Historias de Bolsillo

El Recluta innecesario. (V)

Giros emocionales, de vez en cuando hacen falta.

Anónimo.

 

Unas horas de triste agonía en la carretera, nos trasladaban a la base militar a las afueras de San Francisco. Un sujeto que se encontraba frente a mí me exclama.

—. ¡¡Hey Pfis!! ¡Oye! —Llevé mi mirada hacia el sujeto—. ¿No te parece todo esto una locura? —Solo asentí. No tenía muchas ganas de echarme una conversación en ese preciso momento, solo pensaba en mi perro, Brando—. Es decir, todo esto de los extraterrestres. Había pensado que éramos los únicos en el universo. —Un sujeto que se encuentra a tres puestos de su lado arguye—.

—. Solo un tonto puede pensar eso. —Bajó su tono de voz, y tan solo susurraba—. Yo lo sabía, nosotros no somos los únicos en la faz del universo, el gobierno nos ocultaba cosas, ellos, ellos son los responsables de todo lo que está sucediendo, es lógico pensarlo. —Este sujeto concentró su mirada en mi—. ¡Oye...! —Hizo una pausa, eché mi mirada hacia otro lado—. ¿No eres tú la persona que entrevistaron en la televisión? —Por alguna extraña razón, no pensaba en ese momento que alguien me reconociera—. ¡POR SUPUESTO QUE SÍ! —Alzó su voz—. ¡ERES TÚ!, ¡ESCUCHEN TODOS! ¡AQUÍ TENEMOS A UNA ESTRELLA DE LA TELEVISIÓN! —Uno de los soldados dijo a regañadientes—.

—. ¡¡¡SILENCIO!!! —Este sujeto, el que termina de anunciarme al público, me pregunta—.

—. ¿Qué hace una persona tan famosa en un camión militar? —El otro sujeto le responde—.

—. No te parece obvio. Está cumpliendo con el compromiso de su deber patriótico. —Asentí y solo sonreí sarcásticamente, el otro sujeto exclamó—.

—. ¡Oye! Dejémoslo tranquilo, esperemos a ver que tiene que decirnos. —Realmente no deseaba responder, tan solo le eché una mirada y observé hacia la carretera, el otro sujeto se indicó—.

— ¡Hombre! Tan solo dejémoslo tranquilo. —El otro sujeto se echó hacia atrás y no hubo más conversación—.

 

Hubo silencio un rato más, hasta que al fin llegamos a la base. El camión se detuvo, los militares se bajaron y de pronto, los camiones, emprenden su marcha nuevamente, nos adentramos ahora sí, en las profundidades de la base militar, desde mi perspectiva podía escuchar la algarabía del sitio. El camión avanzó un tramo llevándonos a un galpón, allí los militares nos hacen descender del camión, así que, todos comenzamos a bajar y como de costumbre bajo al último. Al bajar, observo un gran avión, para ser preciso un “Hércules” o era lo que me pareció, del lado derecho varías tanquetas, en la parte de atrás, varios helicópteros, justo entonces, me percaté, que nos encontrábamos dentro de un hangar. De pronto, se escuchó una voz firme y ruda.

—. ¡¡A VER HOLGAZANES!! ¡¡¡SOY EL TENIENTE CORONEL GUTIERREZ!!!, ¡¡¡SOY EL ENCARGADO DE ESTE INFIERNO, EN EL CUAL USTEDES ESTARÁN POR UN TIEMPO INDEFINIDO!!!, ¡¡¡AQUÍ APRENDERÁN TODO LO NECESARIO PARA COMBATIR A AQUELLOS QUE TRATAN DE IRRUMPIR NUESTRO SAGRADO SUELO!!! ¡¡¡A FORMARSE PATETICA BOLAS DE EXCREMENTO!!! —Cada uno de los presentes comenzó a formarse, todos comenzaron a correr formando muchas columnas, como es habitual, me quedé al fondo—.

 

De repente, por encima de nosotros se escucharon varios helicópteros sobrevolar el galpón, inmediatamente varios militares comenzaron a mover la fila humana. Comenzamos a caminar todo el lugar hasta salir de allí, desde mi punto de vista, todo el sitio se encontraba conmocionado, camiones saliendo de la base militar con diversos contingentes, una gran variedad de helicópteros, con sus inmensas aspas rotativas esperando a despegar, camínanos hasta otro sitio, nos introdujeron dentro de un edificio, dentro del mismo reinaba el caos, un militar nos hizo pasar a una habitación inmensa, dentro de ella habían varias banquetas, como esas banquetas de iglesia, cada uno de nosotros se sentó, y como siempre me quedé al fondo, dentro del lugar, se generaba murmullo entre todos los que llegamos allí, cada quien conversaba sobre el tema de boga. Dos militares hicieron acto de presencia. El primero en aparecer, una mujer, con el cuerpo muy fornido, con su indumentaria militar, debía medir un metro setenta y cinco más o menos, posee en su cinto su arma de reglamento, además de poseer una mirada muy ruda, esta soldado lleva una tableta con un lápiz digital, el segundo en presentarse, un hombre, debía medir un metro ochenta, este poseía su indumentaria militar más una cachucha y su adminículo de estatuto, ambas indumentarias eran de camuflaje, habitual en los militares, eso me recordó aquel sujeto de la tienda para zurdos. La mujer tomó la palabra.

—. NO TENEMOS TIEMPO PARA PROTOCOLOS. —Todos los presentes silenciaron al instante—. Si están aquí, es porque ya saben lo que se encuentra sucediendo en estos momentos. Tenemos a miles de hombres de todas partes del mundo combatiendo contra estas fuerzas invasoras, justo ahora, no somos suficientes para combatirlos, por ende, necesitamos de su valiosa colaboración. —Uno de los reclutas levantó su mano—. Dejemos las preguntas para el final. Serán divididos en grupos, cada uno en su destreza y habilidad, —Entonces pensé, “No poseo ninguna habilidad, más que la de esconderme en tiempos difíciles, es más, no debería estar aquí en este momento”, terminé de pensar—. En este momento el mundo los necesita. —El sujeto que se encuentra a mi lado izquierdo lo observaba ansioso, como queriendo salir a combatir, se estrujaba las manos y sus pupilas por leves instantes las observé dilatadas, es como si fuese una clase de psicópata o algo así, simplemente desvié mi mirada hacia otro punto, de pronto, siento que alguien golpea mi brazo, instintivamente echo un vistazo para observar de quien se trata, y era un sujeto que se encontraba a mi derecha, este sujeto me dirige la palabra—.



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En el texto hay: aventura, aventura relatos muy cortos

Editado: 25.02.2024

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