Hilos enredados

Capítulo 20: El principio del fin...

-El resto de la historia ya la sabes. –Se me quiebra la voz.

Por cada palabra que salía de mi boca, de alguna manera me sentía aliviado, liberando una carga pesada, ya no me importan los demás, solo me importa Karol. Me quedo mirándola en silencio, sin agregar nada más. Esperando su reacción, que diga algo, que exprese algo...

Está mirando al suelo, sin mover ni un músculo. Una lágrima cae por su mejilla hasta llegar al suelo. Sus ojos reflejan tristeza, tal vez está triste por mí, tal vez se siente confundida o tal vez enojada, no lo sé, pero me aterra no saber qué es lo que piensa.

Me pongo de rodillas ante ella acercándome más, le tomo la mano y se la beso.

-Por favor, dime algo. –Digo en voz baja.

Incapaz de contener las lágrimas, rompo en llanto ante sus pies.

-Karol, te lo ruego... Dime algo. –La miro a los ojos, llorando.

Más lágrimas caen de sus ojos, son tantas que cierra los ojos para evitar que salgan más. Me quita su mano.

-No puedo... No sé qué pensar. –Dice suavemente mientras se le quiebra la voz.

-Karol...

Abro los ojos al escuchar abrirse la puerta evitando que diga algo más. Es Ismael quien entra rápidamente, parece preocupado.

-Mateo, la policía viene en camino. –Dice preocupado, cerrando la puerta.

-No puedo hacer nada... -Cierro los ojos y bajo la cabeza.

Santiago envió la carta a la policía, justo como lo dijo, después de la golpiza que le di, lo habrá hecho con todo el placer del mundo. Lo único que puedo hacer es aceptar lo que viene. Pienso.

-Mateo...

-Tienes que huir. –Interrumpe Karol.

Levanto la cabeza, asombrado ante sus palabras. Me desconcierta, pero de algún modo me alegra.

-Karol tiene razón, tienes que huir. –Dice Ismael acercándose más.

Por un minuto esa idea pasa por mi cabeza. Podría vivir en la clandestinidad, lejos de todo y todos. Tendría que huir toda mi vida, no quiero eso. Me cansé de huir, me cansé de hacer lo que me digan, es momento de enfrentar todo como se debe.

-No haré eso. –Vuelvo a cerrar los ojos.

-Mateo, tienes que huir. Yo podría alcanzarte luego, cuando todo se calme un poco. –Su voz suave.

-¡Dije que no! –Levanto la voz y abro los ojos.

Ismael se acerca un poco más.

-Eres mi hermano y te amo, no dejaré que vayas a prisión sin importar lo que digas o hagas. –Su voz es severa.

-Me cansé de huir, es tiempo de hacer lo que debí hacer en un principio, decir la verdad. Y no espero que lo entiendas, pero necesito que no interfieras, hermano. –Lo miro a los ojos.

Ismael niega con la cabeza, una lágrima cae por su mejilla.

Vuelvo mi mirada hacia Karol, quien sigue mirando hacia el suelo. Pensando en quién sabe qué.

-Te amo. –Le digo suavemente y me levanto.

Camino hacia la puerta en silencio, la abro y una vez fuera me encuentro con André.

-Tenemos que irnos. –Dice preocupado.

-No iré a ninguna parte. –Le digo serenamente.

Mis palabras lo desconciertan, se queda en el mismo lugar donde lo encontré mientras sigo caminando, no pregunta nada más, al parecer entendió el mensaje.

Camino por el pasillo hasta llegar a la sala de estar. En el camino pienso en todo lo que debió de sentir la familia del hombre al que maté. Los comparo con Karol, Ismael y André, quienes sufren ahora por mí. Cada paso que doy el dolor crece en mi pecho, pero sé que es lo correcto.

Llego al jardín y me detengo mirando a los invitados que se divierten bebiendo y bailando. La puerta principal se abre, entran cuatro policías, Marco intenta detenerlos, pero se ve obligado a dejarlos pasar. Todos los invitados se hacen a un lado desconcertados al ver a los policías caminar hacia mí, dejando el camino libre para dejarlos pasar.

Nadie dice nada, todos están sorprendidos y asustados. Ante mis ojos todo pasa como si estuviéramos en cámara lenta, haciendo más intenso el dolor que siento dentro mí.

Los policías llegan hasta mí. Uno de ellos saca unas esposas y me toma por detrás para ponérmelas.

-Tenemos una orden de aprehensión en su contra.

Asiento con la cabeza. El policía que me puso las esposas me toma del hombro y me empuja para caminar mientras me sostiene.

Ni siquiera siento la necesidad de huir, tengo claro que esto es lo correcto y lo afrontaré. Sólo temo por Karol, Ismael y André. Ellos no serán parte de esto, de eso me aseguraré.

Mientras camino hacia la salida, mantengo mi mirada hacia delante sin mirar a los lados, ni siquiera de reojo. Llego a la puerta y me encuentro con Marco.

-No hagas nada. –Le digo sin mirarlo.

Atravieso la puerta y veo el auto policial estacionado, me detengo un momento. A mi mente viene el recuerdo de ese maldito día que fui a buscar respuestas y terminé con más preguntas que nunca. Este día es tan parecido pera tan diferente a aquel día, una lágrima cae por mi mejilla. De qué me sirvió escapar, he estado viviendo infeliz todos estos años, pero esta vez haré lo correcto, lo que debí hacer antes... decir la verdad...

Subo al auto y una vez dentro, el policía cierra la puerta. Se cierran mis esperanzas, mi dolor, pero esto, solo es el principio del fin...

 




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