Historias de la cuarentena

El aullido de un salvaje. -

Mientras la humanidad vive su decadencia en plena conformación de miedo sobre un agente que domina a los seres en su paranoia de desgaste, y ansiedad. Mientras luchan unos, con otros, hay otros reinos que sufren los avatares de la vida, de los cuales no se preocupan por un virus, sino por otras relaciones. Esta es una historia diferente, pero una historia al fin. -

 

 

 

"El aullido es un sonido que viene desde adentro de nuestro cuerpo cuando ya no puede guardar silencio".

 

 

La llegada al mundo. Acto uno de la vida. -

 

 

 

 

Llegué al mundo, a ese mundo, con apenas unos pocos kilos, y la desgracia de ver perecer a mi familia ante la desdicha de una caza de hienas que arremetieron en nuestro territorio. Para ese entonces mis ojos solo olían lo que no podían ver. Era el aroma del sudor de mi madre que con sus dientes luchaba para defender su hogar. Una polvareda cubría mí cuerpo escaso de valor en carne. Aquel día de muerte fue el principio de mi vida. Al terminar la batalla quedaban algunos pelos al aire, y con la fuerza que pude rescatar de mi nacimiento temprano, pude verla a ella herida en una agonía que parecía normal. Se la veía feliz al sentir que su cría estaba a salvo. Me explicaron que biológicamente estamos destinados a vivir, procrearnos y morir, pero que existe un vínculo secreto que se hereda de generación en generación. Algo que llaman amor que se transmite de padres a hijos. Y ella estaba ahí, olfateando mi llegada hasta recibir mi rostro que lloraba, una caricia de su lengua. Lentamente sus ojos se cerraron para siempre.

 

Lo recuerdo bien ahora que veo el reflejo de mi rostro aquí en este lodazal abrumado por las astillas de un sol infernal que lanza sin cesar. ¿Me preguntaba cómo sería ver algo más que un poco de agua estancada?. ¿Y si yo era eso, agua estancada?

 

 

El recuerdo. Acto dos de la vida.

 

 

 

 

Éramos un clan bajo un líder omnipotente que determinaba todos los costos. Salíamos a cazar en grupos. Presas fáciles. Digamos retoños. A veces se complicaba el asunto, y debíamos pelear por nuestra comida. No entendía entonces lo que significaba vivir en esta sociedad cerrada en donde se repartían los premios del esfuerzo del otro para pocos, y muchos nos mirábamos con una tajada de grasa por compensación al esfuerzo que a veces era la vida.

 

He visto compañeros caer en desgracia. Ismat mi fiel amigo era uno de ellos. Ahora que me observo a mí mismo, veo la herida en mi nariz.

 

- Vamos pelu, que tú eres lento para esto

 

- ¡Eso lo veremos!

 

Ambos canes se lanzan en la furtiva caza de un impala. Ya lo tengo dice Ismat que se arroja a su pierna, pero este lo esquiva y burla golpeándose aquel perro con una piedra. Peluche lo observa sonríe con sus colmillos afilados y mantienes el ritmo de aquel ser vivo que corre para salvarse.

 

Inmediatamente peluche avanza ante una distracción de aquel ser que lentifica su andar como si algo pudiera ocurrir. Peluche se arroja a él, y de un mordico en su estómago lograr herir aquella vestía. Luego asegura con sus filosas uñas golpear la pata trasera, este cae rendido, comienza a gritar en alaridos, mientras los dientes de peluche se clavan en su cadera. Este trabajo es insalubre, pero da para comer y con ello es suficiente se decía aquel lycaon.

 

El animal moribundo lo mira a su enemigo con lastima. Y se desploma. Listo la comida para el grupo, o parte de él se asegura. Solo a esperar que los demás lleguen. Algo huele a podrido en el aire, y los buitres que pululan alrededor lo saben. Rápidamente se escuchan pasos del gigante de melena. ¿Leones?, piensa nuestro amigo. Varios de ellos se acercan con resquemor hasta donde el impala yacia junto a peluche que estaría dispuesto a defender su comida. Desde atrás alguien los tomar por el cuello. Una leona sedienta de sangre lo atrapa y sin remedio no hay opción más que gritar del dolor. Otras tres, el macho alfa aparecen para tomar el botín, aunque es poca carne servirá al rey de aquel patriarcado servil. Otra injusticia. Dos presas en un solo golpe cantarán los nativos del desierto. Una de las leonas aseguró a la ya fenecida presa, en cuanto la otra toma a peluche que no deja de dar batalla. Ismat como un relámpago se cuelga del cuerpo de aquella asesina, y esta sin remedio suelta al perro. Los leones regresan al ver aquella situación, un tanto desventajosa. A Ambos canes guerrean pero no es suficiente. Las garras de aquellos seres son una temible arma. Ismat se reciente ante un golpe en su hocico que lo hiere de muerte. Peluche se acerca a él, pero ya era tarde en tiempo. Otras bestias se aproximaron en ese circo de horror, y las lluvias se hicieron presente como un milagro. Un relámpago fuerte como un rayo que se hizo extensivo en ruidos alarmantes, asusto a quienes pretendían tres cuerpos, de los cuales solo pudieron llevar uno. Hoy con eso era suficiente. No es buen augurio continuar cazando con truenos y el aguacero de piedras que caían del cielo, y se retiraron. Peluche permaneció lamiendo el rostro de Ismat que

 

 

 

 

poco a poco dejaba de respirar. Aún continuaba lloviendo fuerte, y las lágrimas de pelu se hacían notar para perderse con las de su amigo, y luego formar un pequeño hilo como un rio hasta desembocar en un lago artificial producto de la tormenta. Pelu se acercó a ver su rostro, como lo hizo siempre

 

Ismat significa pureza me habían dicho, ahora que lo pienso en esta laguna me veo lo imagino a él, quien siempre ayudaba en todo, y daba lo justo, y me veo a mí, y a ese Dios que aquel día me concedió un cese de fuego a toda esa amalgama de situaciones que el destino me preparaba. ¿Y por qué? Era un joven, y viejo a la vez. Era alguien perdido que no sabía quién era, y era solamente eso, alguien. Ese día el grupo llego y dimos entierro a nuestro amigo, antes que los buitres, y hienas hicieran de, él, su alimento. Y regresamos con lo que teníamos. Con los que nos costó, y nos cuesta.




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