Durante décadas se ha hablado sobre ese hermoso castillo que reposa sobre esa cascada. Lo cierto es que en mi corta vida he venido demasiadas veces a verlo, pero nunca he optado por entrar, de hecho, ni siquiera se puede. El castillo esta recubierto por una capa mágica más dura que las escamas del dragón más viejo e imponente que el dragón más joven.
La primera vez que lo ví solo estaba pasando por la zona, mi pueblo natal se encuentra algunas noches caminando al sur, pero la zona comercial más importante del país se encuentra justo al norte de mi pueblo, se llama: Hopeb, es una zona tranquila habitada por básicamente todas las especies que viven en el mundo y donde se entiende que cualquier persona que ingresa pasa a ser “Amigo” de las demás especies. Ese lugar no tiene gobierno ni leyes y la verdad es que no las necesita, la única “regla” es: Vive y deja vivir.
Es un sitio con cero delincuencias y a su vez por extraño que parezca, cero viviendas. Las personas que están ahí viven todas en la lejanía y van diariamente a ofrecer sus productos, podríamos decir que en realidad es un mercado gigantesco, donde hasta el más malvado del mundo entra con paz a hacer el bien. Regresando al tema del castillo, la primera vez que lo vi no pude quitarle el ojo de encima, como un Enano que soy la construcción, estructura, los detalles son mi fascinación y ese castillo reboza de cada uno de ellos, no entiendo bien qué tipo de estructura es, no sé si es élfica o humana, pero estoy seguro que Enana no es, y por raro que parezca cada que paso no veo que haya personas intentando entrar o criaturas que salgan o se asomen por sus muchas ventanas, y lo que más curiosidad me causa es el hecho del dónde está construido, generalmente un castillo así es signo inequívoco de una gran ciudad con múltiples riquezas, pero en este caso el sitio está solo, no se ve que haya habido antes alguna civilización aquí y claro está que mucho menos ahora, parece un sitio olvidado.
Las veces que he llegado a la Hopeb y he preguntado a los mercaderes que, si alguien sabe que pasó ahí, nadie parece saber la respuesta, incluso algunos ni siquiera saben de qué castillo les hablo, y sé que es real porque hay otros que, sí que lo saben, solamente no les da curiosidad saber qué hace un castillo en medio de la nada arriba de una cascara protegido por una poderosa barrera mágica que impide el paso a básicamente cualquiera, o eso creo.
Como todos los días al momento de ir de camino a Hobep mi camino se cruzó con el castillo, la cosa diferente de otros días es que ahora si había más gente, bueno una sola persona en realidad, aunque ya eso es demasiado para los tiempos normales donde usualmente solo estoy yo y la soledad misma.
Hola, amigo. - Dije amigablemente mirando fijamente a esa criatura que observaba con detenimiento la barrera del castillo.
¿sabías? - Comenzó a platicar sin mirarme. - Esa barrera. - La señaló y ahora si me miró por apenas unos segundos. - Fue creada por un Elfo de la antigüedad: Groro. - Concluyó.
¿Groro? - El nombre no me sonaba de nada, y lo cierto es que, aunque esta criatura que veo parece un Elfo, no sabría decirlo con certeza, usualmente ellos son hermosas criaturas, de refinado hablar, vestimenta holgada y altos. Pero esta criatura, aunque similar, no es un Elfo, al menos no uno común y corriente. - ¿Qué eres? - Pregunté.
Es grosero preguntar sobre la especie, ¿Sabías? - No parecía molesto, solo quiso añadir el comentario, aunque tampoco me ayudó a saber qué era él. - Como te decía, Groro fue un Elfo como ningún otro, más fuerte que cualquiera, más astuto que cualquiera y más valiente que cualquiera, y aun así su tumba reside ahí. ¿Cómo murió? - Al decirlo empezó a reír levemente. - Nadie siquiera tiene idea de que Groro murió, esa barrera se encarga de que cuando la cruzas todos olvidan tu existencia.
Pero tú recuerdas a Groro. ¿No? - Pregunté, pues algo en su historia no coincidía.
¡Qué perspicaz! - Rápidamente me dio una palmada en el hombro y regresó a donde estaba originalmente.
¡Cómo hiciste eso! - Dije alarmado, él se acababa de mover varios metros en un abrir y cerrar de ojos, esta criatura es realmente peligrosa.
Me alejé algunos pasos y me puse completamente a la defensiva, me aterró lo que hizo, estaba claro que no quería herirme, pero aun así la sospecha sobre sus orígenes y la claridad sobre sus habilidades no hizo más que preocuparme demasiado.
Tranquilo. - Dijo con una voz muy dulce, giró su cabeza, sus ojos chocaron con los míos y sin explicación alguna comprendí, que él no quería herirme, en verdad no quería hacerlo. - No planeo herirte, mi especie nunca actúa impulsivamente, a veces ni siquiera después de ser atacados, claro que no es mi caso, pero no planeas atacarme, ¿O sí?
... - Rápidamente negué con la cabeza y relajé mi cuerpo quitando mi postura defensiva. - No. Solo me sorprendí, no esperaba conocer a alguna criatura con tus habilidades y me dio miedo.
Es esa misma, la razón por la que nos ocultamos. - Sabemos que damos miedo, pero somos tranquilos.
¿Y qué eres exactamente? - Volví a preguntar, pero solo rio levemente e ignoró mi pregunta, por lo que decidí ya dejar esa pregunta atrás.
Solo pestañeé un momento y esa criatura desapareció, alcancé a escuchar un susurro que decía: “Nos volveremos a ver” Y no volví a saber nada más de esa criatura, o al menos no por ese día. Llegué al Hopeb me concentré tanto como pude en mi trabajo y regresé a casa, la noche sacudía los árboles de forma violenta y se escuchaba como toda crujía de una forma sin igual, de pronto el mundo comenzó a temblar y escuchaba a la distancia gritos y quejidos, la verdad no sabía de donde provenían y por más que intentaba agudizar mi oído no podía dar con el origen. Mi pensamiento me llevó a creer automáticamente que esa criatura tenía algo que ver en todo esto, es muy sospechoso que apenas verlo todo esto comienza a ocurrir, pero a su vez me es extraño, recuerdo perfectamente todos los sentimientos que tuve cuando lo ví, los iniciales y los finales, tuve miedo, tuve angustia y al final tuve curiosidad y nada más. No creo que esa criatura sea capaz de herir a alguien más, aunque él mismo lo dijo: Si puede defenderse.