Hilos separados

Capítulo 9: El corazón en mil pedazos.

Marco me entrega el sobre con toda la información que le pedí. Lo abro y lo primero que encuentro es un par de fotos de Santiago. A la siguiente hoja, está el informe completo.

Nombre completo: Santiago García Ruíz

Edad: 31 años

Lugar de nacimiento: Lima

Padre: Miguel García Blanco

Madre: Rosa Ruíz Martínez

El investigado estudió la carrera de Psicología en la universidad César Vallejo. Empezó su carrera a los 19 años. Luego de terminar la carrera, trabajó como psicólogo para adolescentes en una escuela privada de Lima. Actualmente tiene su consultorio privado y sigue ayudando a alumnos que lo necesiten.

A los 26 años perdió a su padre, Miguel García, quien trabajaba con Esteban Reátegui, robando y falsificando documentos. Hasta que un día fue encontrado muerto y se pensaba que murió a manos de Esteban Reátegui. Casi al mismo tiempo murió su madre producto por la noticia de la muerte de su padre. Luego de la muerte de sus padres, Santiago tuvo una crisis y cayó en depresión al punto de fallar en el intento de suicidarse. Obtuvo ayuda para sanar, y tuvo que pasar 6 meses bajo supervisión médica hasta que mejoró con excelentes resultados, pero quedando con algunos problemas, producto de la crisis.

Es una persona antisocial, por lo que no tiene muchos amigos. Entre ellos la más cercana a él, Karol Díaz. Con quien tiene una estrecha amistad.

Los dos últimos años ha estado viviendo en Lima en un departamento comprado por a su nombre. Hace 2 meses tuvo una crisis, acudió a su psicoterapeuta y maestro, el doctor Mauricio Alba. Según su doctor, Santiago actuaba de forma extraña y preocupante, algo lo tenía inquietante. Un mes después, se descubrió que el causante de la muerte de su padre fue el arquitecto Mateo Reátegui, quien lo mató a mano armada en defensa de su padre, Esteban Reátegui. Según los informes policiales, Santiago había descubierto ese secreto y estaba buscando venganza por su propia cuenta. Chantajeaba a Mateo y reveló el secreto luego de que no cumpliera con lo que le dijo que hiciera. Desde entonces no se ha vuelto saber de él en Lima. No se pronunció en ningún medio, ni dio a conocer su ubicación.

La última vez que fue visto, lo botaron de la casa de Mateo, quien lo golpeo al descubrir que era el chantajista que lo estaba atormentando…

            -Es el hijo de ese hombre. Eso explica mucho. –Le digo a Marco quien me observa sentado frente a mí.

            -En las siguientes páginas están sus problemas mentales y de salud. El hombre es todo un maniático, bajo ese rostro bonito. –Dice Marco.

Ojeo un poco los documentos.

            -Mierda, tienes razón. Sí que tiene problemas. –Digo asombrado.

            -Espero que esté conforme con toda la información de le entregué. –Dice Marco con voz serena.

            -Está perfecto. –Digo mientras cierro la carpeta y la pongo en el escritorio.

A mi mente viene, todo lo que tuvo que pasar luego de la muerte de sus padres. Tiene toda la razón, fui el causante de mucho daño en su vida. Y por más enojado que esté, no puedo evitar sentirme culpable por todo lo que pasó.

            -Señor, tengo el teléfono que me pidió. –Dice Carlos acercándose mientras levanta el teléfono con la mano derecha.

Me levanto para tomarlo y lo enciendo. Abro la lista de contactos, busco el número de Ismael y llamo. El responde casi al instante, como si estuviera esperando mi llamada.

            - ¡Mateo! Nos están persiguiendo, necesito que mandes a Marco y otros hombres lo más rápido posible. –Se escucha desesperado. Apenas y logro entender lo que dice.

            -Mierda, ¿Dónde están? –Pregunto preocupado.

            -Estamos en la carretera de…

            - ¿Ismael? ¿Me escuchas? ¡Carajo! –Me muevo desesperado de un lado a otro.

            -¡Mateo!… -Y se corta.

            -Marco, rastrea el teléfono de Ismael. Están siendo perseguidos. –Le digo rápidamente.

            -Ya lo hice, señor. Recibí la llamada de su seguridad mientras hablaba con su hermano. Se dirigen hacia aquí, están en la carretera principal. Ya avisé para que vayan a su auxilio, llegarán lo más rápido posible.

            -Prepara el auto, también iré. –Espeto.

            -Señor, por su seguridad es mejor que se quede aquí. –Dice Marco.

            -No dejaré solo a mi hermano. ¡Corre a preparar el auto! –Grito.

            -Sí, señor. –Y sale.

Salgo detrás de él rápidamente, y en un abrir y cerrar de ojos, estamos dentro del auto. Marco lo enciende rápidamente y empieza a acelerar a una velocidad increíble, pero segura. Dos autos con personal de seguridad van detrás de nosotros, a la misma velocidad. El tiempo de demora hace que la tensión crezca cada vez más, poniéndome más nervioso que nunca en mi vida. Por mi mente solo pasa que la única persona responsable de esto puede ser Santiago, sólo él y nadie más.

Me preocupa cualquier cosa que vaya a pasar, pero estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para salvar o impedir que le pase algo a Ismael.

El auto acelera cada vez más, hasta que unos kilómetros más adelante, nos encontramos con los dos autos del personal de seguridad que se adelantaron antes de nosotros. Marco desacelera, estaciona el auto rápidamente y se baja.

            -Quédese aquí. –Dice Marco cerrando la puerta.

Impulsado por el miedo, bajo del auto sin prestar atención a las palabras de Marco. El sol me recibe con intensidad, no hay ni una sola brisa para que baje la temperatura del sol en la piel. Camino hacia los dos autos estacionados a la mitad de la carretera en una curva estrecha, tapando el camino para evitar cualquier intento de fuga. Me acerco lentamente hacia los autos y logro ver lo que pasa más allá. Dos hombres impiden que siga avanzando, por lo que me quedo a mirar desde allí. Hay un auto volcado, completamente destruido a la mitad de la carretera.




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