Historias Cortas

Anhelado Deseo

Estaba ahí parada, bajo la lluvia, con un paraguas en la mano que apuntaba al suelo. Ya no me importaba mojarme, el frio que recorría mi cuerpo era como un consuelo, lo que acaba de pasar me dejo congelada, mirando a la nada, procesando todo lo que acababa de ver.

¿Qué fue lo que fue lo que hice mal?

¿Cuál fue el error que cometí?

¿Porque me pasaba esto a mí?

Mis fríos labios apenas lograron abrirse solo para dar un pequeño suspiro, mi cuerpo empezaba a tiritar, y las lágrimas empezaban a salir de mis ojos sin cesar. Un ligero sollozo escapo de mi boca, lo suficiente suave como para que el viento se lo llevase.

A mi alrededor no escuchaba nada, los gritos de la gente eran difusos, mis ojos comenzaban a nublarse y la debilidad se esparcía por mi cuerpo, era inevitable la caída que sufriría.

Mi cuerpo empezaba a descender, todo a mi vista se perdía y la oscuridad se acerba, pero antes de llegar ahí sentí como unos brazos me sujetaban y un rostro apareció ante mi decadente vista, y por fin caí en un profundo sueño…

 

´´Al abrir mis ojos me di cuenta de que no estaba en mi desolada realidad. Di unos cuantos pasos en el extenso prado, la luz era muy clara y una suave brisa, con un perfumado olor, recorría juguetona por los delicados pastos. Estos eran de un verde excepcional, que al mirarlos transmitían alegría la cual no llegaba a mis ojos.

Todo a mi alrededor contrastaba conmigo. Todo era tan alegre, lleno de vida y esperanza, la cual yo no llegaba a creer… era obvio que esto no era la realidad.

Mi realidad…

Aquella desolada y desamparada realidad. Mi vida. Mi mundo.     

Camine por un pequeño sendero y llegue a un majestuoso lago, a sus orillas se mecían largas plantas de bambú. Al acercarme pude observar mi reflejo, mis negros cabellos revoloteaban junto a la brisa, mis pálidos labios pedían a gritos tomar de aquella agua cristalina, en mis grises ojos se notaba la profunda tristeza que últimamente me acompañaba.

Tal vez no debí de tener aquella pequeña esperanza, no debí de hacerme ilusiones. Así tal vez pude haber evitado el tener otra crisis. Solo así talvez…

Una tierna risa dispersa mis vagos pensamientos.

Miro alrededor buscando a la dueña de tal maravillosa melodía, al fijar mi vista ante la escena que se presenta me es inevitable que una leve opresión en mi pecho se instale. Duele ver el deseo que siempre quise que se cumpliese, sin embargo, ahora se que eso nunca fue, ni será posible.

Una pequeña niña juega alegre frente a sus dos padres, persigue sin cesar a las bellas mariposas coloridas que revolotean a su alrededor, su risa es tan contagiosa, el brillo en sus ojos es único. Sus padres la miran con mucho amor, se unen a ella para intentar tomar una.

Después de realizar tanto movimiento físico todos se tiran cansados sobre el suave prado. Recuperan energías y disponen de comer la merienda que trajeron, sin duda una bonita tarde familiar.

La niña pregunta ­¿Vendremos aquí todos los fines de semana?

A lo que la madre responde Claro que si pequeña. ¿No es así cariño?

Y su padre lo reafirma Por supuesto princesa, cuando lo desees vendremos a este maravilloso lugar.

Y sin mas se disponen a retirarse, todos con una felicidad indescriptible para una niña de solo cinco años.

La escena desaparece…

Esta demás decir que la niña que veo soy yo? Que sus padres son mis padres? O lo poco que recuerdo de ellos? Que esta es una escena la cual realmente viví y desee por muchos años que se volviera a repetir? Que desee que cumplieran con su palabra? Sin duda mi niña interior sigue herida, aun no supera que le hayan arrebatado su felicidad, y se niega a aceptar la verdad.

Por poco creí que tal vez había una forma de devolverle una parte de aquella felicidad. Realmente creí que podría recuperar el tiempo perdido y que volvería a regresarle el brillo en sus ojos a mi niña interior. Pensé que aún había esperanza para reconstruir mi deseo anhelado y mi añorada infancia.

Un viento fuerte sopla, generando escalofríos en mi ser. Nubes oscuras se aproximan anunciando una pronta tormenta. El hermoso valle desaparece y tinieblas se hacen presentes. Camino apresuradamente buscando algún refugio, buscando un lugar seguro como hace algunos años atrás…

Como cuando me toco vivir de hogar en hogar, si es que se puede llamar hogar a casas vacías llenas de problemas, casas de familiares que se turnaban para supuestamente cuidarme, dejando de lado mi propia seguridad. Fueron verdaderas épocas duras donde aprendí a valerme por mi misma, donde tuve que crecer a la fuerza.

Pero no todo fue tan malo, veo una pequeña luz la cual me guía a una cueva, donde hay una simple fogata encendida que parece que en cualquier momento puede apagarse, sin embargo, no lo hace. Estando a su lado su calor me transmite y me siento segura, es un lugar provisional que me acompañara durante la tormenta, y yo estaré eternamente agradecida por ello.



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En el texto hay: alegria y tristeza, dolor amor

Editado: 28.03.2023

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