Historias cortas

Clase de matemáticas (3ra parte)

“Ni siquiera a ti”.

Estúpida frase, aún sigue atormentando mi cabeza desde ese día. ¿Realmente me engañe a mi misma en todos estos años, creyendo que éramos mejores amigos? No eso no puede ser real, no puede ser verdad, aunque sé que incluso Yasmin me habló al día siguiente para hacerme entrar en razón, pero me quedé completamente muda y no tuve algo para argumentar al respecto, ¿habré aceptado una amistad tóxica?, ¿por qué?

[Hace unos día en llamada con Yasmin]

-Hola, Denisse; ¿cómo estás?

-Hola, Yamin; bien, ¿y tú?

-Estoy mejor, ya no amanecí con el estómago revuelto— lo último lo dijo entre risas, y lo cierto era que faltó por estar enferma— Oye, supe lo que pasó ayer que no fui; ¿estás bien?

-Claro, ¿por qué no lo estaría?— su pregunta me parecía risible, qué podría estar pasando conmigo—, ¿lo preguntas por Saúl? Eso es típico en él; no pasa nada.

-No es normal esa agresión de aplicarte “La ley del hielo”.

-Creo que exageras, es un buen tipo, pero a veces se abruma de las cosas.

-Es normal abrumarse, pero comunicar eso que sucede también lo es.

-Estás formando una tormenta en un vaso. No me molesta en lo más mínimo; yo también suelo necesitar espacio para mí; no es como si él fuera el aire que respiro— dije bromeando con incomodidad al final para aligerar la situación.

-Denisse— su voz era completamente seria y algo demandante—; te reitero que el ocupar un momento lo es, pero sabes bien que no me refiero a eso.

-¿De qué hablas?, ¿por qué lo dices con molestia?, ¿yo te molesto?— sabía bien que eso último se lo dije entre broma y algo más que no podría definir.

-Te mentiría si te dijera que no quisiera sacudirte para sacarte de una vez de esa fantasía; pero piensa con detenimiento cómo han sido estos años con Saúl— sé que estaba por finalizar la llamada porque comenzaba a irritarse y no quería gritarme—. Ah, y te recomiendo que le hables a Mirage y Samara, no la están pasando bien tampoco.

-¿De qué ha…?

-Solo hazlo y cuando estés lista para hablar… estaré aquí para ti. Adiós, Denisse y cuídate.

-Adiós, Yasmin.

[Regresando a la actualidad]

Mentiría si dijera que no temía hablar con Samara, ya casi no me comunicaba con ella desde que salimos de la secundaria; pero de vez en cuando le hablaba por su cumpleaños o cuando concretamos volver a realizar una salida juntas. Después de una corta información por parte de Samara mi mundo comenzó a dar vueltas y me sentí algo asqueada, de hecho volví a recordar la única vez que Saúl me hizo enojar genuinamente y eso fue cuando salió con Samara por primera vez, porque yo temía que algo malo sucediera.

Yo solo me he estado mintiendo a mi misma.

De una manera tan enfermamente eficaz que la mitomanía rutinaria parecía una verdad absoluta, me mentí y engañé tantas veces que me cegué por completo a mi misma. ¿cómo había podido olvidar esas pequeñas señales que empezaban a resonar en mi cabeza algunas veces?

Mi rabia explotó cuando decidí hablar con Mirage sobre el tema y su punto de vista me hizo concluir una sola cosa… ¡Que se vaya a la mierda Saúl Holdman!

[Años después]

-¿Estás lista para hablar de ello?

El aroma en la habitación era bastante relajante, el aire fresco del clima me hacía sentir cómoda y hasta el sofá tenía un acojinado perfecto— ni demasiado duro ni demasiado suave—. Observé mis piernas y pensé en la primera vez que vine, estaban cruzadas y tensas, pero al menos en esta ocasión no estaban rígidas. La señorita frente a mi me transmite calma y seguridad, al principio sentí que todo en ella me juzgaba y la sobre analizaba presa del pánico, pero ahora su voz y sonrisa me parecía cálida y siempre dispuesta a escuchar.

-Creo que ya ha llegado el momento— le sonreí y aunque mentiría si dijera que no estaba algo nerviosa también era cierto que genuinamente era algo que hace años quería soltar—. Yo… tuve un mejor amigo llamado Saúl, Saúl Holdman y lo conocí en una clase de matemáticas— admito que no todo fueron sentimientos negativos, por lo que sonreí al recordarlo—. Tuve que hacer equipo con él porque así lo dispuso la profesora y ambos teníamos una amiga en común, se llama Mirage y ella nos dijo que éramos parecidos y podíamos congeniar bien.

-¿Y así era?— me preguntó la srta. Ximena.

-Me costó demasiado entenderla— acepté entre risas—; pero sí teníamos cosas en común.

-¿En qué se parecían?— su vista fue hasta sus apuntes y luego volvió a verme—. ¿Compartían hobbies o algo parecido?

-No realmente— hice una pausa para tratar de recordarlo—. A lo mejor solo un par, como en la música o lectura; pero no fue tan obvio porque fácilmente chocamos al inicio.

-¿Entonces en qué se parecían?

-Compartimos una herida de rechazo dictaminado por el resto— comencé a explicar—. Fue después de años que pude entender el porqué habíamos congeniado tan bien. Porque a pesar de ser unos niños de 13 años comenzábamos a entender que no encajamos en los estándares que imponía la sociedad. Cada uno acomplejado por su estatura, tez, cuerpo; era bastante complicado y ese rencor hacía ello nos unió de manera no saludable.



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En el texto hay: romance, amistad, tracion

Editado: 12.09.2025

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