Hilos Rojos

Capítulo 26

Miércoles, 2 de mayo del 2018.

Ella se miraba tan adorable, con los cachetes algo rosas por el sol. Y la canción me gustaba tanto que casi no se distinguían las platicas escandalosas de sus compañeros. No arrancaba a salir de ahí porque aún no nos habíamos saludado. Sin embargo, Sharon seguía callada, al ver que no nos íbamos a cualquier lugar y de percatarse de que la miraba me dijo.

—¿Tengo algo?

—Eso te iba a preguntar, porque no me has saludado.

—Oh, disculpa. Hola —Me dio un beso en la mejilla. Perfecto pretexto para que sus labios tocaran mi cara. Era un pequeño gesto tan habitual para todos. Pero que lo hiciera ella se sentía diferente, aunque de seguro lo hace con todos.

Comencé a manejar, sólo para salir de ahí.

—¿A donde quieres ir?

—Pues iba a ir a Domino's. Si quieres ir.

—Odio la pizza —concreté.

—¿¡Qué!? ¿Qué comes en fiestas infantiles?

—El espagueti, o si no nada. Ni el olor me gusta —Su cara era de espanto —. Supongo a ti te gusta.

—Amo la pizza es increíble conocer a alguien que no. Pero pues, tu di. Yo como de todo, excepto sushi, no le encuentro el sabor. Pero siempre que tengo la oportunidad lo pruebo de nuevo para saber si ya me gustará —dijo y posicionó su mochila de unicornios en sus pies. Mientras yo manejaba al supermercado.

—El sushi si me gusta a mí, pero no lo probé porque me pareciera rico, sino por los vídeos de asmr —Le comenté.

—Sé de cuales hablas. Hacen que se vean tan deliciosos.

Paré en el semáforo.

—¿Y cómo te fue en la preparatoria? —Me sentí como mamá con mis hermanas.

—Bien. Bueno, me caí en las escaleras de sentón, porque se me ocurrió hacer cardio antes de entrar al salón —comentó con gesto doloroso.

—Ay. Pero estás bien, es lo bueno. Tus. . . Amortiguaron —Si seré estúpido. Cerré un poco lo ojos como recibiendo un zape mental.

—¿Mis que? —cuestionó riendo al principio.

—Mira ya llegamos —aclaré cuando entramos al estacionamiento de la tienda. 

—¿Qué hacemos aquí? —preguntó Sharon. Salió del carro, al igual que yo. Y le puse llave. Hacía un tremendo calor, quería entrar ya al aire acondicionado.

—Pensé que sería una buena idea cocinar, o cocinarte y presumirte al mejor chef —Ambos caminamos a la entrada. Y ella tomó una cesta.

—¿Me presentarás a un amigo? —Me cuestionó con una cara muy confundida. Me había olvidado decirle.

—¡No! Yo, yo estudio gastronomía.

—Eso es genial. Que sepas que quieres y hacía donde vas. Sabes, yo aún no sé realmente que quiero.

—Hay tiempo aún, tranquila —Le guiñé un ojo. ¡Porque guiñar dos ojos sería cerrar los ojos! ¿Quien escribe esto?

Como sea. Mientras buscábamos lo necesario para hacer unos deliciosos chilaquiles a mi estilo le conté algo íntimo que nunca le había contado a nadie. Se lo pude contar todo cuando le di una probada del tema, pero no llevábamos tanto tiempo de hablar. 

—Sharon, agarra 4 tomates, esos jugosos. Yo echaré la cebolla y el ajo.

Ella fue por un bolsa de plástico. Y los comenzó a echar. Y yo hice lo mismo. Pusimos las verduras en la cesta y fuimos por carne. Y la miré.

—Oye, recuerdas cuando te hablé de mi abuelo, ¿que me contó de que podíamos enamorar a cualquiera?

—Sí lo recuerdo, siempre está en mi mente eso desde entonces.

—Bueno no tiene mucho de que me lo dijo. Llegaste casi como justo a tiempo para saberlo. Me lo contó recién cumplidos mis 18 años. 

—¡No inventes! Y cumples en septiembre — Se tomó un momento para contar con sus dedos—. Ocho meses apenas de saber la completa verdad. Pero, ¿por qué no te lo dijo antes? —Me miró, y después tomó la carne que cocinaría.

— Además de decirme que cuando hacías que realmente una persona se enamorará de ti, podías hacer que su hilo se hiciera tan real como para cortarlo, unirlo al tuyo, y así tener a tu amor. Me dijo sus razones, las cuales entendí completamente — Paramos de caminar—.Estaba muy pequeño para sobrellevar esa información, y no soy feo, tengo lo mío, siempre ha sido así; él no quería que, estando tan niño, y con los sentimientos a flor de piel, creyera que podía encontrar el amor a los 13 años. Y sabes, ese día lloré y lo abracé, tantos años creyendo que no tenía esperanza. Aunque podía de alguna manera respirar mejor, no me sentía con las agallas para hacerlo — Y ella tomó mi mano sonriendo.

—Yo igual sentí que podía enamorar a alguien más. Pero tampoco tengo o tendré quizás la valentía para vivir sin preocupación, de que esa persona no era mi destino, si no el de alguien más, y yo le negué esa oportunidad.



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En el texto hay: adolescentes, primer amor, hilos

Editado: 29.09.2019

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