Historia #2: Heridas

Club de Cultura

Merlín y yo salimos apurados de la casa, nuestros uniformes algo arrugados y nuestro cabello, tanto más despeinado. Íbamos con varios minutos de atraso hacia la parada de autobús.

Por suerte, alcanzamos a deternerlo justo antes de que se fuera. El conductor nos echó una mirada de juicio algo extraña. No podía culparlo por ello.

Observé el paisaje a través de la ventana mientras Merlín se arreglaba el uniforme y el cabello.

El reflejo que veía en el espejo me miraba directamente a los ojos y parecía decirme: ¿Qué vas a hacer?

Más allá de esa imágen, estaba el reflejo de Merlín sentada a mi lado.

Muchas veces, la única manera de encontrar una razón para hacer algo, es hacerlo, y después de eso la razón llegará por si misma.

—Oye, necesito tu ayuda con algo—Merlín me miró confusa, como esperando una explicación.

Dediqué la hora de viaje en autobús a explicarle a Merlín lo que quería hacer, aunque la motivación y la razón detrás de todo ni siquiera podía explicarmelas a mi mismo, dejé que mis pasos siguieran el rumbo ideal mientras yo iba a ciegas.

En otras palabras: improvisar de la mano con la intuición.

—Suena bien, cuenta conmigo—ella no puso ni peros ni preguntas. Simplemente se limitó a asentir con emoción a aquello que le estuve explicando.

Cuando el autobús se detuvo, nos bajamos y entramos a una librería cercana de la cual salimos a prisa cargando un par de documentos que nos repartimos de acuerdo a nuestra tarea en el esquema.

—Suerte—Merlín se adelantó y fue corriendo al instituto.

Yo por mi parte, me quedé atrás y me dirigí a uno de los lados del instituto, en donde, como esperaba, se encontraba una escalera y varias latas de pintura.

Nolan estaba allí de pie observando el mural, y a su lado, una chica de cabello castaño bastante corto, que trataba de consolarlo dándole unas palmadas en la espalda.

Esa chica, si no me equivoco, es la misma que estaba ayer tocando en el piano en el stand de música. Genial.

Aproveché que no me notaron llevar y observé con cuidado la interacción entre esos dos por un momento antes de interrumpirlos.

Contacto físico y visual, sonrisas, palabras afectivas, apoyo moral, cercanía y confianza, bromas internas que solo podrían entender ellos.

No eran extraños. Tampoco se estaban conociendo. No eran conocidos con gustos en común. Había elementos de una amistad genuina como la que tengo con Merlín. Elementos de vivencias propias que los hizo cercanos. Pero había algo más allá. Era más complejo que eso.

Un breve momento de observación y atención fue suficiente para llegar a una conclusión bastante sólida sobre estos dos: aquí existía el batir del melado.

Aw, que tiernos. Ojalá les caiga un rayo.

La chica reparó en mí y ambos se giraron en mi dirección.

—Oh, eres tú—Nolan me reconoció al verme, y cambió su expresión de congoja por una de amabilidad.

Vaya, se acuerda de mí. Cincuenta puntos.

—Rigel, este chico me ayudo el otro día con una amiga para tomar las fotos del mural—bueno, su explicación me ahorró explicar cosas que no venían al caso.

—Si, la vi tocar el piano en el stand del club de música, mucho gusto.

Ante la mención del club, la expresión de ella cambió por un breve momento. Como si de sal y limón en una herida se tratara. Nolan se fijó en esto también.

—Fue una gran interpretación, es una canción de "artista desconocido" ¿No es así? parte de su primer álbum: "álbum sin nombre"

Una ley escrita dicta que uno debe mostrarse genuinamente interesado en otros para que ellos se interesen en ti. Y para eso hay que invertir tiempo y dedicación.

Haber investigado las discografías de "artista desconocido" antes de iniciar con el plan que tenía, era vital.

—Ah, si,—Rigel respondió sorprendida—no muchos conocen las canciones de nicho de la banda.

—Es una pena,—añadió Nolan,—porque son las mejores.

Una vez que los tres tuvimos un tema de conversación en común, charlamos largo y tendido sobre las canciones y el arte que estaba imbuida en ellas.

Y en el momento en que lo vi oportuno, dirigí la conversación al mural que Nolan había estado haciando. La paleta de colores que había usado iba desde el naranja hasta el color crema, con líneas negras y blancas que dividían las secciones del mural. Llevaba meses trabajando en ello.

Miré mi reloj y noté que había estado casi una hora aquí con ellos. Tenía que...

—¿Por cierto? ¿Qué es eso que tienes ahí?—preguntó Nolan señalando los documentos que llevaba en la mano.

Bingo.

—Bueno, estos son...—entonces les expliqué a ambos lo mismo que a Merlín, solo que me salté muchísimas más partes.

—¿Así que Merlín tomó la iniciativa para abrir un club que pudiese reunir y salvar a los demás clubes que iban a cerrar?

Merlín inspira mucha más confianza que yo. Por lo que le pedí que se atribuyera el crédito de esto si las cosas salían bien, pero si surgía algún problema, podíamos dirigir la atención a alguien menos agradable y más difícil de tratar: yo.

—¿Qué opinas, Rigel?—ella pensó por un momento a la pregunta de Nolan, y luego asintió con determinación.

—Genial, entonces necesito que ambos me ayuden con algo—me miraron al mismo tiempo, y asintieron para que continuara.

...

Rigel y yo corriamos por los pasillos del instituto, ella llevaba uno de los documentos que le dí mientras que yo cargaba el resto. Por suerte, los del Consejo estaban ocupados reorganizando los espacios de los clubes, lo que nos dió una ventaja para cubrir espacio y actuar.

—Espero que funcione—Rigel se desvió por otro pasillo mientras que yo la despedía con un pulgar arriba.

Seguí mi camino hacia los salones de los clubes que habíamos visitado ayer. Reduje mi marcha cuando vi a los del consejo cargando cajas y llevando cosas de los otros salones a otro lugar.

El tiempo me respiraba en el cuello. Por favor que aún estén...



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En el texto hay: adolescentes, amor, saludmental

Editado: 28.12.2025

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