La grieta del cielo
Era un día como cualquier otro. Todas las personas, con sus propias preocupaciones, seguían su rutina diaria… hasta que eso llegó.
Por todo el planeta Tierra, una gran línea negra apareció, rodeando el mundo por completo. Al principio pasó desapercibida; solo los astrónomos que estudiaban el firmamento se dieron cuenta. Comenzaron a analizarla sin alarmar a la gente, estudiándola en secreto. Solo quienes tenían altos mandos eran conscientes de ello. Todos los presidentes y gobernantes del mundo lo sabían, pero decidieron mantenerlo en secreto por el momento.
Sin embargo, no pudieron ocultarlo por mucho tiempo. Cada día que pasaba, la línea negra crecía en tamaño, llamando cada vez más la atención. Finalmente, fue imposible mantenerlo oculto: las noticias comenzaron a difundir información sobre la extraña línea que rodeaba la Tierra y que cada día se hacía más y más grande.
Muchos expertos empezaron a teorizar sobre su origen, pero nadie tenía una respuesta confirmada. Los gobiernos del mundo anunciaron que estudiarían el fenómeno con la mayor rapidez posible, para determinar si se trataba de un evento natural o de una posible crisis mundial.
Al principio, la población no lo tomó muy en serio. Apenas se alcanzaba a ver la línea, y muchos pensaban que era algo pasajero. Otros creían que se debía a la contaminación o a algún fenómeno atmosférico. Había muchas teorías, pero ninguna podía ser comprobada.
La curiosidad creció. La gente comenzó a comprar telescopios para observar más de cerca aquella línea negra. A través de ellos, podían ver cómo un espacio oscuro parecía dividir el cielo.
Pasaron los días, y la mayoría dejó de prestarle atención, pues solo con instrumentos se podía notar. Mientras tanto, los astrónomos y científicos seguían trabajando sin descanso, tratando de comprender aquel misterio.
Hasta que, un día, la franja aumentó tanto su tamaño que se volvió visible a simple vista.
Fue entonces cuando el pánico comenzó. Muchos creyeron que era una señal del fin del mundo. Grupos de personas comenzaron a reunirse y a formular teorías apocalípticas, causando alboroto en todos los países.
Los gobiernos intentaban mantener la calma, asegurando que se estaban encargando del asunto, pero con cada día que pasaba la línea crecía más, siendo completamente visible para cualquiera que alzara la vista al cielo.
El miedo se apoderó de la humanidad. Los grupos extremistas incitaban al caos, proclamando que el final estaba cerca. Por primera vez, toda la Tierra compartía un mismo terror: algo desconocido que nadie comprendía.
En conjunto, todos los países decidieron enviar un dron hacia la línea negra para poder estudiarla. Los astrónomos teorizaban que no había estrellas en esa franja: era una oscuridad absoluta, inexplicable. La teoría más aceptada era que se trataba de un agujero de gusano, una ruptura en el espacio que se había abierto justo sobre la Tierra.
Usando la tecnología más avanzada, se diseñó una expedición no tripulada equipada con una cámara de última generación para registrar todo lo que encontrara. La misión fue nombrada “Nuevos Horizontes”, ya que los científicos esperaban que, si su teoría era correcta, un nuevo mundo aparecería detrás de aquella línea negra.
Al dar detalles sobre la misión Nuevos Horizontes, la gente comenzó a calmarse un poco, confiando en las conjeturas de los científicos más brillantes de la Tierra
eran correctas y que no se trataba del fin del mundo.
El dron fue enviado, transmitiendo en vivo para toda la Tierra. Millones de personas observaban cómo despegaba y cómo, poco a poco, entraba en la línea negra, hasta desaparecer por completo.
En el puesto de mando, la imagen de la cámara se desvaneció. La señal de video no mostraba nada, pero la transmisión seguía activa. Aunque los técnicos intentaban recuperar la imagen, solo se escuchaba un leve zumbido… el dron seguía allí, pero nadie podía ver lo que veía.
Ante la falta de resultados, los líderes mundiales tomaron una decisión arriesgada: enviar una nueva misión, esta vez tripulada.
Los astronautas elegidos fueron presentados como la esperanza de la humanidad. Un total de cinco astronautas conformaban la nueva expedición Nuevos Horizontes II.
Antonio, el capitán, catalogado como el mejor comandante espacial del siglo.
Lisa, la piloto y segunda al mando, condecorada en múltiples misiones exitosas.
Anderson, el científico, considerado una de las mentes más brillantes de su tiempo.
Kim, el astrónomo, especialista en estrellas y cuerpos celestes.
Travis, el ingeniero, reconocido como el mejor del mundo en su campo.
Estos héroes fueron enviados hacia la expedición de la línea negra, con la esperanza de traer respuestas positivas, aun sabiendo el riesgo al que se enfrentaban. Todavía existía la posibilidad —solo una posibilidad— de que la línea fuera un agujero de gusano.
El dron había regresado con éxito a la Tierra, aunque sin imágenes; por eso, aún no sabían si un ser humano podría atravesarla y sobrevivir.
Toda la humanidad observaba la transmisión en vivo. Los cinco astronautas, convertidos en símbolos de esperanza, se elevaron hacia el cielo y se internaron en aquella línea que dividía el firmamento.
La última comunicación fue emitida por el capitán Antonio. En ella se despedía de la Tierra:
“Si algo nos sucede a mí o a mi equipo… que sepan que lo hicimos por todos ustedes.”
En la Tierra, millones de personas contenían la respiración, deseando que la misión fuera un éxito. Pasaron cinco minutos… Los cinco minutos más largos de la historia humana.
De pronto, una onda de radio comenzó a recibirse en el centro de control. Al reproducirla, todos escucharon una voz que heló la sangre del planeta entero.
—Esto es el fin… —se escuchaba decir una y otra vez. Era la voz del capitán Antonio
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Editado: 22.10.2025