Hilos Rojos

Capítulo 10

Sábado, 21 de abril del 2018.

 

Nathaniel se quedó congelado, y sus mejillas comenzaron a tornarse carmesí. Rio algo nervioso.

—Perdón si de la nada me salí un poco del tema. En serio son muy lindos —admití sin un rastro de pena.

—Pues gra-gracias —tartamudeo.

—De nada —Comí un poco más de la taza. En especial del brownie que estaba abajo. Noté que Nathaniel me miraba mientras comía.

—Sharon, también tienes unos ojos preciosos.

—Claro que no, son cafés.

—Sí. Y yo amo el café —Bebió un poco de éste cuando lo miré, y él no retiró su mirada de la mía.

Sentí mi cara algo caliente. No podía verme en un espejo pero sabía que me había sonrojado. ¿En qué momento me distraje tanto que los papeles se voltearon?

—Cálmate —Le dije sonriendo.

—Cálmeme —Nos miramos callados y serios. Y nos empezamos reír a carcajadas. Se notaba que no solíamos coquetear debido a nuestra situación.

Me sentía muy cómoda a su lado, así que casi inconscientemente me acerqué más a él.

— ¿Y ya has besado? —preguntó el rubio.

—No, y es un poco triste —admití bajando la mirada por un momento—. Todas las chicas que conozco ya lo han hecho.

—Yo si he dado besos. Pero no logró darlos con amor. Quisiera poder besar sin saber si esa persona estará conmigo o no el resto de mi vida —dijo, y después comió una gran cucharada de helado de vainilla.

—O poder besar como un iluso pensando que esa persona será la última que beses. Ya que para ti es el amor de tu vida. Cosas simples por las que me gustaría pasar —agregué. Guardé silencio. A través de la puerta había alguien sospechoso. Maldije bajo.

Miré algo discreta, era mi madre, que hacía de nuevo esa cara que tanto me molestaba. Nathaniel, al darse cuenta que miraba algo frente a nosotros volteó, y mi madre súper disimulada miró a otro lugar en cuanto el rubio la miró.

— ¿Qué miras?

—Yo nada. Sólo, pensaba.

— ¿Y qué pensabas?

—En que debo ir al baño —Me paré. Él se quedó algo desconcertado, pero realmente el que mi madre estuviera ahí como loca mirándonos me ponía incomoda.

Mientras iba al tocador, saqué mi celular, busqué el icono de contactos, y presioné el de llamar, a Mamá. Entré y afortunadamente no había nadie, el baño era bastante pequeño, y blanco. Sólo esperé dos segundos a que me contestará.

— ¿Por qué te fuiste? El muchacho está sólo ahora. Podría entrar y hacerle platica para conocerlo. Es guapo, hija.

— ¡Mamá! Incomodas mi primera cita, no tengo 10 años para que estés detrás de mí.

—Igual ya me iba. Regresa antes de la una.

— ¿Y eso? —pregunté notablemente sorprendida. Eso era bastante tarde para seguir en la calle.

—Tengo una corazonada de que ustedes tienen mucho de qué hablar. Además de que se ve fuerte, y nunca vi que te mirará de una manera realmente inapropiada. Confió en el. Igual si me llegase a equivocar —que no creo—, me llamas y voy por ti donde sea que estés.

—Gracias madre. Nos vemos —Y colgué. Siempre tenía sus famosas corazonadas. Reí, me miré en el espejo, me miraba realmente linda. Salí del baño que olía a piña.

Caminé hacía el rubio con una sonrisa, más tranquila. Me senté a lado de él, he incluso más cerca, tampoco invadí su espacio personal.

—Pasó algo extraño mientras no estabas —Me percaté de que él ya había terminado. Tenía su café en sus manos—. Una señora que estaba en la ventana hablando por teléfono, me saludo.

— ¿Entró y te saludo? —cuestione elevando ligeramente la voz. Y me pregunté, ¿cómo? ¿En qué momento aún por teléfono no me di cuenta?

—No, ella sólo sonrió y me saludó desde afuera, sólo agitó su mano, y ya sabes, por educación aunque no la conociera la salude también.



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En el texto hay: adolescentes, primer amor, hilos

Editado: 29.09.2019

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