Hilos separados

Capítulo 13: Con Karol.

El día está soleado, logro escuchar la corriente de agua chocando con las rocas de un río lejano. Una brisa fresca me refresca el cuerpo, dándome una sensación de tranquilidad absoluta, no me había sentido así jamás.

Miro alrededor para apreciar la hermosa vista del lugar, hay miles de hermosas flores de diferentes colores y tamaños; detrás de mí hay un enorme roble frondoso, no hay más árboles alrededor, es el único en kilómetros. Me acuesto en el césped, me relajo bajo el intenso sol, tengo un momento de tranquilidad, pero hay algo que me preocupa, ¿qué hago aquí?

Abro los ojos, despertando del extraño sueño que tuve. Karol se acerca al verme despierto, a juzgar por su rostro preocupado, no ha dormido en un par de días.

            -Mateo, mi amor. ¿Estás bien? –Pregunta tocándome la cabeza.

            -André, llama al doctor por favor. –Dice mi madre, quien también se ve muy cansada.

            - ¿Qué pasó? –Pregunto intentando levantarme de la cama.

            -Hijo, relájate. Has estado en coma por tres días. –Dice mi madre haciendo que vuelva a recostarme.

            - ¿Qué? ¿Cómo que tres días? –Mi asombro es demasiado.

            -Tranquilízate. Todo va a estar bien. –Dice Karol, su voz es suave.

Una enfermera ingresa rápidamente a la habitación, me revisa todo, asegurándose de que todo esté bien. Luego ingresa el doctor.

            -Señor Mateo, ¿Cómo se siente?

            -Bien. –Miento. Obviamente no estoy bien. Mi hermano murió a manos del hombre que reveló mi secreto, por el que casi me encierran por muchos años. ¿Cómo carajo cree que me siento? El enojo hace que sienta presión en el pecho.

El doctor revisa algunos papeles, de igual lo que sean, me importan un carajo. Yo solo quiero levantarme y recuperar el tiempo perdido, tengo que encontrar a Santiago. Se lo debo a Ismael. Me levanto decidido, no pienso estar más tiempo acostado.

            - ¿Qué crees que haces? –Pregunta André.

            -Necesito encontrar a Santiago. –Respondo.

            -Señor Mateo, usted acaba de despertar del coma. Tiene que guardar reposo. –Dice el doctor.

            -No, no necesito reposar. –Digo poniéndome de pie. –¿Lo ve? Estoy bien. –Intento dar un paso, pero caigo al suelo débilmente.

            - ¡Mateo! –Dice Karol mientras se acerca junto a André para ayudar a levantarme.

            - ¡Estoy bien! Yo puedo solo. –Espeto.

            -Mateo, déjame ayudarte… -Dice André.

            - Por favor… -Dice Karol.

            - ¡Dije que puedo solo! –Grito.

Karol me sujeta del brazo con fuerza, acercando su rostro al mío.

            -Te ayudaremos quieras o no. –Espeta.

Puedo ver furia en sus ojos, no entiendo por qué, pero me vuelvo vulnerable ante ellos. Asienta con la cabeza mirando a André, mientras yo la observo siendo severa conmigo. Ambos me ayudan a recostarme de vuelta en la cama.

El doctor habla con mi tío George y mi madre fuera de la habitación. No sé lo que dicen, pero hacen que me sienta un niño que necesita el cuidado de sus padres. Odio sentirme así.

            -No merezco tu ayuda. –Le digo a Karol sin mirarla a los ojos, no quiero sentirme intimidado por ellos.

            -Tal vez, pero te amo y no pienso dejarte solo. –Espeta aún enojada.

            -Soy el culpable de la muerte de mi hermano… -Susurro.

            -Escúchame muy bien, Mateo. Entiendo tu dolor, en serio que sí, pero…

            - ¡No! Tu no entiendes. –Interrumpo.

            -Claro que entiendo. Ismael me contó todo lo que pasaron desde el primer día que los mantuvieron alejados de la gente. Por lo que no pienso seguir escuchándote decir que tu mataste a tu hermano nunca más, porque no fue así. El culpable será encontrado pronto y si tanto quieres ayudar como dices, deberías descansar y recuperar fuerzas para hacerlo. Deja de ser egoísta contigo mismo, permítete descansar. Porque si no lo haces, te ataré a esta cama y no saldrás de aquí hasta que comas y bebas todo lo que necesites para mejorar. –Espeta más furiosa que antes.

No encuentro las palabras indicadas para responder, me quedo en silencio cual niño regañado por su madre. Dirijo mi mirada hacia la ventana, tratando de disimular el efecto que tiene en mí.

El doctor vuelve a ingresar a la habitación, acercándose a mí.

            -Muy bien señor Mateo. Solo necesita guardar reposo y alimentarse muy bien. Tomará medicamento para recuperarse aún más, pero tranquilo, no hay nada grave que sanar.

            -Gracias. –Respondo tratando de sonreír.

Unos momentos después ingresa María con un plato en las manos. Se lo entrega a Karol y luego sale.

            -Hora de almorzar. –Dice Karol suavemente.

            -Pero si ni siquiera tengo hambre. –Respondo.

            -Mateo. –Vuelvo a mostrarme su mirada matadora poniendo la mesita con el plato en la cama. En su muñeca izquierda veo la pulsera que le regalé hace diez años.

            -Está bien. –Digo mirando el plato que tiene una sopa de pollo con verduras.

            -Come. Por favor. –Dice suavemente.

Agarro la cuchara que está a un lado del plato y empiezo a degustar de la rica sopa.

Unos minutos después, aparece André junto a Natalia.

- ¿Se puede? –Pregunta André.

-Claro. –Digo mientras me limpio la boca con la servilleta.

Karol mueve la mesita y la pone a un lado de la cama.

            - ¿Mejor? –Pregunta Natalia.

            -Se podría decir que sí. Pero unas cervezas me harían que me sienta mejor. –Sonrío divertido.

            - ¿Voy por unas? –Dice sonriendo divertido. Al mismo tiempo recibe un golpe en la cabeza por parte de Natalia.

            -Idiota. –Dice Natalia, mientras André se toca la cabeza con la mano, divertido.




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