Cuando salgo de la cabaña noto que todo está un poco más oscuro, todos me miran entre sorprendidos y aterrados, ¿acaso puedo culparlos? Veo a Lea, no está llorando, Matt tiene la vista en el suelo, no muestra interés en su entorno.
Camino hacia donde estaba sentado antes, junto a Kelly, mi hermana de crianza, ella desvía la mirada, como si quisiera preguntar algo y se hubiera arrepentido a último minuto.
Veo a todos de reojo, me pregunto si alguien lo sabrá, si alguien sabrá que algún día tendré que elegir entre ellos o yo.
O si sabrán que me elegiré a mí.
UNA HORA ANTES; CABAÑA.
Cuando entro siento la calidez de la cabaña, no era consciente del frío que hacia afuera hasta que sentí la calidez de dentro, es extraño si lo pienso detenidamente, pero no más que un oráculo supongo.
Los suelos de madera se ven limpios, impecables. Me pregunto qué pobre alma será encargado de limpiar la cabaña, casi siento pena.
Camino inseguro hacia la silla frente a ella, al sentarme siento un frío atroz cruzar mi espina dorsal.
Mi cabeza da vueltas, estoy seguro de haber escuchado un grito, hay un olor fétido, apesta a sangre, mis manos duelen, siento como mis uñas se caen y de mis dedos salen garras largas, cada poro de mi cuerpo duele, y salen vellos largos y gruesos de cada poro, hay un poco de sangre como si los vellos acuchillaran mi piel para poder emerger, mi columna se dobla sobre sí, duele, es atroz, apesta, y alguien grita, todo se vuelve tenue, borroso, oscuro.
Mi aliento se acelera y detiene de golpe.
Cuando abro los ojos estoy sentado, sudando, hiperventilando, la pequeña niña me mira atenta, toma algo de una taza pequeña decorada con flores moradas.
No estoy respirando, estoy conteniendo el aliento, la pequeña niña se desmaya, frente a mí, yo estoy ahí, hecho piedra, qué debo hacer.
¿por qué estoy llorando?