Historia De Amor

Historia de Amor.

En las tardes, cuando no puede concentrarse en nada, se coloca su abrigo y sale a caminar... al contrario de la mayoría de las personas, Laura ama el invierno. Se sorprende cuando ve al mismo hombre en el mismo lugar, escribiendo, tacha y sigue escribiendo.


El tenebroso ruido de un trueno hace que ambos miren al cielo. Las nubes negras dejan caer la lluvia como si de un diluvio se tratara.


Laura apresura sus pasos, tuvo que ocultarse bajo un precario techo y un salto en su corazón la hace mirar al lado... esa situación, algo parecido en algún momento olvidado... Ella y aquel hombre cobijados bajo ese techo. ¿Por qué su corazón late tan de prisa? Cuando decide dar un paso, se detiene, aquel hombre que siempre está en la plaza, ahora está junto a ella... resguardándose de la lluvia, Laura lo mira de reojo y trata de no reír... el hombre tiene su maletín sobre la cabeza, él la mira, se ha dado cuenta de que ríe, entonces. —Dijeron que no iba a llover, esta noche,   por eso no traje mi paraguas.
Laura lo mira —pensé lo mismo.
Ella no comprende por qué su corazón está tan acelerado, tal vez fue el café o el ruido de los truenos... Quizás, mira de reojo a ese hombre y no puede negar que es demasiado atractivo, y el corazón más que latir daba patadas en su pecho.

La lluvia cae copiosa, un relámpago seguido de un trueno la hace palidecer... El hombre habla —Es mejor correr hacia aquella cafetería, y esperar que la lluvia amaine. Te invito un café.
Laura lo mira...
—No te conozco.
El hombre sonríe—Hola, soy Alexander Daggett.

Laura dudó, pero el sonido como un tambor de un trueno la hizo aceptar.


El suelo está resbaladizo y al cruzar la calle, Laura resbala, Alexander trató de tomarla del brazo, pero también cayó sentado. Ambos se miran y ríen.
Laura que no para de reír.
—Es extraño, tuve un déjà vu.
Alexander sonríe.
—Sentí lo mismo.

En la cafetería.


Después de hablar de muchas cosas, Laura sonríe.
—Es increíble, siento que te conozco hace mucho.
—Siento lo mismo, —respondió Alexander.
Laura curiosa. —¿Qué tanto escribes? (indica la libreta de notas que se asoma de un bolsillo del maletín)

—La historia de un amor, contesta.
—¿Puedo leerla?
Alexander respira hondo. —Son solo ideas. Es difícil explicar en unas breves líneas todo el amor que siento, por ella.
Laura mira hacia la ventana—¿Cómo es ella?
Alexander sonríe, la mira y habla de cada detalle de su amada; sonrisa, mirada, sus labios. 
Laura, esboza una triste sonrisa —Entonces me equivoqué.

Alexander alza una ceja.
Laura respira hondo y lo mira...
—Te he visto, en el parque, en la plaza... incluso en el cine, donde miro estás tú. Yo pensé que...
—Qué pensaste...
Laura enrojece—Pensé que me buscabas a mí. (Ella avergonzada)
—Te he visto en mis sueños, al principio eras una figura sin rostro, yo no sé como decirlo o explicarlo... pero eres tú.
Alexander no pudo seguir fingiendo, toma sus manos y las besa, casi no puede contener sus lágrimas.
—Siempre has sido tú.


Entre sonrisas y llantos ahogados, la verdad poco a poco sale a la luz. Entre palabras entrecortadas, besos y abrazos sin fin, él le narra su odisea.

Laura que ríe y llora.
—Estúpida cabeza, se niega a recordar... Pero sé que eres tú, así lo siente mi corazón. Cómo te pude olvidar si eres todo para mí.
Alexander la abraza.
—No te esfuerces en recordar, estamos juntos, a partir de ahora serán nuevos y felices recuerdos.
Laura sonríe mientras solloza. —Mi corazón susurra palabras a mis oídos.
—Qué te dice...
Laura lo mira. —Que te amo, mi mente sigue dormida, pero no mi corazón.


Al rato ambos salen del café, en otra mesa, Daniel y Ruth sonríen.

Los días siguientes, Alexander le mostró a Laura los lugares que frecuentaban juntos, le narró historias, le mostró fotografías y le entregó todos los regalos de las fechas especiales, esos que no pudo darle antes.

Una mañana 


Laura sonríe, aunque sus mejillas están sonrojadas.
—Eso que hicimos, anoche, ¿lo hacíamos siempre?
Alexander la abraza.
—Siempre.
Ella elonga y bosteza para volver a la cama.
—Hoy no quiero salir de esta habitación.
Alexander sonríe.


Puede el amor ser medido por las horas del día?...no tengo respuestas ahora, pero esto es lo que puedo decir, sé que la necesitaré hasta que todas las estrellas se consuman y ella estará ahí.

Una mañana de control en el hospital.


El médico está sorprendido. Laura tendrá una vida normal. Gracias a la constancia y el infinito amor de Alexander que es, en sí, un milagro.

Daniel y Ruth han formado, con ellos, un bonito círculo de amistad. Alexander terminó su novela, llegando a ser un best seller. Laura no sabe qué camino seguir, son tantas las alternativas, pero de algo está muy segura.


—¿Te quedarás todo el día, allí, mirándome?, pregunta Laura mientras se baña y el agua de la ducha cae libre por su delicado cuerpo.
Alexander no esperó ser invitado una segunda vez.


Los recuerdos de Laura poco a poco se hacen más nítidos, pero... el presente es mucho mejor y así se lo demostró Alexander con delicadas caricias y tal como exige ella, su amor fue demostrado tantas veces como horas tiene el día.

Otras veces se quedan, sentados en un banco del parque, ella descansando su cabeza en el hombro de él, mirando los capullos de los cerezos en flor. Esa simplicidad es realmente un gran amor.
 



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En el texto hay: amor incondicional

Editado: 31.08.2022

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