Historias de Bolsillo

Otro cuento del Amazonas (I)

Sinceramente, no sé cómo pasó,
solo sé que tenía hambre.

El Mono.

Cuando los tigres solían bailar, existió un mono particular, este mono moraba en el Amazonas. Cuenta la leyenda, que este simpático amigo cierto día, decidió aventurarse selva profunda, mientras, este caminaba con el estómago que le tronaba, decidió refrescarse cerca de un riachuelo, del otro lado se hallaba un viejo armadillo con una cicatriz tomando de aquellas refrescantes aguas. El Mono, observando a su acompañante, decide sacarle conversación.

—. ¡Oye! Armadillo, ¿Qué haces por aquí? —El armadillo con su cabeza agachas ni corto, ni perezoso responde—.

—. Pues, ya ves, saciando la sed. —El mono pregunta, sabiendo que posee consigo demasiada hambre—.

—. ¿Sabrás donde hay alguna fruta deliciosa que pueda comer por aquí? —El Armadillo se quedó pensando el asunto y respondió—.

—. Bueno… existe un árbol de mango que se cuenta, que si comes de alguno de sus frutos jamás volverás a sentir hambre. —El Mono pensando en lo sabroso que podría ser aquel fruto decide indagar un poco más sobre el asunto, así qué pregunta—.

—. Eso suena muy apetitoso, de casualidad ¿Sabrás donde se halla tan exquisita fruta? —El armadillo, intuyó, las intenciones del Mono, así que le dice—.

—. Te lo podría indicar, sin embargo, es preciso que te advierta que este árbol está protegido por el guardián Boa, para llegar al árbol deberás pasar por él. —El Mono respondió con cierta presteza—.

—. No te preocupes amigo Armadillo, ya sabré yo como lidiar con el guardián. —El Mono comenzó a saltar, a piruetear de un lado a otro, demostrándole las capacidades que este poseía, por otro lado, el Armadillo respondió—.

—. No seas orgulloso de tus habilidades Mono, no es correcto andar por la selva presumiendo algo, que al final no te será útil, ni necesario. —El Mono detuvo al instante sus monadas. El Armadillo bufó—. de igual manera amigo Mono, te diré donde se halla aquel árbol de ilimitados frutos. En lo profundo de la selva, a unos cuantos días de camino, te encontrarás con un río, debes seguir el sendero del río hasta llegar a la desembocadura, allí debes quedarte hasta que la noche sea clara y las luciérnagas se manifiesten tan resplandecientes como la luna en el firmamento, justo entonces, deberás invocar a la Tonina, para que te ayude a avanzar por el río hasta la falda de la montaña, pero, eso sí, debes llevarle un presente, —El Mono se extrañó—. si no llevas el presente, —Su tono de voz cambió a amenazador—. de igual manera te montará en su espalda y te dejará a la mitad del camino para que te devoren las pirañas, si logras llegar, verás una montaña, a partir allí debes adentrarte otra vez selva adentro y si sigues con buen paso, llegarás a los dominios del guardián Boa, debes mostrarte cauteloso y sin temor, él se acercará a ti, te olerá con su bípeda lengua, si encuentra alguna mala intención, te devorará, sino, te hará una pregunta, si encuentra malicia, de igual manera te comerá, si llegas a pasar la prueba, te dejará avanzar… —Realizó un pausa—. Deberás seguir el camino sin desviarte, la montaña te pondrá pruebas en todo el recorrido para desorientarte, si sigues con bien, lograrás llegar al árbol de mango, que se encuentra en lo alto. Pero, es una lástima que nadie haya llegado tan lejos. —El Mono se lo queda viendo, hasta que el Armadillo se da la vuelta y el Mono lo ataja diciéndole—.

—. Gracias amigo Armadillo. —El Armadillo le echa un vistazo con su pequeña cabeza para observarlo dar media vuelta y retirarse de allí—.

 

El Mono se encamina selva adentro, después de mucho caminar, llegó a la desembocadura que le había mencionado el viejo Armadillo, allí esperó unos cuantos días. Cierta noche, el Mono ya se sentía frustrado, porque pensaba que el Armadillo lo había engañado, de repente, se tiró en el manto de hojas que había armado para ser su lecho de descanso, se dispuso a observar el cielo, estaba claro con una hermosa luna llena que resplandecía con fulgor, no se hallaban nubes, las luciérnagas se hallaban brillantes, hasta que lo recordó. Se levantó, se colocó en la orilla del río y la arena y comenzó a llamar.

—. ¡TONINA! ¡TONINA! ¡OH HERMOSA! Te invoco ya que necesito de tu ayuda. —El Mono quedó a la expectativa, pero por más que lo intentó, nada pasó, hasta que algo se escuchó proveniente del agua, el Mono percibió a alguien que decía—.

—. ¿Quién osa a llamarme y no se muestra? —El Mono se alegró y exclamó—.

—. ¡YO! —En el río se asomaba a la luz de la luna rebotando en aquella cabeza pálida con un cierto toque de ámbar surgida del río—. Disculpa que te haya molestado así, pero, te invoqué porque necesito de tu ayuda. —La Tonina respondió—.

—. ¿Cómo qué será? —El Mono siendo astuto y sabiendo que no pudo conseguir un presente para la Tonina dijo—.

—. ¡Oh Tonina!, He venido de tan lejos hasta tu presencia, ya que mi pueblo está pasando hambre y el anciano de mi comarca me ha enviado en una búsqueda, para hallar un árbol de mango por el cual su fruto nos pueda salvar de aquel mal. —La tonina escuchando aquellas palabras se conmovió, sin embargo, se mantuvo firme—. lamento no haberte traído algún presente, pero como verás no tengo nada para darte, me entristece el alma, no poder darte algo a cambio. —La Tonina respondió un poco cauta—.

—. De verdad ¿Qué no me has traído nada? —El Mono negó con la cabeza—. ¡Oh!, es una lástima querido Mono el no poder ayudarte. —La Tonina emprendía su partida cuando el Mono le detiene con estas palabras—.



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En el texto hay: aventura, aventura relatos muy cortos

Editado: 25.02.2024

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