Hace ya un par de días, empecé a hablar con una chica de la cual me hice muy amigo. Pero el único tipo de contacto que tuve con ella fueron mensajes por una red socia.
Me olvidé de nombrarlo, ella se llama María. Todo bien hasta que la invito a venirse para mi casa, ya perdí la cuenta de las veces que se lo pedí. Por alguna razón que no sé, siempre que se lo pregunto, responde con un “no” cortante.
Eso no importa, lo importante es que empecé a descubrir actitudes medias raras de ella, como si no fuese una humana realmente. Habla como muy “robótico”, digamos, no tiene entusiasmo para hablar, como si fuese completamente aburrida.
El otro día estaba aburrido, así que, aunque sintiéndome un poco ridículo, revisé su perfil. Otra cosa rara que tiene es que en su perfil, muestra casi nada de actividad, es distinta a la mayoría de las personas que publica hasta cuando está en el baño. Porque no tiene completamente nada de actividad. Pero lo que más me llama la atención, es que yo, soy su único supuesto amigo.
No sé por qué me agrada de tal manera, quizá porque es rara, distinta, no sé.
Sigo intentando de convencerla para que venga a mi casa, pero fracaso.
Llegó un momento en el que dejé de insistirle, ya había perdido la esperanza. Hasta que un día me preguntó donde vivía, yo, obviamente le contesté con mi dirección correcta, para que me conteste “En una hora voy para allá”. Yo, feliz de la vida, lo había conseguido, pero después, me arrepentí de darle mi verdadera dirección.
Estaba tan ansioso que me fijé nuevamente en su perfil. Me di cuenta de que había comentarios de otras personas hacia ella. No logré leer todos, pero recuerdo que la mayoría decían: “Que Dios esté contigo” u otros más negativos, como “¡Demonio, vete y nunca vuelvas!”, me sentí mal por ella, ¿será por eso tan fría?, pensé.
No sé por qué, la busqué en Internet, “María Rivera”, puse en imágenes y…
No sabía si lo que estaba viendo era real o solamente era una imagen trucada, pero estaba ella, María, la chica que iba a venir a mi casa en menos de media hora, en muchas fotos, en el rincón de una oscura habitación, llorando, con ropa muy sucia y gastada.
Un fuerte escalofrío recorrió toda mi espalda, la primera reacción que tuve fue cerrar con llave todas las puertas de mi casa, cerré las ventanas, y volví a mi computadora, a analizar con más profundidad las imágenes, para ver si eran reales. No tenían ningún detalle como un error de modificación, lo que me hizo asustarme todavía más.
Abrí el perfil de María otra vez, con la mala suerte que tengo, me di cuenta de que al revisarlo anteriormente, me salteé la parte donde dice cuándo fue creada la cuenta. Fue creada el 15 de agosto, en el mismo día que la conocí.
¿Coincidencia?, no creo. Escucho golpes en la puerta de entrada, pegué un salto de mi silla y fui a esconderme debajo de mi cama. No sé cómo, pero tiró la puerta de una patada. Escucho sus pasos que se dirigen hacia mi habitación, empiezo a llorar, luego de ver sus ensangrentados pies al lado mío.
«Por favor, vete, me arrepiento, lo juro, no te volveré a molestar, pero vete».
Escucho su voz por primera vez. “Sé que estás ahí, sal de ahí de una buena vez», su voz, no es para nada agradable ni dulce, todo lo contrario, era como un pedido de auxilio, totalmente afónica.
Decidido, salgo de debajo de mi cama, aceptando que no tengo ninguna posible escapatoria. Me levanto con los ojos cerrados, siento su respiración, y su mano en mi espalda, abro los ojos…
Y no hay nada.
Me pregunto si escapó, si se escondió en algún lado, pero no la encuentro, me fijo en el comedor, la puerta está intacta, siento náuseas, después, todo se puso negro.
Me estoy despertando, en mi cama, mi papá está al lado mío, me dice que me encontró tirado en medio del comedor de mi casa, luego de media hora me desperté. Asustado por como lo tome, le conté detalladamente lo que me había pasado, como creí que reaccionaría, me dijo que debía estar alucinando por tantas horas seguidas de computadora.
Con su respuesta, me deja tranquilo, me dice que todo estará bien, y se va hacia el trabajo. Por fin, me calmo, intento dormir, pero no puedo.
Porque sé que María, no fue un sueño, estoy seguro que fue real. Y más razón me doy, cuando la veo igual que en internet, con ropa gastada, lastimada y sucia, en el rincón de un cuarto oscuro.
Mi cuarto oscuro.