Historias de Terror (zombies)

RELATO N°13: SALVACIÓN

     Parece increíble y es poco probable, pero semejante desgaste (físico y mental), hizo que el descanso de una noche de Aaron, se convierta en uno de tres días de sueño ininterrumpido. Es su manera de escapar de la realidad, o al menos, de intentar escapar. Fue un método desbaratado. Inútil.

     A pesar de las pesadillas recurrentes con la muerte de su madre y hermana, en las cuales revivía constantemente el momento en el que no pudo salvarlas, a pesar de que se martirizaba, no quería despertar. Y el bucle seguía y seguía

     Acaba de despertar y es más fácil alejar esos pensamientos estando lúcido. Era momento de emprender camino, rumbo Sur.

     Antes, debía preparar algunas cosas para el camino. Suerte que estaba alojado en un pequeño market y tenía suministros suficientes para un viaje largo. Lo malo: no tenía mochila donde llevarlos y las bolsas plásticas se romperían. No permitirían llevar tanto peso.

     No había canastas, pero sí un carrito. Algo descabellado, para una tiendan tan pequeña, en la cual el carrito ni si quiera podría circular con libertar.

     De todas maneras, no estaba allí para criticar. Lo tomó y lo llenó de cosas. Sobretodo agua y bizcochos. Algunas frutas, que no se pudran rápido y que no sean tan delicadas, como manzanas y naranjas.

     Teniendo todo listo era momento de partir, como adicional, cogió un rastrillo, que raras vez veía utilizar a los dependientes del lugar.

     Empujaba el carro a lo largo de una ancha autopista de cuatro vías. Con el rastrillo en el manillar, al alcance de la mano, si es que tenía necesidad de usarlo.

     Un fuerte ruido se escuchó detrás. Un rugido inmenso. Pero no eran ellos, era un auto.

_ Vamos, mátalo –le ordenan.

_ Ellos, no. Ellos. No son lo suficiente…

_ Tú tampoco eres lo suficientemente inteligente y estoy segura que podrías empujar un carrito. ¡Atropéllalo ya!

_ Sí, Linda –respondió, bajando la cabeza todo lo que su rollizo cuello le dejaba.

_ ¡Salvadora! –espetó su interlocutor.

_ Sí, Salvadora –se corrige Duncal.

     No tuvo opción. No quería hacerlo. Pero ella mandaba, los mantienen con vida. Hasta ahora no ha tomado decisiones erradas. Aunque él le ha salvado una vez, en estos siete días juntos, ella le ha salvado como ocho. Además, dos jóvenes se regocijan bajo su cobijo de protección de aquellos. Es buena, aunque muy radical con la encomienda de Dios.

     Antes de que Aaron pudiera hacerse a un lado, ya tenía la camioneta. Primero impactó fuerte en su costado, reventándole el pulmón y rompiéndole casi todas las costillas, a excepción de la flotantes.

     Luego, su cabeza impactó contra el capote, estuvo vivo todavía o al menos, consciente lo suficiente, como para oír un grito agudo en el lado del conductor y dilucidar un rostro blanco y ojos pequeños. De allí, no hubo más.



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En el texto hay: historias cortas, terror, suspence

Editado: 28.08.2020

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