Historia #2: Heridas

Tras las bambalinas...

Contuvimos la respiración cuando oímos pasos venir por el pasillo. La tensión se disipó cuando vimos de quién se trataba.

Cuando Priscila volvió a la sala donde dormíamos, quedó sorprendida al vernos a todos despiertos y sentados, mirándonos unos a otros.

Al unísono todos suspiramos, soltando el aire que veníamos aguantando desde hace rato.

La presidenta se sentó en su colchoneta y también suspiró pesadamente. Hubo silencio en la habitación. Nosotros esperamos pacientemente.

—Ya estoy bien—finalmente Priscila rompió el silencio—sucedió lo que tenía que suceder.

Sin pedir más explicación, todos entendimos qué era lo que significaban sus palabras.

Lynn y Rigel se acercaron y posaron una mano en cada hombro de la presidenta. Era lo más que se atrevían a acercarse a ella.

Priscila mantuvo la compostura en todo momento. No dejó ver ni un solo apice de tristeza en su rostro.

—Dije que estoy bien, chicas—la presidenta les ofreció una sonrisa cálida y ellas apartaron sus manos, quedándose a su lado.

Miré a Jannis y su expresión parecía decir "y ahora, falta lo peor"

—Guardemos nuestra energía y ánimos para lo que suceda en unos minutos—dijo Priscila, mostrando su típica expresión helada y calculadora.

Cuando la presidenta empezó a concurrir el salón y a sacar a Ozzil de vez en cuanto para hablar con él, todos sospechamos de qué se trataba. Sin embargo, la tensión que eso generó en el salón fue difícil de sobrellevar. Merlín se mostraba molesta después de eso, aunque ella no lo admitía (o no se daba cuenta de sus propios sentimientos), y cuando Ozzil volvía, solía evitar hablarle o mirarlo a la cara.

Ozzil, sin embargo, no cambió su manera de ser con ella, y de una u otra forma, conseguía que ella volviera a su manera usual de ser. Era imposible para esos dos distanciarse o estar molestos el uno con el otro, por mucho que Merlín intentaba hacerlo, contra su voluntad.

Aún así, nunca nos decantamos por apoyar más a una que a la otra. Ambas tenían sentimientos que eran válidos, y nadie debía interponerse o tratar de anularlos.

Todos, menos Merlín, sabíamos que Priscila iba a declararle sus sentimientos a Ozzil. Lo que no vimos en ese escenario, fue la posibilidad de que Merlín se viera involucrada.

Quizá si hubiesemos contado con la cabeza de Ozzil para esto, habríamos previsto algo así.

Un aire de tensión se volvió a generar en la sala.

—¿Estará bien?—preguntó Lynn, pasados unos cinco minutos desde que la presidenta volviera.

—Con Merlín, no sabemos con certeza—respondió Rigel,—ella no se ha dado cuenta aún de sus propios sentimientos.

—Más vale que Ozzil use bien sus palabras—añadió Jannis—si no se expresa bien, puede que ella no lo entienda, o peor aún, que entienda lo que no debería entender.

—A eso se le llama malinterpretar, Jan—interrumpí.

El silencio confirmó que eso era lo que más temíamos: Que Merlín malinterpretara las palabras de Ozzil y se perdiera el momento en un malentendido.

De ahí en adelante todos nos quedamos en silencio y mirando a algún lugar vacío.

Seguramente pidiéndole a Dios un milagro.



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En el texto hay: adolescentes, amor, saludmental

Editado: 28.12.2025

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