La chaparrita me preguntó qué era lo que estaba pasando, a lo que rápidamente contesté que no tenía ni idea, estando igual o incluso más descolocado que ella. Carmen, quien a voz pausada pedía que nos tranquilizáramos, se disculpó con mi amiga por haberla sacado de su partido de vóley a punta de mentiras.
Pero volvió a reiterar que era necesario que estuviéramos los dos juntos para conversar de algo importante.
- ¡Entonces habla de una vez! ¡No me hagas perder mi tiempo! _era la primera vez que veía a mi mejor amiga así de enfadada. Por momentos y daba la impresión de que desprendían chispas de sus ojos con cada parpadeo. Ni siquiera el descubrir que su escuadra iba arriba en el marcador la logró recomponer.
- Me resultan graciosas tus palabras, chica _la chica de piernas bien torneadas se adelantó unos pasos para mirar a la también pelinegra por encima del hombro_. ¿Te llamabas Stephany, verdad? Seré franca contigo, no tengo nada en contra tuya. Es más, ni siquiera deberías de estar aquí… de no ser por algo que hiciste, algo muy malo. Dime, ¿crees que has sido una buena amiga con Matilda Campos?
Su interrogante despejó todo ápice de furia. Los ánimos se habían calmado, comencé a hacerme una idea de hacia dónde iba encaminada la conversación, y eso me aterró.
- ¿A qué viene esa pregunta? _la encaró sin miedo.
- ¡Carmen, basta! _no podía permitir que esto se saliera de control, no con tantas personas rodeándonos a escasos metros de distancia_. Para empezar, ¿qué demonios es todo esto? ¿Tú… eras ese usuario desconocido que me mandó el mensaje anoche?
La mujer asintió con la cabeza, resaltando además que también fue ella la que me mandó las fotografías que comprometían a Matilda con Jean Pierre. Esto último fue algo que no me lo esperé. ¿En serio se trataba de ella todo este tiempo? Me costó asimilarlo.
- No lo entiendo… _Stephany tomó la palabra sin intimidarse por su tamaño_.... Sinceramente no sé de qué mensaje están hablando. ¿Pero en serio me sacaste de mi partido para esto? _se mofó en su cara_. Si de verdad fuiste tú la que le mandó esas fotos a Ludwing, dime: ¿por qué lo hiciste? ¿Por odio, quizá? ¿Tan mal te cayó como para perjudicarla de esa manera? ¡¿Tanto que ni siquiera te importó vender a tu propio amigo en el trayecto?! ¿O quizá… por celos?
Observé atento su discusión, a la espera de algún que otro golpe inesperado entre ambas. Algo no cuadraba en esto, me costaba creer que todo este espectáculo de las fotografías y los mensajes anónimos se habían orquestado únicamente por un arrebato de celos.
“¿Eso quiere decir que yo le…?”
Carmen respondió a sus palabras con otra sonrisa igual de burlesca, arreglándose el cabello en lo que le dejaba en claro que no todo fue por “simples celos”. Luego levantó la voz para pedirle que no la creyera una mujer tan “corriente” o desesperada por la atención de un hombre. Sin embargo, no tuvo reparos en admitir que si le guardó envidia a la pelinegra en un primer momento.
- Siempre supe que ella no te merecía. Todos lo sabíamos, hasta tú _clavó su mirada en Stephany_. ¿Fue curioso, sabes? Nunca me había interesado tanto en alguien. Pero verte ahí alejado de la formación general al inicio de las clases, luego indeciso de si entrabas o no a tus clases temblando como un pequeño niño indefenso. No sé, me causó ternura. Quise saber más de ti. Entonces, apareció ella… cada vez que nos cruzábamos, siempre ponías cara de miedo. En cambio con Matilda siempre fue todo lo contrario. ¿Y sabes que es lo irónico? ¡Qué ella sí tiene actitudes que dan miedo! _alzó los brazos con molestia, lucía descabellada_. Odie su suerte, a ti y por supuesto que a mí misma por ser una estúpida. Pero ahí estaba yo, buscando la atención de alguien que hacía lo mismo en otra persona. Tu pelinegra si se tomó el tiempo de voltear a conocerte, ¿tanto te costó hacer lo mismo conmigo?
- ¡Ludwing! _la chaparrita me regresó a la realidad, pidiéndome con la mirada que observara hacia el primer piso. Un par de personas ya se habían fijado en nuestra acalorada conversación.
Esto debía terminar aquí y ahora.
- Carmen, por favor tranquilízate _traté de acercarme, y esta gustosa me extendió los brazos para recibirme. Su ironía fue demasiado evidente, por lo que al final terminé manteniendo distancia_. ¿Quieres que hablemos de esto? ¡Está bien! hagámoslo. Pero no aquí. ¡Este no es el lugar indicado! _sujeté su mano_. ¿Me acompañas afuera?
Traté de ser lo más dulce y atento posible con ella. Stephany no dudó en demostrarle su repudio, en cambio yo traté de mantener la calma. No podía enojarme con ella, no cuando entendía a la perfección aquel vacío que había formado en su interior por consecuencia del rechazo.
Uno que alimenté indirectamente.
Mofarse fue lo único que hizo. Caminó en círculos, luego me pegó un ligero golpe en la frente con su dedo índice.
- No es cierto _sonreía con incredulidad, sin mirarme a la cara_. No puedo creer que tuviera que actuar de esta manera para que comenzaras a fijarme en mí. ¿Ambos estamos mal de la cabeza, verdad? Bueno… ya que estamos empezando a conocernos, debes de saber algo importante. ¡No me gusta que me interrumpan! _su grito me provocó dolores de cabeza, pero no fui el único. La chaparrita también se vio obligada a cubrirse los oídos para luego tildar de loca a la estudiante de cuarto año_. ¡Cierra la boca, hipócrita! ¡Que todavía no has respondido a mi pregunta! ¡¿Tú… has sido… una buena amiga?!
Editado: 08.03.2021