Es exactamente las 00:00 horas de un 27 de junio. Estaba caminando por ahí. Suelo ir derecho por el callejón del olvido. Me habían dicho de chico que en él, la gente se olvida de las cosas importantes. Era lo mejor necesitaba olvidar. Olvidar la pérdida, los estragos de lo que había sucedido. El virus había sido letal, cuando apareció todo cambió para siempre, y nada fue igual. No hubo tiempo de curas, ni soluciones expeditas. La cuarentena estaba en plena calle, pero decidí salir igual a ese lugar.
Eran fabulas lo que se manifestaba también. Esas que te hacen temblar de preocupación. Al ingresar pude notar que el callejón tenía unos bellos grafitis interesantes de dibujos anómalos de seres irreales y caricaturescos. Alguna frase adorna esas vetustas láminas de cemento manchado del tiempo. Hay una frase particular en aquella cuadra que manifiesta: ...."el olvido está lleno de placeres, es parte de su trabajo aprovecharlo"
Tan despreocupado estaba entonces llevando un atuendo de frac. Camisa blanca, pantalón color crema y un suéter de cuadros estilo escoces me encontraba cómodo conmigo mismo. Se cruzó entonces ella, de vestido blanco, y chaqueta color negro. Los colores se entremezclan con los de las paredes desatendidas. Por un instante me olvide de todo salvo de esa dama. Curioso aspecto, y tal vez raro que aquel ser me pudiese mirar, y sonreír ante un individuo de tez pálida con ojeras. Que se intercambiase miradas era prodigioso. Como cruzar espadas en una guerra de amor. Su andar era el mismo que el mío, y como tenía que suceder ella se detuvo antes que pudiese trabar el freno.
- ¡Disculpe pero me he extraviado! – expresó
- ¡Algo así! suele ocurrir en este lugar – le aclaro, y observo en un plano externo el panorama que inserta el oscuro cielo estrellado - ¿digamos que no sabemos porque estamos aquí?
- Tal vez algo, más allá de lo interesante.
- ¿Cómo dos almas cuando se unen por distorsión del espacio y tiempo?
- Quiere decir,..¡mmm!.. ¡casualidad!
- Y puede que por locuaz grandilocuencia de los héroes, ¿para agregar algo más?
- ¿Quiénes héroes?
- No lo sé, me he olvidado. Todo lo que charlemos podría perderse, ¿no le parece?
- Aquí en frente hay un café.
- ¿mujer invitando a un hombre una taza de café?
- ¡Suena muy machista! – se ríe
- No, suena especial y valiente de su parte. De esos héroes me refiero. ¿Esos de los cuales no recuerdo bien que lograban?
- ¿Vencer los miedos?
- ¡Quizás!. Vayamos antes que sea tarde
- La luna ilumina lo que los faroles, ¿se dio cuenta? – expresó
- ¿Y con ello?
- No lo sé. Me gustan los juegos de colores. Me gusta que la magia sea el solo hecho de ver unas luces que viajan del cielo a la tierra y que ante tanto camino descubran que no están solas que hay alguien esperándolas.
- Siempre acabamos llegando a donde nos esperan comentaba un escritor – le aclaro
-
- ¿Quién fue? – se toca el mentón la dama del pelo oscuro -
- ¡No recuerdo! ¿ni siquiera sé porque dije esto?
- ¡No perdamos tiempo!
- Para nada.
Caminamos a la par, sin diferenciar huecos de espacios. Al llegar un cartel que manifiesta: "Su vida es Aleatoria". Frunzo el ceño, y calculo en mi introspectiva mente tal frase. Giré la perilla, y abrí la puerta de madera hinchada de humedad con una ventana de vidrio opaco. Ella me miró e ingresó; luego continúe su recorrido como quien no quiere perder cada segundo de la felicidad que se haya. Tomamos una mesa junto a la ventana de cortinas floreadas que guardaba un espacio impertérrito para nosotros dos. Aquí la memoria se mantiene, pues los poderes de la calle del olvido solo surten efecto para transeúntes que van y vienen, liberándose del hechizo de la perdida de la capacidad del recuerdo. Algunos vagos se los puede ver tirados en sus esquinas un poco de un lado y un poco del otro. Y los que sufren de amor. Esos quieren vivir en ella, aunque sea imposible adquirir un departamento que vacié los lamentos. Pedimos dos cafés como es costumbre aquí, y con cierta rapidez el mozo fue y volvió. Las tazas se encargaron de romper los cimientos del dialogo cuando en un primer sorbo una le guiña el ojo a la otra y lanza un pregunta retórica de esas que intrigan.
- ¿Por qué me habla? - Suspira ella con su parsimonia -
- ¿Por qué, qué?
- ¿por qué estás aquí? – apoya su mano en la mejilla colocando el codo en la mesa
-
- ¿No lo sé? Solo sé que me siento frio, y raro a la vez. Solo sé que quería olvidar algo, y olvidé.
- También ocurre lo mismo; aunque estoy imaginando algo de ti, y tú de mí, ¿puedo pasar mi mano por tus labios?
- Nunca me habían dicho algo así, pero si puedes.
La tasa dió un sorbo más, y se levantó de la silla extendiendo su brazo y luego su mano, y por ultimo su dedo índice como un puente que une ambos lados de dos mundos distintos. Suavemente acarició con aquel dedo la curva de la sonrisa que a poco se fabricaba en mi rostro hasta concluir su tarea. Acto seguido realice el mismo camino, porque si alguien viene hasta nosotros de esta manera, y luego se va, es tarea primordial ir por ella y devolver el cumplido. No siempre ocurre aquel milagro de la vida en que nos encontramos no solo con nosotros mismos, sino con ese alguien que nos conmueva, marcándonos una
pequeña llama que retuerza los jugos de la boca del estómago. No está nada mal al final de cuentas la falta de memoria, pues de eso se trata el olvido; de perderse para encontrarse. Al terminar el proceso tan simple, y a la vez tan extraordinario nos abrazamos, y luego vino el beso hasta retomar nuestros asientos.
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Editado: 30.04.2024