Hilos enredados

Capítulo 18: Primero mi felicidad

La decoración se conforma con diferentes tonos de fucsia y dorado, desde el muro de flores de diferentes tamaños de la entrada hasta los globos flotando, hay flores en todas partes, todo está perfectamente combinado y encajado, como tenía que ser. Marco se encarga de hacer pasar a las personas, solo pueden entrar los que tienen invitación.

Karol se acerca sonriendo. Lleva un hermoso vestido color vino que le llega hasta las rodillas, la admiro completamente, lleva la pulsera que le regalé hace diez años. Sonrío enternecido al vérsela puesto.

-Simona hizo un gran trabajo, todo está hermoso. –Sonríe.

-No se compara a ti... Tú estás preciosa. –Me acerco y la sostengo de la cintura.

-Tú también estas muy guapo. –Su voz es suave, me da un cálido beso.

-Feliz cumpleaños... -Ismael se acerca.

-Ismael, gracias. –Responde Karol abrazándolo.

-Hermano... –Digo.

-Hola hermano, ¿Cómo estás?

-Bien, todo está de maravilla. –Respondo.

Asienta con la cabeza mientras bebe un poco de la bebida que tiene en la mano.

-Ismael... -Santiago lo llama.

-Te veo luego hermano. –Y se aleja.

-Diviértete hermano. –Le digo mientras se va.

Miro alrededor, es la primera vez que hay muchas personas en mi casa. No me molesta, me hace sentir feliz, me siento acompañado, pero no por las personas cerca, sino porque Karol está junto a mí emocionalmente.

-Karol, Feliz cumpleaños querida. –Se acerca Natalia y André va detrás.

-Gracias. –Dice suavemente con una sonrisa típica de ella.

-Hola Mateo. –Me saluda André.

-Bienvenidos. –Los saludo.

Natalia toma de la mano a Karol y la lleva hacia la entrada, ambas parecen felices. André y yo nos sentamos en unos muebles que hay en el jardín mientras bebemos.

-No le vi ningún anillo en el dedo, ¿entonces no todavía se lo entregas? –Dice André serenamente.

-¿De qué hablas? No le voy a proponer matrimonio, al menos aún no. –Le sonrío.

-Ah no? Entonces, ¿qué le regalaras? –Sonríe divertido.

-Esto. –Saco una cajita del bolsillo y se la muestro.

-¿Qué contiene? –Pregunta curioso.

-Tranquilo, lo sabrás en su momento. –Digo sonriendo divertido y la guardo de nuevo en mi bolsillo izquierdo.

-Eres un hombre misterioso Mateo. –Sonríe divertido.

La noche está tranquila, hay muchas estrellas en el cielo. Las personas disfrutan de la fiesta, todo se parecen divertirse. Karol está platicando con Natalia y una amiga más, Ismael está en el bar con Santiago y un hombre más que no conozco, pero es primo de Karol. No me inquieta la idea de tener desconocidos en la casa, intento disfrutar de la noche.

El teléfono empieza a vibrar, alguien me envía mensajes. Lo saco de mi bolsillo derecho y lo reviso.

Hola Mateo. ¿Disfrutas de la fiesta?

Es el chantajista. Mi cuerpo entero se llena de frustración, no sé lo que vaya a pasar, pero estoy dispuesto a hacer lo que sea con tal de permanecer feliz.

¿Qué es lo que quieres?

Supe que darás un discurso, ¿Preparado?

Dime lo que tramas de una puta vez.

Le dirás a Karol ante todos los invitados que no la amas, que todo fue un juego para pasar el rato, pero se acabó. Se termina todo el juego, luego te irás y no volverás a tener comunicación con ella nunca más en tu puta vida. Si lo haces, yo mismo me encargaré de que no vuelvas a saber de ella jamás.

Tienes cincuenta minutos para hacerlo.

Me paralizo al leer cada palabra, la respiración se me agita cada más cada segundo. El miedo me invade, se me nubla la vista, no puedo pensar con claridad. No sé lo que haré.

-Mateo, ¿estás bien? –André está preocupado.

-S-sí, todo bien. –Titubeo.

-Iré por un trago, ¿quieres que te traiga algo?

-No, estoy bien. Gracias. –Respondo dudoso.

Asiente con la cabeza y se levanta, lo veo irse hasta que desaparece de mi vista. Una vez que desaparece, me levanto apresuradamente y voy hacia el baño. Camino entre las personas, sin hacer contacto visual con ninguno.

Llego al baño, cierro la puerta rápidamente, me acerco al lavabo y abro la llave del grifo, junto un poco de agua con las manos y me lavo la cara. El mundo se me viene abajo, ¿Cómo podré decidir entre Karol o mi secreto? Mi vida depende de ambos y solo tengo menos de una maldita hora. Me miro al espejo, esperando encontrar la respuesta, pero solo logro ver a un cobarde, que huye una vez más. Ante mi reflejo me pregunto hasta cuando seguiré huyendo...

Me seco la cara, me acomodo todo mirándome al espejo y salgo del baño. Busco a Karol con la mirada mientras camino por el jardín. La veo cerca al bar y me acerco.

-Amor, ¿dónde estabas? –Pregunta acercándose.

-Estaba en el baño. –Le digo mientras trato de sonreír.

-Está todo bien? –Se acerca aún más.

-Claro que sí, no te preocupes. –Le doy un beso y la tranquilizo.

Durante los siguientes minutos solo puedo pensar en lo que haré y diré, a cada minuto que pasa siento que me ahogo en mis pensamientos. Quiero ser feliz, pero como puedo serlo si no tengo con quien pasar cada momento.

Unos minutos después, reviso la hora en mi reloj, Son las doce con cuarentaicinco. Solo faltan cincos minutos, pero yo me siento listo. Tomo a Karol de la mano y le digo a un mesero que reúna a todos para dar el discurso. Un segundo mesero se acerca con dos copas de champán, agarro las dos y le entrego una a Karol mientras los invitados terminan de reunirse. Empiezo a hablar.

-¿Me podrían escuchar un momento, por favor? –Digo en voz alta.

Todos me miran atentos en silencio, miro alrededor y me doy cuenta de que es la primera vez que hablaré ante muchas personas. Respiro hondo armándome de valor y continúo.

-Sólo para aclarar, no soy muy bueno para hablar en público. Pero por Karol haría lo que sea... Hace unos meses, pensaba en que ya no volvería a amar de nuevo tanto como lo hice hace tiempo. Quién diría que el destino me juntaría nuevamente con Karol. –Me quedo un momento en silencio.




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