Festival Escolar

La distribución del salón quedó de la siguiente manera:

Rigel tendría a la izquierda del todo su teclado para practicar durante el tiempo que pasamos en el salón. La primera semana del mes todos nos centrariamos en el área músical, ya fuese tocando un instrumento o aportando ideas para las actividades futuras.

Nolan tendría su taburete y sus pinturas al lado opuesto: a la derecha del todo. La segunda semana del mes, nuestras actividades se centrarían en el área de la pintura.

Lynn tendría el lado del salón que da hacía las ventanas, de esta manera sus plantas de interior podían recibir el sol que necesitaban y podía también regarlas sin miedo a que fuese a mojar nada, ya que las ventanas tenían rejas exteriores en las que podían ser puestas las macetas. La tercera semana se enfocaba en la jardinería y la botánica: echariamos una mano al jardín exterior y ella nos iba a ir explicando sobre el cuidado y el cultivo de flores y cactus.

De vez en cuando, Lynn traía galletas y alfajores caseros al club y los compartía con nosotros. No podía negar que estaban muy buenos.

Inclusive Merlín le pidió que le enseñara a hornear galletas, y quedamos en que una tarde nos enseñara a todos.

Jannis quiso dividir la última semana del mes conmigo, dos dias para los juegos de mesa, y dos días en que nos enfocabamos en una nueva actividad: escribir. La idea es que todos escribamos una historia corta y al learla en voz alta, obtener retroalimentación de los demás. Yo me iba a encargar de enseñar los puntos básicos de escritura.

El último día de la última semana iba a ser un recuento de todas las actividades realizadas en el mismo mes por cada área.

Para la festival escolar, cada uno de nosotros tenía algo que hacer por parte del salón y el año al que perteneciamos (Merlín y yo teníamos un baile, por ejemplo)

Y como club, decidimos organizarnos de la siguiente manera: Lynn decoraría el salón junto con Nolan y mi persona. Tendríamos un jardín interno con una mezcla de estudio de pintura que daba una imagen bastante vintage con un espacio en el centro para el plato principal.

Rigel, Merlín, Lynn y Jannis tocarían un par de canciones para el público que se acercara al salón a modo de mini concierto. Para aumentar el alcance, Merlín y yo ideamos varios folletos publicitarios y los repartimos con varios días de anticipación.

Además de eso, también tendríamos atención al público con galletas y té que usaríamos como un modo de generar ingresos en esta ocasión.

Ver el salón del club era algo increíble.
Armonía total vieras por donde lo vieras.
La música de Rigel sonando de fondo, Nolan concentrado mientras pintaba, Merlín y Lynn en el centro a veces hablando de libros y otras tantas sobre plantas o galletas. Jannis y yo algunas veces jugando al ajedrez y otras estudiando alguna táctica del mismo juego de mesa.

Era nuestro pequeño paraíso.

El día del festival escolar, cada uno se fue a su salón para realizar primero la actividad que les correspondía. No puedo hablar por los demás porque lamentablemente no pudimos ver sus actividades, así que me centraré en relatar nuestra sección.

Antes de que el baile empezara, las chicas del salón se centraron en nosotros dos. Unas en el maquillaje de Merlín y otras en mi vestuario. Los chicos estaban encargados de la iluminación, el sonido y la narración de la historia detrás del baile.

Yo iba con un traje blanco a la medida con algunos toques de dorado en los botones, puños y hombros. Merlín se recogió el cabello en una cola y llevaba un vestido negro cuyos bordes estaban tan perfectamente calculados que nunca rozaban el suelo.

Pareciamos una versión moderna y escolar del señor Darcy y Elizabeth Bennett.

Después de muchísimos ensayos con Merlín, habíamos logrado dominar la pieza a la vez que interpretabamos nuestros papeles sin ponernos rojos como un tomate. Ya saben, mucho contacto físico. Una mano en una cintura ajena por demasiado tiempo. Una cercanía alarmante mientras nos sosteniamos la mirada...

Yo digo que quienes inventaron el baile, en realidad eran unos mañosos. Fuente: Arial 12.

El calor había puesto algo de rubor en nuestros rostros, sumado a las luces y la cantidad de gente encerrada. Era una combinación terrible.

La música de fondo empezó y nosotros entramos al escenario. Al principio, nos mantenemos alejados, Merlín baila mientras discretamente me observa a la distancia. Ella interpretaba a una chica del pueblo que se había logrado colar a un baile entre nobles a los cuales rechazaba porque sabía que tenían por menos a la gente que no fuese como ellos.

Mi papel era el de un noble que aborrecía su propio estatus, y en cambio buscaba la manera de entender y ayudar a la gente común. Al inicio, se supone que me alejo del escenario porque rechazo la idea de bailar con otros nobles y observar a la distancia.

El ritmo de la canción cambia y entonces comienza el segundo acto.

Merlín logra llegar al lugar en el que me encuentro, queriendo comprobar de primera mano que en realidad había un noble como lo había descrito antes. Yo por mi parte me doy cuenta de que Merlín no es como las demás nobles, y esa contradicción enciende una llama de interés en mi personaje.

En el baile, nos acercamos de manera juguetona y damos vueltas alrededor el uno del otro, como breves encuentros pícaros. Como pequeños tanteos. Un breve toque de manos, como para confirmar que eramos reales.

Entonces, las luces disminuyen y la música toma un tono trágico como parte del tercer acto.

Nuestros personajes dudan. Merlín se ha dado cuenta que se ha enamorado del noble, pero teme que su amor no funcione por la diferencia de cuna que los separa. Un sentimiento de inferioridad la invade y entonces danza en el escenario dándome la espalda y ocultando el rostro entre sus manos.

Mi personaje discute con su familia y amigos, que quieren alejarlo de ella con argumentos que parecen lógicos. Y al ver la actitud de Merlín, se encuentra en una encrucijada de no saber cuál es la desición correcta.