La ansiedad impide que pueda conciliar el sueño. Me bajo de la cama en silencio para no despertar a Karol. A penas son las tres de la mañana, expectante por la llamada de mi padre, reviso mi teléfono una y otra vez en la oscuridad. Sin saber que más hacer, me decido a aprovechar el tiempo para investigar más sobre el paradero de Santiago. Me acerco al escritorio y enciendo la laptop. Reviso el informe que hizo Marco para mí, lo analizo una y otra vez, buscando pistas sobre su escondite.
Un correo llega de repente. Lo abro, tiene un video adjunto. Le pongo play y observo expectante.
Es el video de una cámara de seguridad de una farmacia que enfoca las calles, no logro reconocer el lugar. Adelante el video, impaciente. Un hombre misterioso pasa tapándose el rostro, mira hacia arriba, la cámara logra enfocarle el rostro. Es Santiago. Corre apresurado al notar la cámara de seguridad. El video culmina.
Leo la descripción rápidamente, al parecer el video es de la cámara de seguridad de una tienda aquí en Lima. Es cuando surge en mi mente la pregunta que no me deja dormir, ¿Cómo carajos es que no lo han encontrado? Mi enojo crece.
- ¿Mateo? –Dice Karol, somnolienta.
Mierda. La desperté.
- ¿Qué haces, despierto a esta hora?
Ni siquiera me esfuerzo en mentirle, no después de recordarnos lo que significan los dijes en nuestra vida. Debo ser sincero con ella. Suspiro hondo, preparándome para el sermón que me dará luego.
-Acabo de recibir un correo. Santiago está en Lima.
-Mateo, creo que ya hablamos de esto. Deja que la policía o tus hombres hagan su trabajo. Por favor.
-Lo sé. Pero...
-Ven a descansar, por favor. –Interrumpe.
-Bien. –Apago la laptop y me recuesto en la cama de nuevo. Abrazando a Karol. Ella se apoya en mi pecho, como si tratara de contenerme hasta que amanezca.
Estoy pasmado y ansioso. Soy incapaz de conciliar el sueño en este momento, y menos sabiendo que Santiago está más cerca de lo que pensaba. Podré vengar a Ismael.
Pasan las horas, la luz del amanecer ingresa por la ventana. No pude dormir en toda la noche. Bajo de la cama impaciente, no puedo esperar más. Ingreso al baño y me acerco al lavabo. Me lavo la cara rápidamente y me pongo ropa deportiva en silencio.
Salgo de la habitación, bajo las escaleras tratando de no despertar a nadie. Me dirijo a la salida, me encuentro con Sebastián, el cuidador de la entrada.
-Sebastián, ¿Hay algún chofer despierto que me lleve?
-Por supuesto, señor. –Responde.
-Que preparen al auto, saldremos en seguida.
-Sí señor. –Toma el teléfono y hace una llamada para avisar.
Unos minutos después, el auto está listo. Ingreso y le muestro la dirección al chofer. Pone en marcha el auto, y salimos.
Dos guardaespaldas más nos siguen en otro auto, de haber estado junto a Marco no me preocuparía, pero no quería despertarlo, apenas son las seis con diez. Siento una presión muy fuerte en el pecho, producto de la ansiedad que siento por encontrar a Santiago. Soy incapaz de controlar mis emociones, me remuevo en mi asiento. Estoy tan cerca de encontrarlo. La ansiedad se transforma en enojo.
Llegamos a la farmacia, bajo del auto expectante. Camino rápidamente e ingreso a la farmacia. Uno de los guardaespaldas se queda fuera y el otro ingresa conmigo. No hay ningún cliente comprando, aprovecho el momento. Me acerco al administrador.
-Buenas. ¿Ha visto a este hombre? –Le muestro una foto de Santiago en mi celular.
-Creo que lo he visto pasar un par de veces. –Responde confundido.
Bingo. Se esconde cerca.
-Necesito una copia de las grabaciones de todas las cámaras de seguridad que dan a la calle. De toda la semana. –Espeto.
El hombre me mira intrigado. Luego mira al guardaespaldas que tengo detrás. Carraspea de puro miedo y asienta con la cabeza.
Unos momentos después, salgo con un usb en la mano, lleno de todas las grabaciones que le pedí. Lo guardo en mi bolsillo y camino hacia el auto.
-Pide las grabaciones de todas las cámaras de la cuadra. Ofréceles dinero si es posible. –Le entrego un fajo de billetes a uno de los guardaespaldas.
Él asienta con la cabeza y guarda el fajo en el bolsillo del saco.
-Sube al auto, irás con nosotros. –Le digo al otro guardaespaldas.
Subimos al auto, yo me siento en el asiento trasero. Reviso el reloj, son las siente con cinco. Karol despertará pronto. Tengo que estar en el gimnasio antes de que despierte.
El chofer conduce con tranquilidad, poniendo a prueba mi paciencia. Mi ansiedad crece. Me enoja no tener control de mis emociones. Soy débil.
Llegamos unos minutos después. Bajo del auto rápidamente del auto.
-Ni una palabra. A nadie. –Les miro seriamente.
Ingreso a la casa, camino en silencio. Al parecer nadie se ha despertado. Es un alivio. Mi ansiedad desaparece, dejando pasar a la emoción por estar cerca del paradero de Santiago.
Escucho algunos pasos en el piso de arriba. Corro hacia el gimnasio silenciosamente. Lego rápidamente, enciendo la caminadora y empiezo a caminar. Poco a poco aumento la velocidad, al punto de empezar a correr en los primeros segundos de estar en la caminadora.
- ¿Mateo? –Aparece Karol en la puerta.
-Ah, hola amor. –Finjo sorpresa.
- ¿Qué haces despierto tan temprano?
-No podía dormir. –Apago la máquina y me acerco a ella.
La luz que ingresa por la ventana, ilumina su fino rostro. Le hace verse más hermosa, a pesar de su cabello un poco despeinado. Le tomo de la cintura y la acerco a mí, mi entrepierna se apega mucho a ella. Le beso el cuello, me dejo llevar por la excitación. Ella hace lo mismo. Hace mucho que no hacemos el amor. Me besa apasionadamente, haciendo crecer mi excitación hasta el tope. Nos desvestimos rápidamente, desesperados por unirnos. Hambrientos por placer. Me siento en la silla acolchonada, completamente desnudo. Ella se sienta en mi regazo, abriendo las piernas. Se detiene un momento y en una abrir y cerrar de ojos, estoy dentro de ella. Encajamos perfectamente, nos volvemos uno.
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secretos de un pasado y presente oscuro, amor lejos, secretos familares
Editado: 04.11.2020