Historias cortas

Inalcanzable (3ra parte)

Continuó encerrada en mi habitación, en donde no observó nada más allá del liso y aburrido techo rutinario. Han pasado un par de semanas desde que Luzbel finalmente tomó un vuelo y se fue, fui lo suficientemente cobarde como para no poder dar una vez más la cara y despedirme correctamente, si es que existe una “buena forma”. Una vez más huía de todo eso que no quería enfrentar y como recién comenzaban las vacaciones tampoco me veía tan forzada a salir genuinamente a algún lado. No obstante, mi silencio se vió allanado por unos toquidos molestos, pero bastante puntuales dejando en claro de quién provenían.

-Atteneri…— me llamó a través de la puerta— ¿puedo pasar?

-No quiero ver a nadie.

-Por favor, abreme— normalmente no era así de cordial, lo que significaba que estaba preocupado por mí.

En mi mente apareció su imagen de cuando apenas era un niño que suplicaba que le hiciera caso, por lo que después de soltar un quejido me levanté y retiré el seguro para abrirle la puerta a Euken. Su mirada era bastante analítica, supongo que pensando en cómo debía de proceder según mi estado emocional.

-¿Hubo razón para evitarlo?— sabía bien de quién hablaba.

-Tenía pendientes que hacer…

-Eso le dijo mamá y estoy seguro que Luzbel sabía que no era cierto, pero cubrió tu mentira y solo respondió que les dejaron varias tareas para este verano.

-¿Eso dijo?— una gigante culpa me invadió por ello.

-Sí y aún no entiendo el porqué evitarlo.

-Porque… — quería mentirle, juro por mi vida que quería engañarlo como me lo he hecho a mí misma en estas semanas, pero… en su mirada seguía ese extraño don que me imposibilitaba sostenerle una mentira— no lo sé… solo huí sin más no quería aceptarlo, no quería que él mirara la verdad y es que su ausencia me duele, sentí un espacio vacío cada que regresé caminando sola, el viento fresco me parecía herir más. Ya no puedo correr a su casa cada que algo suceda para contárselo y que responda de manera sarcástica a mi pesar en un intento de sacarme una sonrisa. Anhelo verlo tan solo una vez más y siento que esta despedida es el “hasta nunca” que ninguno de los dos pidió.

-¿No consideraste abrazarlo siquiera?

-Pero.. él le gusta a Julia y siento que al ya saber lo que siente la estoy traicionando y en realidad ya lo estoy haciendo desde que mentí tan bien como para que ni siquiera yo me diera cuenta de que… ¡En realidad me gusta!

-No es algo que decidiste y además ustedes ya eran amigos desde antes.

-¿No es patético que él me guste y lo evite así?

-¿Por qué no te lo declaraste?

-Eso arruinaría la amistad y yo ni siquiera sería… una opción aceptable para él.

-¿Por qué crees eso?

Verlo verdaderamente confundido al respecto me enervó mucho más, como si no supiera quién soy y cómo me veo o algo así. Quiero decir, Julia es muy bonita y yo… bueno la adolescencia no me adora en lo más mínimo según he visto.

-¿Sabes cómo luzco?

-¿Cómo mamá?

-Soy su versión horrenda— me queje.

-Él no lo cree así— se encogío sin más de hombros.

-¿A qué te refieres?

-Obviamente a que le gustas a Luzbel.

-¿Qué?

-Alguna vez me lo confesó mientras jugábamos videojuegos y yo le di mi visto bueno— me ofreció una leve sonrisa burlesca— me parece un buen cuñado.

-Mentiroso.

-Nunca he dicho algo tan cierto, pero ya no importa… se ha ido.

[Años después]

La sensación del frío pasto bajo la palma de mis manos me recordaba a cuando apenas era una niña despreocupada y mi único martirio era no ensuciarme para que mi madre no se molestara conmigo. Ahora tengo demasiados problemas tanto intangibles como reales y supongo que todo esto sucede conforme creces y dejas ese mundo ideal o “inocencia infantil”. De cualquier modo, no tenía el tiempo suficiente para realizar tantas introspecciones como en mi adolescencia por ello estaba disfrutando de mi vaga tranquilidad antes de continuar con mi rutina universitaria.

-¡Atteneri!— esa voz pertenecía a Kathia— ¿Has desayunado?

-Creo que ahora ni siquiera sé qué es eso— solté con una sonrisa amarga—. ¿Qué hay de ustedes?

-Kathia quería preguntarte y por eso no fuimos antes a comer— chilló Julia—. Bueno, en realidad yo pregunté primero— me sonrió amigable.

-No quiero que me dejes sola con ella y George— se quejó Kathia en un susurró—; en cuanto menos lo esperé sé que se estarán besando.

-¡Kathia!— gritó avergonzada Julia—. Estás celosa porque Ximena no podrá venir.

-¿Ximena no vendrá?— eso era extraño, dentro de todas nuestras parejas, Ximena siempre nos acompañaba una vez que la invitamos sin excepción.

-No podrá…— comienza cabizbaja Kathia— comenzó los trámites para su título y además la empresa que la contrató pidió que fuera el día de hoy y hará horas extras.

-Así comienza la vida adulta— le palmeó el hombro suavemente—. Iré con ustedes, de cualquier manera…— comienzó a levantarme del pasto y sacudo mis palmas contra sí para quitar las piedritas y ramas pegadas— no veré hoy a Jeremy.



#1386 en Otros
#257 en Relatos cortos
#208 en Joven Adulto

En el texto hay: romance, amistad, tracion

Editado: 22.08.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.