Historia De Aetheris

De La Posible Solución a la ignorancia de los Anthromen

Y ocurrió que las Funtis y las Deiminos se reunieron en un amplio claro en el continente de Anthromia, un paraje tan encantador que bautizaron de inmediato como "El Claro de la Eterna Belleza". Permanecieron allí durante extensas horas, tanto que dieciocho jornadas completas transcurrieron antes de que pudieran concebir un plan que consideraron sumamente astuto para abordar las cuestiones de la fe entre los Anthromen, aspirando a que estos comenzaran a rendir homenaje tanto a ellas como a Aetherion. De esta forma, Undine, Gaia, Eolus, Solana, Selene y cada una de las Funtis unificaron toda la Aetherium disponible en un único punto dentro del claro, dando origen a un hombre de elevada estatura, semejante en aspecto a los Anthorym y dotado de nobles facciones. Era de una belleza imponente, y lo nombraron como Aricorin, "El Primer Guía".

Aricorin compareció ante los Anthromen, y al contemplar su presencia, los Anthromen revivieron las mismas sensaciones que solían experimentar en presencia de los Anthorym que los hacían sentirse diminutos. Sin embargo, Aricorin se diferenció de estos últimos al mostrar su cercanía y empatía hacia ellos, convirtiéndose en un miembro más de su comunidad. Explicó los conceptos con la precisión deseada por las deiminos y las funtis, pero Aricorin notó que era objeto de gran veneración entre estos hombres, lo que condujo a un giro inesperado. En lugar de abordar la gracia de Aetherion y desvelar los conocimientos sobre las funtis, Aricorin se presentó ante los Anthromen como la encarnación de divinos poderes, proclamándose el creador de todo lo que conocían, incluyéndolos a ellos, los océanos y los continentes. Solicitó reverencia para guiarlos hacia la prosperidad absoluta, lo cual resultó en la construcción de una magnífica morada en uno de los bosques más exquisitos de la región. Los Anthromen, entonces, acudían a ofrendar cosechas y alimentos, mientras Aricorin les prometía riquezas inimaginables. ¡Qué afrenta!, pensaron las funtis, que se congregaron en gran número en la residencia de Aricorin en busca de respuestas. Sin embargo, sucedió lo inimaginable. Aricorin, que demostró poseer un conocimiento mucho más profundo y elevado que ellas, las corrompió, alterando su esencia y transformando sus vivos colores en sombríos tonos oscuros. La vitalidad que parecían poseer se desvaneció, y muchas funtis cayeron en la desdicha, mientras que otras huyeron, dando inicio a un siniestro episodio en la historia de Aetheris.

La Aetherium que emanaba de las Funtis perdió su vitalidad, y a su paso, la vida natural se marchitaba. Las Deiminos se enfurecieron y, uniendo sus más grandes poderes, despojaron a Aricorin de toda esencia, de toda memoria, de cuanto lo hacía único. Transformaron su hermosa piel de porcelana en una palidez gélida, y alteraron sus delicados y bellos rasgos, convirtiendo su pequeña nariz en una hoja afilada como un cuchillo. Surcaron su semblante y cuerpo con arrugas, otorgando a sus iris un color purpúreo. Finalmente, lo recluyeron en las elevadas cumbres nevadas al norte de Anthromia. Fue allí donde Aricorin despertó, sin conocer su identidad ni recordar lo acontecido. Las Deiminos habían considerado arrebatarle la vida como castigo, pero pronto comprendieron que ello desafiaría la gracia de Aetherion y sus deseos de que Aetheris floreciera como un mundo hermoso, feliz y próspero. Por lo tanto, permitieron que Aricorin siguiera con vida, sin despojarlo de su Aetherium, pues consideraban que no podría conllevar peligro alguno en las cumbres. Cambiaron su hermoso y elegante nombre por Thalindor, que en la lengua Anthorym significaba "El Caído", una referencia a su caída desde la belleza con la que había sido creado.

En lo tocante a las Funtis que habían sido mancilladas por las acciones de Aricorin, las Deiminos se esforzaron por restaurar su esencia, pero, por más intentos que realizaron, no lograron éxito alguno. Reconociendo el peligro que representaban para sus hermanas, las recluyeron en las profundidades de la tierra, donde las Funtis corrompidas quedaron aprisionadas sin posibilidad de liberarse, sin menoscabar el orden apropiado de la vida que transcurría en el mundo exterior.

En cuanto a los Anthromen, optaron por borrarles toda memoria vinculada a Aricorin y los devolvieron a su estado previo de ignorancia. Desde aquel día, las Deiminos y las Funtis renunciaron a cualquier intento de interferir en la creencia de esos hombres.




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