- Pon una cifra - Mario extiende un cheque en blanco a María.
María lo coge y queda pensando un rato. Cuánto vale mi dignidad? Se mira una uña, se la mordisquea y lo mira. A la mierda toda ella. Y sin pensárselo dos veces coge un boli y escribe un número seguido de unos cuantos ceros.
- Más te vale que cumplas tu parte del acuerdo y te olvides de Sergio - dice Mario amenazante.
- No te preocupes. Te doy a ese cabronazo en papel de regalo y con un lacito. Con este dinero tengo para comprarme joyas más valiosas.
"Iluso. Se piensa que yo soy su único problema. Se va a arruinar sobornando a sus putitas".
María se levanta y sale de la lujosa casa de Mario. Éste se queda a solas en la biblioteca. El olor a libro viejo le transporta a una infancia llena de aventuras. Aventuras donde él era el único protagonista, ya que sus padres pasaban la mayor parte del tiempo fuera de casa y, al no tener hermanos, tuvo que desarrollar al máximo su imaginación.
"Sabía que esa fulana se vendería sin pensárselo. Ahora Sergio sólo tendrá ojos para mí. Pronto pondremos fecha para la boda y por fin será mío y todo mío"
Se levanta de la silla. Se dirige hacia la vinoteca y descorcha un crianza del 72. Buena cosecha ese año.
"Por nosotros". Alza la copa y de un sorbo vacía su contenido.
Una risa contenida se atraganta en sus labios.
"Por nuestra felicidad".
Editado: 02.11.2019