Ésta es otra de las historias que me tienen extrañado, porque no sólo es un tanto reciente, sino que todo mundo quiere hacer como que no sucedió. Sobre todo, los altos mandos de la ciudad.
¿Cómo quieren pasar esto por alto? ¿Qué demonios les pasa?
No sé qué es lo que el rey tiene ahora en la cabeza. Posiblemente me vayan a querer encerrar o incluso exiliar por lo que acabo de redactar, pero no me importa. Soy un mago en toda la extensión de la palabra. Mi familia entera lo ha sido desde hace mucho tiempo, desde momentos en los cuales los humanos no pueden siquiera recordar. Por lo que no me arrepiento de nada.
No tengo miedo de decirlo, estoy en desacuerdo con muchas decisiones del régimen actual, y el ocultar lo que sucedió recientemente en los eventos del cielo escarlata es una barbaridad de proporciones mayúsculas para cualquier mago que se respete.
Todos lo saben, el cielo se volvió de color escarlata hace apenas unas semanas, el 27 de febrero de este año, 3015. Gaia II se sumió en momentos de completo terror al ser los siete reinos atacados por diversas fuerzas que salieron de no sé donde y que, de alguna manera, estaban atentando con destrozar todo lo que conocemos.
Los lideres de todos los reinos, desesperados, se ocultaron y trataron de arreglar las cosas como les fuera posible, sin éxito alguno. Supongo que esperaban algún tipo de señal que les dijera que era el momento de atacar o querían ayuda divina o de alguien que estuviera dispuesto a enfrentar el mal que atormentaba el reino.
Tal fue el caso de nuestro soberano, mismo que asegura se quedó atrapado dentro de su palacio, convenientemente.
Ahora, vamos a comenzar con qué fue exactamente lo que sucedió en Techtra. Qué eventos aterrorizaron a los magos y cómo salimos de ésta.
El día 03 de marzo, durante el cielo escarlata (que ya tenía unos días ocurriendo), por todo el reino, una extraña niebla se hizo presente, a la par que aparecieron estas extrañas linternas de acero mágico, las cuales surgían de un sólo pie desde el suelo y poseían un cristal en medio de su faro, mismo que iluminaba tenuemente alrededor.
Mientras ocurría eso, varios magos comenzaron a desaparecer, por lo que sus familiares y amigos salieron en búsqueda de sus seres queridos, sólo para no volver al igual que los perdidos.
Era obvio, algo estaba sucediendo, y sin dudas se trataba de un evento peligroso, por lo que la mayoría de los habitantes del reino se dispuso a aguardar en sus casas comunicándose con sus T-Pad, algo que pronto dejó de funcionar también el día 4 del mismo mes.
Luego de permanecer encerrado en la biblioteca con varios de mis colegas, el día 7, mi compañero, Juan de las Nieves, el cual trabaja en otra biblioteca y había ido a la mía a entregarme unos documentos y llegó hasta acá sano y salvo. Parecía que cuando salió no se había enterado de lo que pasaba por mera fortuna. Él me dijo que vio lo que estaba sucediéndole al reino, asustado y temblando de un profundo miedo.
Aparentemente, si la luz de la linterna te llegaba a tocar, tu báculo de acero mágico se volvía una linterna, a la par que el cristal que posee el mismo te absorbía todo el mana hasta dejarte paralizado junto al objeto, sin poder reaccionar, ahora encendido el cristal gracias al poder de tu propio mana adquirido.
Juan relató que, por todo el reino, hay linternas y cuerpos de magos a sus pares, esparcidos sin un orden aparente y sin saber por donde inició todo esto.
Era sin dudas una poderosa maldición la que estaba generando todo esto, una ligada a un artefacto que estaba oculto por ahí.
La información era sin dudas de vital importancia, además, que Juan había visto el suceso sin ser afectado, así que le pregunté cómo había logrado sobrevivir. Él mencionó que no lo sabe, por lo que deduje que era porque no llevaba acero mágico con él, y aseguró que dejó su varita en casa, y su báculo en el trabajo.
Me deshice de ambos objetos y le propuse salir de la biblioteca con Juan para compartir la información al rey, mas temíamos que el hombre en cuestión también hubiera sido afectado, por lo que decidimos separarnos. Juan iría a la Sala de las puertas a buscar ayuda de otros reinos, pues no sabíamos la situación que tenían los demás afuera, mientras que yo me dirigiría a la Fortaleza del conocimiento.
Temerosos, y con los ánimos del personal que quedaba en la biblioteca, salimos corriendo hacia la niebla, esperanzados de hacer algo.
Corrí tanto como pude hacia donde el palacio está y las vi, las dichosas linternas que tenían desmayados a los magos del reino, al igual que los cientos de ciudadanos inconscientes que, por suerte, sus signos vitales estaban estables, pues revisé a más de uno con mucho cuidado para asegurarme de ello. El lugar estaba tapizado de las linternas, era como un cementerio gigantesco que se extendía entre la basta niebla, o un campo de batalla donde nuestro reino, sin dudas, estaba siendo derrotado.
Temí ser atrapado en la maldición, pero puse a prueba mi teoría y me acerqué a la luz de una linterna tan pronto las vi. Nada pasó en el momento, había atinado bien a mi teoría, y fue poco después de adentrarme en el desolado lugar cuando lo escuché.
Cerca de donde estaba, pude percibir un montón de cadenas arrastrarse, al mismo tiempo que una sensación helada recorría mi cuerpo de reptil. Sin dudas había un espectro cerca, y lo peor del caso, es que posiblemente estaba relacionado con lo que sucedía.
Volteé y ahí estaba, el espíritu torcido que flotaba cerca de mí y las prisiones malditas. Era un ente vaporoso de largas manos huesudas, recubierto por una prenda vieja y maltratada, misma que le cubría el rostro como si fuera una capucha. El espectro arrastraba largas cadenas oxidadas y sostenía algunas de éstas con su mano derecha, mientras que en la izquierda llevaba una linterna de acabados preciosos, una que distinguí de inmediato de uno de los libros que tenemos en la biblioteca sobre artefactos legendarios.