Hilos separados

Capítulo 10: Mi juramento.

Apenas ha pasado un mes desde que mi padre nos encerró en la finca. Ismael lee un libro en la piscina, mientras que yo aprovecho el día soleado para pintar el mural de Karol, me siento orgulloso de mi trabajo, pues ya casi está terminado. Gracias a los potentes rayos de sol, puedo ver claramente mi trabajo. La brisa fresca que viene de vez en cuando ayuda a bajar la temperatura de los rayos del sol en la piel. Lo único que se escuchar es el piar de las aves que pasan volando.

            - ¡Mateo! –Grita Ismael.

Dejo el pincel en el recipiente y me doy la vuelta mientras me limpio la pintura de las manos con un trapo, pero una sorpresa es causada en mi ante el repentino golpe de un globo con agua contra mi pecho, mojándome la camiseta. Ismael está de pie al borde de la piscina con otro globo con agua en la mano izquierda, a un lado hay dos recipientes enormes, ambos llenos de cientos de globos con más agua.

            -En uno de los recipientes, hay un globo con orina de caballo. Tienes dos opciones: elegir uno de los recipientes con la esperanza de encontrar el globo y lanzármelo o quedarte ahí hasta que lo encuentre yo y te moje con él. –Dice sonriente.

            -Creo que escogeré la primera. –Digo mientras lanzo el trapo que sostenía y corro para agarrar globos para lanzarlos contra Ismael.

Lanza algunos globos mientras me acerco, retrasando un poco mi inevitable llegada. Una vez cerca, cojo uno de los recipientes y corro hacia un lado del jardín. El hace lo mismo con el otro recipiente, pero va hacia el otro lado del jardín. Ante el intenso sol, estamos a unos cuantos metros de distancia, uno frente al otro en el enorme jardín. Agarro los globos que puedo y se los lanzo a Ismael, él esquiva algunos, pero al final logro mojarlo.

Acerca el brazo hasta su nariz para asegurarse de que no fue empapado en el globo con orina de caballo. Sonrío ante su acción, tenía la esperanza de que uno de los que le lancé, fuera el indicado. Ismael coge algunos globos y me los lanza contra mí. Logra alcanzarme con dos globos, pero por suerte para mí, ninguno es el temido globo.

Nos mantenemos lanzando globos contra el otro por unos largo minutos, esquivando y oliendo nuestro cuerpo con el miedo a ser empapado con el globo lleno de orina. A mi mente viene la imagen de Ismael llenando el globo con orina, debió haber sido muy difícil. Sonrío ante mis pensamientos.

Luego de una larga jornada de lanzar y esquivar globos, moviéndonos de un lado a otro, acercándonos y alejándonos, nos quedamos con uno en el recipiente de cada uno.

            -Llegó la hora de la verdad. –Digo sonriente mientras saco el último globo del recipiente.

            -Buena suerte, hermano. –Dice Ismael mientras levanta su último globo y sonríe divertido mientras asienta con la cabeza.

Asiento con la cabeza, acercando a él, pero no demasiado. Jugueteo con el globo en mis manos, esperando el mejor momento para lanzarlo.

Ismael hace el primer movimiento y lanza su globo contra mí, pero falla en el intento de mojarme. Casi al instante de esquivar su globo, lanzo el mío dándole justo en el pecho de Ismael.

Grata es la sorpresa al ver su rostro de asco por el olor de la orina. Rio a carcajadas mientras me persigue para intentar empaparme con el fétido olor. Correteo por el jardín huyendo de Ismael, hasta que tropiezo en el césped y caigo al suelo, quedando vulnerable. Logra alcanzar y me abraza para empaparme con la orina de caballo. Reímos divertidos mientras nos levantamos y nos acercamos a la manguera para enjuagarnos y limpiarnos el olor.

Unos momentos después, nos encontramos sentados en el borde de la piscina tocando el agua con nuestros pies.

            - ¿Sabes qué es lo que no logro comprender de ti? –Pregunta Ismael.

            -No. –Pregunto dudoso.

            - ¿Cómo es que siendo un artista y pudiendo diferenciar los cientos de colores que existen, no puedes ver la vida de otro color que no sea el gris?

No logro encontrar la respuesta correcta para esa pregunta, por lo que me quedo en silencio mirando el agua de la piscina.

-La vida es como un lienzo en blanco, hermano. Tú decides de que colores la quieres pintar y los trazos que quieres hacer. Un buen pintor se arriesga y hace la mejor pintura de todas, nunca se conformar con una simple y aburrida.

Sus palabras logran tocarme el alma. ¿Cómo quiero llenar mi lienzo en blanco?, por el momento va en diferentes tonos de gris y negro…

 

 

Cierro los ojos ante ese recuerdo con Ismael, el cual hace que derrame una lágrima, incapaz de contener todo el dolor en mi pecho al saber nunca más volveré a hablar con mi hermano.

El auto atraviesa la gigantesca puerta, protegida por cuatro hombres musculosos y armados, dispuestos a disparar ante cualquier peligro. Marco estaciona el auto, los dos autos con seguridad también lo hacen inmediatamente. Hay muchos autos en el estacionamiento, como si se tratar de una fiesta. La última vez que estuve en una fiesta, salí esposado y en dirección a la cárcel. Esta no es una fiesta en absoluto.

Bajo del auto lentamente, con los ánimos más bajos que la temperatura de la Antártida. No puedo evitar sentirme culpable por la muerte de Ismael, como si lo hubiera hecho con mis propias manos. Contengo mis lágrimas lo más que puedo, pero cono todo el dolor que siento es casi imposible hacerlo.

Dos hombres de traje que cuidan la puerta de la casa nos abren la puerta. La atravesamos y una vez dentro me encuentro con todos los que mandé a traer aquí. El primero en acercarse es André, quien no duda en darme un cálido abrazo, pues sabe todo el dolor que estoy sintiendo, Natalia viene detrás de él, dispuesta a ofrecer consuelo. Luego mi padrastro, mi hermana, y al final mi madre, a quien la abrazo con todo el amor del mundo, con el único pensamiento de culpa en mi interior y ante ese pensamiento, cae una lágrima por mi mejilla.




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