Alexander es un hombre maduro, de casi cuarenta años de edad. Siempre ha sido ordenado y meticuloso. Trabajo era su lema.
Pero...
Desde hace tres años, todos los días, hace el mismo recorrido... La misma rutina; Temprano en la mañana se ducha, desayuna un café con tostadas, luego alimenta al gato y no puede faltar una caricia en su lomo, que es correspondido con un ronroneo. Luego riega las plantas del balcón para después salir rumbo al parque, donde se sienta en el mismo escaño, todos los días. No importa la estación del año; con frío o calor, él siempre está allí.
Alexander es escritor, comenzó una historia de amor, hace meses. Respira profundamente, mientras mira al edificio del frente. La inspiración vuela lejos, abandonándolo, al igual que su novia.
Hace una mueca, su editor le exige que termine su próxima novela.
—¿Cómo puedo comenzar a escribir una historia de amor?, se pregunta y solo puede pensar en ella.