Historias de la cuarentena

Carta de mi deceso. -

Querida mi deceso fue terrible lo sé, y hasta calamitoso, e inusual, empero fue original. No quise terminar con la clásica soga al cuello; después te ibas a preguntar el porqué de esos ojos desorbitados y una lengua tan rancia con la que propinaba besos. Ojo, tené presente que luego de muerto el cuerpo se descompone y la lengua no podría ser menos. De todas maneras elegí luego el tren y lo ví pasar atestado de gente por lo que desistí, también me da fiaca tirarme, y que mi cuerpo se despedace. No quiero ni pensar que pasaría si el pene termina con un pedazo de cadera por ahí y continúa como alimento de perros y gatos. Dios que dolor y que vergüenza, riéndose la muchedumbre de mi virilidad por los diminutos músculos que de pereza crecen en un tamaño promedio. Se me paso por la cabeza la idea de la pileta. Era fantástica. Arrojarme y dejar que el agua haga lo suyo. Podes creer que el hijo de puta del dueño de la piscina del hotel donde me hospedé para tal plan, le puso más cloro que agua. Me ardían los ojos y salí cagando de ahí. La bronca fue el dineral que gasté por alquilar habitación con piscina. Perdón, vos me conoces soy una cloaca para expresarme a veces. Buenos he pensado una infinidad de alternativas. La del agua la volví a probar en el rio de la plata. Viste que es un pozo sin fondo, aunque tengo miedo que sea un abismo al infierno. Esas aguas de sedimento marrón oscuro que no se sabe que hay abajo. Lo que me faltaba terminar en la casa del demonio. ¡Si, yo quiero ir al cielo! Al final de cuentas lo conseguí, y me fui para el otro lado. Te va parecer graciosa la maniobra aplicada. Fue así, no había vino en casa y me había preparado un estofado de esos que sino caes hoy, será mañana, y me dije no puede ser no hay alcohol, y encontré una botella de Aceite para motores del Chevy que teníamos

 

¿te acordás?. Si era una auto destartalado, ¡aunque bien que te subías!. La cuestión que me agarre una descompostura y fui saltando obstáculos al baño en una velocidad, arrojándome al trono de mármol como un cesto de básquet, o Green en hoyo uno. Cuando me quise acordar, entre la fermentación ambigua de los gases y lo sucedido corrió una suerte de bomba química. Hubo daños soy consciente de aquello. De los caídos en combate, las bajas eran las siguientes: el pájaro jilguero (mejor me tenía podrido cantando a las cinco de la mañana), el gato del vecino, el vecino, y yo. Las pericias médicas y criminalísticas manifestaron en la declaratoria oficial que se había creado una bomba casera. Tuvieron que venir los bomberos y personal del Ceamse (instituto experto en recolección de residuos) con sus carros atmosféricos. Una mierda todo este asunto. La proliferación de heces se expandió como gas metano por la ciudad y tuvieron que evacuar la zona por epidemia tras un virus que se generó en mis intestinos y que según la ciencia era altamente toxico. ¡Carajo! ¿Lo que puede hacer el cuerpo humano no?. ¡Algunos dirán que cagada!, aunque pudo ser peor. Decretaron la Emergencia Nacional en Buenos Aires, proximidades de la provincia, y luego el país, hasta concluir en una pandemia mundial que poco a poco se fue retirando, salvo en la zona donde el hecho ocurrió. Un desastre. Fue semejante en un principio, como en la región de los montes cerca de los Cárpatos, Ucrania Chernóbil en los años 80. Aquí ha pasado tiempo, y algunas plantas y animales, mutaron de forma irracional. Ahora bien, es extraño, pero la ciudad permanece en mejores

 

 

condiciones sin humanos. No comprendo bien estos asuntos, aunque la naturaleza y la barrera de radiación prohibieron el ingreso, y ahora está libre de eso que llaman corrupción, que según aquí en el cielo es la verdadera enfermedad incurable que nos tiene mal. Puedo expresar que es bastante agradable aquí, igual me parece que me van a echar del paraíso. Es que estaba en la fila para trámites burocráticos. Son dos filas de cinco personas. Lo agrupan de forma ordenada, y se ve que en una había un jugador de fútbol, y tiro una bocha. Pintó picado. Hasta San Pedro se prendió. Y en una parte. Pero te juro es cierto, mí compañero, al cual le dicen dentadura (No tiene un puto diente en la boca, por ello no comprendo el apodo) mete un cambio de frente, y me elevo tipo Van Basten en sus mejores épocas en el Milán con una chilena milagrosa. Ya la había hecho una vez en Rio de Janeiro en la playa. Te voy a contar también de aquel episodio. La anécdota es que la agarre de aire, y se la puse en un ángulo a Pedrito. Me levante eufórico, y le grite Goooolll!! La conc de tu madre!!!, ¡¿para qué?! Me tuvieron en capilla unos cuantos días, y encima averiguaron que me quise suicidar; igual estoy planeando una treta legal (El tipo es vivo) para hacerlo pasar como accidente por mi torpeza. Digamos, impericia y negligencia. Uno puede alegar su estupidez. No como la teoría de los actos propios que hay en la Argentina. Bien luego te contaré como continua esta historia. Saludos discretos, Atte......

 




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