El parque luce lleno de júbilo y gritos de niños.
"Ahora sólo me quedas tú" - dice Ramiro mirando a Fumeta, el cual maldice su suerte y prepara el cuello para otro tirón más.
"Mi dulce dama, me has dejado solo en el tablero. Cómo has sido capaz de semejante atrocidad. A quién voy a contarle ahora mis chistes".
Fumeta ve a Lulú y se ponen a dar vueltas como siempre.
"Ven para acá Dobiche. Déjate de cochinadas. Qué manía con oler traseros. Perro sarnoso vamos para casa"
Y tras otro tirón giran para casa.
Mientras tanto, en una oscura celda, sin más compañía que la de las ratas, Sofía cierra los ojos y se traslada a una pradera. Una pradera llena de flores blancas, rosas y amarillas. A su lado, él. Acariciándole el pelo, besando su piel. El olor de las flores invade todos los sentidos. Las nubes corren, huyendo de la tempestad amenazante. Ahora sólo hay Felicidad. Esa felicidad que todo lo invade. Esa felicidad que tanto duele. Esa felicidad por la que volvería a matar.
Editado: 02.11.2019