Historias de Terror (zombies)

RELATO N° 05: DEL CIELO

     Aaron se encontraba en los servicios, oyendo en su móvil a Radiohead, Creep. Como siempre, entró con celular en mano.

     Su madre le ha repetido infinidad de veces que no lo haga, que es asqueroso y que su celular terminará lleno de gérmenes, pero eso a Aaron le da igual.

     Y, como cualquier típico fin de semana, la avioneta empieza a oírse sobre su cabeza.

     Vive en una ciudad altamente turística, quizá no muy tecnológica, ni moderna, pero sí con grandes lugares arqueológicos. He ahí su encanto.

     Sin embargo, algo inusual pasaba el día de hoy y específicamente con la típica avioneta que pasa sobre su cabeza, todos los días (a excepción de domingos y feriados). Ya hace más de media hora que va dando vuelvas sobre un mismo eje. “Eso es raro, –pensó–, inusual”.

     Y sus ideales de escritor frustrado empezaron a crear una historia, que se vio bruscamente interrumpida por una explosión.

     El motor de la avioneta dejó de rugir y un golpe apagado se oyó en el techo. Entonces, por la ventanilla del baño se asomó un rostro ensangrentado, casi desfigurado del todo y envuelto en llamas.

     Aaron se paró y corrió como pudo a cerrar la puerta que da al patio. La madre estaba viendo novelas, en la sala. Le contó lo ocurrido, atropellando su lengua y siendo poco afín. Y empezó la desesperación.

     Gente afuera gritaba alocadamente. “Mi hermana”, pensó. Tomó el teléfono de Marta, su madre y marcó. Aaron nunca tiene saldo, pero de todas las emergencias por las cuales le decían que debía tener crédito, un apocalipsis zombi era lo último que estaba en la lista.

     Mientras Aaron escuchaba los timbrazos y se relajaba lo que podía, dentro de esa complicada situación, empezó a sentir una comezón en el rabo y recordó que salió de los servicios tan a prisa; que no tuvo tiempo de subirse el short y mucho menos de limpiarse.

     Tres timbradas y contestaron, era la voz de un hombre: El profesor.

_ Aló, profesor Mateo, soy…

_ Sí, ¿Con quién hablo? –dijo lo más neutral e inexpresivo posible.

_ ¿Con quién diablos cree? Déjeme terminar de hablar y lo sabrá, soy Aaron, el hermano de Merly…

_ Soy el tutor de esa alumna y déjeme decirle que su actitud le hará perder mi curso, además, le enseño matemáticas.

_ Eso es lo que menos me interesa saber ¿Ya llegó Merly?

_ Más le vale modular su tono, que se encuentra en altavoz, jovencito –musitó el profesor Mateo–. Merly está abajo, sacando unas copias.

_ ¡Genial! Escuchen todos: “Lo que se veía en las películas, se está cumpliendo, por favor, no salgan de sus salones”. Y profesor, avísele al conserje, que cierre bien las tres puestas de ingreso al colegio.

     Antes de que Aaron pudiera decir más, el profesor había colgado la llamada, pensando que era una estúpida broma, no sabiendo que esa decisión le iba a costar muy caro.

     No menos que veintisiete vidas. El mismo número de estudiantes bajo su cargo.



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En el texto hay: historias cortas, terror, suspence

Editado: 28.08.2020

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