Himalia: Melodías para la luna

5 de abril

La mañana del cinco de abril, Athan se encontraba en la parte trasera de la cabaña pintando una vez más. Recordó la noche en que la conoció y decidió retratarla tocando el chelo bajo la luna, luciendo aquel elegante vestido negro que llevaba puesto esa noche. 

Athan se sentía feliz y quería darle ese detalle a la joven. Por un momento se detuvo a pensar en ella, realmente estaba agradecido por todo lo que Himalia estaba haciendo por él. 

Esa mañana, en medio de su paz, Athan fue sorprendido por su abuelo quien llegaba de la ciudad con un canasto con carne y otros productos para el joven. 

—Veo que estás muy feliz el día de hoy, Athan —habló Teódulo. 

—¡Abuelo! 

Teódulo veía a su nieto cubierto completamente, anhelaba verlo por primera vez en muchos años. El señor le entregó el canasto al joven y este ingresó a la cabaña para asegurar la comida. Minutos después, Athan salió para seguir pintando.

—Eso que estás creando es muy hermoso —opinó Teódulo —¿Es real la mujer? 

—¡Sí! Su nombre es Himalia y es la joven que me está ayudando a revertir el hechizo de plata. —respondió Athan. 

Teódulo observó una vez más el retrato que pintaba su nieto —¿de verdad es esa chica? —preguntó asombrado por la belleza de la mujer. 

Athan asintió y se acercó a su abuelo lentamente, quería darle un abrazo, pero tenía miedo. Teódulo se dio cuenta de la intención de su nieto y se adelantó a lo que el joven pretendía. —No tengas miedo, Athan. 

El pobre condenado dejó caer una lágrima y abrazó a su abuelo fuertemente, pues había pasado mucho tiempo desde la última vez que lo hizo. 

—A veces siento deseos de abrazar a la joven, pero no se que pueda pasar si lo hago. —comentó Athan sollozando. 

—Averiguaré con un viejo amigo que también pasó por esto. 

Por coincidencias de la vida, ese amigo del que Teódulo hablaba, resultó ser Filogonio, el abuelo de Himalia. 

—Necesito saberlo pronto, esa chica me ha dado esperanzas y lo menos que puedo hacer para agradecerle es darle un abrazo y este retrato. —manifestó Athan. 

Mientras el condenado por el hechizo de plata y su abuelo conversaban sobre la talentosa chelista, Himalia se encontraba en su alcoba ordenando sus libros de literatura universal. 

En ese momento, alguien llamó a su puerta. Su padre, el talentoso músico Erastos Demopoulos, necesitaba hablar con ella. Himalia se acercó a la puerta y vio a su padre algo preocupado. 

—Padre, ¿qué pasa? 

Erastos ingresó a la habitación de Himalia y le ordenó sentarse. El hombre cerró la puerta mientras que la joven moría de suspenso. Erastos suspiró y se acercó a Himalia diciendo —¿qué haces todas las noches al salir de teatro? 

Himalia no respondió, por lo tanto su padre seguía preguntando hasta lograr que respondiera. 

—¿Has escuchado del hechizo de plata, padre? Deberías saberlo, mi abuelo fue víctima de ello. 

—Claro que lo conozco —dijo Erastos — ¿ayudas a alguien con el hechizo, verdad? 

—Así es, hoy será el quinto día tocando para la luna. Por lo tanto, te suplico, padre que no me prohibas hacerlo. —comentó Himalia —hice una promesa y si dejo de tocar ese pobre hombre quedará condenado para siempre. 

—¿Por qué no me lo dijiste? Puedo llevarte e ir por tí. Puede ser peligroso para una joven como tú andar sola por esos lados a tan altas horas de la noche. 

Himalia suspiró y luego dijo —tienes razón, debí decirte, pero tenía miedo de que no me lo permitieras. 

—Se muy bien el peligro que representa este hechizo, además, ningún miembro de la familia rompe una promesa. —afirmó el músico —a partir de hoy yo te escoltaré hasta el lugar.

—¿Fue él, verdad? Fue ese desgraciado de Lizandro quien te dijo que yo iba a la cabaña durante las noches. —Himalia se mostraba molesta, pero no con su padre. 

A lo que Erastos respondió —me dijo que estaba preocupado por tí. 

—Lizandro no se preocupa por nadie, a él no le interesan las demás personas. 

Erastos sin decir nada salió de la habitación de su hija al verla enfadada. Bajó a la gran sala de estar y le pidió a Lizandro que se retirara de su casa. El sobrino de la orquesta salió de la morada de los Demopoulos sin quejarse, pero no contaba que una de las empleadas de la casa lo vio cuando caminaba mientras reía de manera perversa pues creía que Himalia había sido severamente castigada. 

Al caer la noche, Erastos subió a la habitación de su hija para llevarla hasta la cabaña de Athan. Himalia se sentía feliz porque su padre la ayudaba transportándola hasta aquel remoto lugar en medio de la nada.

Cuando la joven llegó a la cabaña corrió hasta acercarse a Athan, tomó el violín y como todas las noches, tocó para la luna. Al terminar, Athan le dijo que su oficio era ser pintor. Himalia le contestó que evidentemente ella trabajaba como músico. 

Cuando la chica se puso de pie, Athan se apresuró a ingresar a la cabaña. Segundos más tarde el joven salió con el retrato de la chica. 



#9267 en Fantasía

En el texto hay: amor, amistad, hechizo

Editado: 10.09.2022

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