Historias de Techtra

La historia de la fortaleza del conocimiento

Lo primero que se les va a contar proviene del mismísimo castillo del rey de nuestro reino, cosa que me contaron hace ya un tiempo, justo cuando decidí reunir estas tres historias y le estaba diciendo a un amigo cercano que trabaja como guardia de la fortaleza del conocimiento sobre el proyecto.

Esa vez, el mismo se sentía un tanto inseguro si contármelo o no, pues es algo que parece ser un secreto dentro de dicho palacio, pero no me importa. El conocimiento es lo que los magos más apreciamos, y que esté oculto me parece una falta de respeto a nuestros ideales. Debe haber información sobre ello y, con temor a ser reprimido, plasmaré lo que me dijo mi querido amigo sobre lo que vivió hace tiempo dentro del enorme castillo, cuando estaba de guardia durante el turno nocturno en una semana de diciembre.

A continuación, la historia contada con sus propias palabras.

Para iniciar, no existe un turno más exhaustivo en el palacio real. La fortaleza del conocimiento rara vez es invadida, asediada o atacada de alguna manera. Las visitas que son durante el turno matutino y vespertino podría ser el único cambio que tenemos en nuestras guardias, pero son igualmente tranquilas. Dirigir a las personas a hablar con el rey no es para nada difícil en ningún aspecto.

Ya dejando en claro esto, quiero comentar que, en cualquier turno, la planta baja y el sótano del castillo son realmente atemorizantes. No sé si sean los largos pasillos oscuros, el tremendo silencio o la simple sensación de que, sobre todo en la noche, alguien te está viendo.

Creí que era el único, pero muchos de mis compañeros usan visión verdadera para verificar que no haya un fantasma o algo similar rondando. La sala del trono es uno de los lugares más terroríficos por la noche. El gran espacio que hay frente y a los costados del asiento real, las ventanas y los estandartes, lo vuelven un lugar de pesadilla en la oscuridad nocturna. No obstante, siempre estás acompañado, por lo que nadie se queja de ello.

Por mi parte, y de los demás guardias, puedo decir que, efectivamente, la planta baja es el lugar más terrorífico que existe. El primer piso del sótano, el más cercano al punto medio, es sin dudas abrumador, mas no tanto como el que se encuentra sobre él. Las plantas más bajas se hallan repletas de personas, sobre todo los calabozos, así que ahí nadie se queja.

Ahora, para empezar de verdad con lo que me sucedió, debo decir una cosa: no estaba asustado como tal, me encontraba en alerta. Y dos, usé visión verdadera todo el tiempo, por lo que no se trataba de una ilusión o un espectro lo que vi.

Era un martes. Lo recuerdo perfectamente, porque es el día que veo a una chica que me gusta mucho y trabaja en logística de la zona este del reino. Habíamos salido a cenar a un restaurante cercano, comimos mucho y platicamos un montón. Esa noche estaba muy feliz, y como me tocaba el turno durante la noche, me había dormido toda la mañana anterior, por lo cual no tenía nada de sueño.

Caminaba tranquilamente por uno de los corredores del ala oeste al recordar lo bien que me la pasé horas antes. Deseaba usar mi T-pad para hablar con la chica que me traía tan enamorado, pero no nos dejan usarlas en horario de trabajo. Sólo tenemos estos relojes que sirven de intercomunicadores entre el personal del palacio y el rey.

Justo en ese momento, una de mis compañeras me pidió cambiarle el ala del recorrido. Algo que no me sorprendió mucho, pues sabía que le gustaba un chico nuevo que estaba de guardia en un pasillo que colinda con el que tenía en un inicio, así que acepté.

Cuando la vi para hacer la rotación, la noté un tanto nerviosa. Me pareció raro, así que decidí hablar un poco con ella antes de separarnos.

— ¡Hey! Te ves agotada. ¿Por qué el cambio, entonces? ¿Pusieron obstáculos en la sala norte? —Pregunté de manera burlesca, cosa que no le pareció hacer nada de gracia, pues sólo sonrió forzadamente y levantó su mirada. Tenía el rostro perlado en sudor.

—Yo… ¡No! Para nada. Sólo que no me gusta recorrer el mismo lugar toda la noche —se excusó la chica, algo que me hizo reír, porque los pasillos eran exactamente iguales, a excepción de las puertas.

— ¡Vaya! Yo creí que era porque querías ver a (nombre) —fue entonces que ella se sonrojo, y evidentemente lo tomó de pretexto.

— ¡Sí! ¡Me atrapaste, (nombre)! Sé que es un poco acosador de mi parte, pero es que sí me gusta mucho —explicó de forma que me pareció un tanto sincera.

—No lo estás acosando. Sólo quieres conocerlo y ver si tiene sentimientos como los tuyos. No te preocupes.

—Sí tu lo dices. ¡Je, je, je! —Luego de eso, apretó lo labios, miró hacia atrás nerviosa de reojo y continuó apresurada—. ¡Bueno! Me voy a la otra ala. Luego no lo voy a alcanzar a ver —dicho eso, la chica se despidió y se fue a mi antiguo puesto.

Me sentía curioso de la prisa, mas decidí que no debía indagar tanto y sólo apresurarme a hacer mi trabajo.

Durante las primeras horas de la noche no pasó nada relevante. Estuve dando las vueltas habituales, descansé un poco en el medio del largo pasillo cada cierto tiempo como es costumbre, merendé una barra de avena rellena de frutas que me cargo siempre en mis turnos nocturnos y leí un poco un libro sobre anatomía animal que me regaló mi madre.

Justo cuando hacía eso último, a punto de levantarme, escuché pasos. Eso se me hizo raro, porque provenían del lado oeste del pasillo, y la chica que dejé ahí se acababa de ir hace apenas unos cinco minutos. Lo más lógico era que ella hubiera regresado por algo, o que hubiera un intruso.

Fue entonces que me levanté y fui a inspeccionar la zona. Las puertas que se encuentran justo ahí es la de la cocina, la bodega de alimentos y una sala de descanso para el personal de la primera mencionada, al igual que su comedor. Las puertas estaban cerradas perfectamente y no se veían perturbadas, por lo que no me adentré a ninguno de esos lugares.




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