lo que vaya a pasar, siempre y cuando estemos juntos, estaré tranquilo y feliz.

Las horas pasan, me siento mucho más tranquilo mientras duermo. El teléfono vibra impidiéndome seguir durmiendo, lo tomo y respondo.

-Si? –Digo somnoliento.

-Es el momento... Se sabrá la verdad. –Una voz profunda.

Abro los ojos rápidamente, mi respiración está agitada, fue una pesadilla. Tomo mi celular de la mesa de noche, lo enciendo y reviso la hora, son las cinco de la mañana. Vuelvo a poner el celular en la mesita y me recuesto. Respiro hondo e intento volver a dormir, pero es imposible, ya no puedo dormir.

Bajo de la cama y me pongo ropa deportiva, necesito salir a trotar. Fuera aún no ha salido el sol, sigue un poco oscuro. Me pongo los auriculares y empiezo el trote. A cada paso que doy me siento más tranquilo, el aire fresco a estas horas hace muy bien a los pulmones.

Luego de una hora regreso a casa, subo a mi habitación y me doy una ducha, Karol sigue dormida. Me visto para ir a la oficina, me pongo el reloj y me acerco a la cama.

-Amor, hablaré con Marco para que te ayude con la mudanza. –Le acaricio el cabello.

-Está bien amor. Que tengas un buen día. –Sonríe somnolienta.

Le doy un beso y salgo de la habitación, me encuentro con la señora María.

-Buenos días señor Mateo. –Su voz es suave.

-Buenos días Linda... Karol se mudará aquí hoy, Marco la ayudará con todo. Por favor asístelos en lo que necesiten.

-Claro señor. –Y se va.

Bajo las escaleras, saco el auto de la cochera y lo enciendo.

Hay muy pocas nubes en el cielo, pero ninguna es gris. Parece que será un hermoso día y en serio espero que así sean, tomo mi celular y llamo a Marco.

-Dígame señor Mateo. –Responde rápidamente.

-Marco, buen día. ¿Podrías ayudar a mi novia a mudarse? Se mudará a mi casa. –Hablo.

-Claro señor, será un placer.

-Perfecto, gracias Marco. Pasa a recogerla de mi casa en una hora por favor.

-Entendido, estaré ahí.

-Gracias. –Y cuelgo.

Desde que conozco a Marco, siempre ha sido muy atento con nosotros, a Ismael y a mí nos da mucho gusto haberlo conocido, siempre nos ayudó en lo que necesitábamos y hasta el día de hoy es muy atento. El único problema que le vemos es que no deja de trabajar para mi padre, sigue siendo sus ojos en nuestras vidas.




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