Estaban allí sentados sin decir una palabra por un largo rato.
Miraban el horizonte tomados de las manos
Sentían el silencio, podían sentir el viento y que llegaba la oscuridad, pero también la llegada de la despedida.
Ambos sabían que terminarían pero no el momento en el que sucedería. Estaba cerca el final de una historia que ambos imaginaron eterna.
Las tentaciones estuvieron en el camino de ambos, quizás uno que otro desliz pero siempre volvían a donde el corazón pertenecía y sin embargo esa no era la razón para dar un fin a la relación.
Si existía cupido ¿a dónde se había ido? - era lo que se preguntaba una y otra vez ella.
-¿Aun me quieres? - él lo pensó, quizás lo dudo, pero su respuesta fue un "absolutamente".
-¿Qué crees que pasó? ¿Será cosa de cupido o del destino?
-Ya te lo he dicho; no creo en el destino.- dijo él.
-Pero si en cupido? Porque me atrevo a decir que es aún más ridículo. - contestó ella.
Eso los llevó a otro silencio donde estaban cocinando sus ideas, pensando quizás que vendría para ellos o que fue de ellos.
¿Qué pasará mañana? - volvieron a comenzar, de nuevo ella con la palabra.
-No hagas preguntas absurdas. No sabemos qué sucederá hoy. El día aún no se acaba.
-Pero lo de nosotros si se acaba, ¿verdad? - él le soltó la mano. - tú siempre tan malhumorado.
-Tú siempre tan soñadora.
El sol se estaba ocultando de un naranja había pasado a un rosado, se escuchaban autos a la distancia, unos pájaros, unas voces lejanas.
-Es gracioso; antes te gustaba que fuera soñadora y que tuviera ideas absurdas e incluso alocadas que intentabamos hacer si eran posibles. Cosas con las que un día fueron divertidas para ambos y que ahora detestamos.
-Y a ti antes te gustaba que me molestara por pequeñeces. Recuerdo que decías que me tono de voz llegaba a ser "atrevido" y sexy.
-Te escuchabas varonil.
-Tu te veías hermosa emocionada.
-Entonces, ¿qué nos sucedió?
El atardecer había terminado, y el momento para ellos estaba cerca a hacerlo también.
-Tengo que admitir que te amé demasiado. - suspiró - Dios fue maravilloso. Me encantaba verte sonreír, invitarte a salir, ver como te emocionabas y dabas unos brinquitos extraños.
-Yo aún te amo, pero eso no sirve de nada ¿verdad? - volvieron a tomarse de las manos. Ambos se sonrieron como la primera vez, tímidamente pero de forma sincera.
-¿Qué va a pasar cuando te necesite? - dijo ella.
-¿Qué tal si no me necesitas nunca? Sí sucede, puedes venir aquí.
-¿Y recordar la despedida?
-También las alegrías. Este era nuestro lugar favorito.
-¿Qué tal si no te olvido? - ella le apretó más fuerte la mano
-¿Qué tal si te enamoras de alguien más? - en frente de ellos tenían un chamizo un poco viejo, un poco desgastado pero acompañándolos.- Es hora de irnos. ¿Te acompaño a casa?
-Quisiera estar acá solo un momento más.
Estaba bastante oscuro. Pero llegó el momento de la despedida.
Demasiado simple para el gusto de ambos.
Un último beso, un abrazo, muchas preguntas sin respuestas, un nudo en la garganta y muchas ganas de llorar.
y allí quedó ella, viendo como se alejaba aquel que ella llamaba su "gran fortuna", su "toda la vida"
ambos perdidos en sus pensamientos, llenándose de lamentos.
Nunca dijeron un "adiós".
Pero allí fue donde y como terminó.