CARTA 1
Querida Dana:
Te extraño. Llevo apenas 2 días en mi nuevo “hogar” pero muero por verte. No me siento a gusto si no estás aquí, mi mamá trata de encontrar algo que pueda gustarme pero hasta ahora ha fallado, mi papá apenas ha estado en casa, su nuevo trabajo le quita todo el día, igual estoy acostumbrado a no verlo. A diferencia de a ti.
Espero que las cosas estén bien por allá, no sé si sea raro preguntar eso. Deberías ver mi cuarto, por lo menos es más grande que el anterior, y tiene vista al jardín, puedo ver a Rex persiguiendo a los valientes pájaros que intentan beber de su bote. Probablemente él también te extrañe.
En dos días entro a la nueva escuela, está muy cerca, puedo llegar caminando pero sabes como soy de impuntual así que eso solo empeora las cosas, y ahora no estás aquí para carrerearme.
Te dejo por ahora, te escribiré pronto mientras espero que ésta carta te llegue.
Por favor no me olvides.
Te ama.
Charly.
Cuando la escuela a la que asistes tiene todos los grados escolares, desde kinder hasta preparatoria evitas los nervios y ansiedad normales a un cambio de escuela, normalmente estos saltos entre niveles académicos traen consigo conocer gente nueva, adaptarte a un nuevo ambiente y entrar a un universo completamente nuevo.
Charly había cursado toda su vida escolar en una sola escuela, desde los 4 años hasta los 15 había tenido los mismos amigos, los mismos pasillos, patios y salones. Ahí había mojado sus pantalones (no en todas las ocasiones a edad temprana), ahí había participado 6 años seguidos en el bailable escolar hasta que se lastimó la rodilla al caerse en las escaleras. Ahí mismo jugó a la Ouija y había tenido su primer amor, Deyanira, quien también le dio su primer corazón roto.
Más adelante en secundaria ahí vivió su primera suspensión, su primer reporte por mala conducta, y su primer día de pinta, y finalmente, ahí es donde conoció al amor de su vida, Dana. En primero de secundaria ella llegó, sus padres habían decidido que en una etapa tan crucial como la adolescencia preferían tenerla en una escuela privada, donde tuvieran más reglas. Y eso fue una bendición para Charly, que desde el primer minuto babeó por ella, aun cuando tardó tiempo en hablarle y aún más en lograr ser su novio, al final lo logró, y con ella había vivido los mejores momentos de su vida, pero ahora la vida los había separado.
La nueva casa para Charly solo era un enorme agujero, al igual que toda esa nueva ciudad, le resultaban extraños y le causaba un nudo en el estómago ya no tener a Dana.
CARTA 2
Querida Dana:
Hoy fue mi primer día en la nueva escuela, no fue tan malo como hubiera pensado pero es muy diferente a Jorge de Gante, es más pequeña y no ves niños por ningún lado, solamente es preparatoria así que solo hay chicos de mi edad. Estoy en un salón con otros 30, hay quienes parecen agradables pero en realidad no conozco bien a nadie, como quisiera que estuvieras aquí, no necesitaría a nadie ni nada más.
Las clases como te imaginarás únicamente fueron presentaciones, conocer el temario y cómo nos calificarán, nada del otro mundo, espero que los días vayan siendo mejores porque hoy fue muy aburrido y sin chiste.
En temas más importantes, hoy te dibujé, o eso intenté, tome una libreta que había comprado para anotar mis tareas y comencé a bocetear, tu nariz delgada, tus ojos pequeños y tu cabello lacio, realmente creo que era un mal dibujo pero yo podía verte ahí, te sentí conmigo por un instante. Siendo honesto no pude concentrarme en ninguna clase realmente, pensé mucho en ti, miraba tu dibujo, recordaba nuestros recesos juntos, las clases juntos, haciendo equipo y “haciendo” tareas en tu casa, demonios, odio esto, odio que no estés aquí, odio haberme ido, odio mi nueva casa y mi nueva escuela, odio no tenerte a una combi de distancia. Te amo.
Charly
Los días siguientes no fueron muy diferentes, las clases eran ruido blanco para Charly que no lograba concentrarse ni lograba encontrar el menor interés en conocer a su nuevo grupo, simplemente se sentaba solo en algún asiento de la última fila, sacaba su libreta y comenzaba a garabatear, al final escribía el nombre de Dana una y otra vez, preguntándose cuándo la vería de nuevo.
Así transcurrieron las cosas por unos días hasta que inevitablemente tuvo que participar en actividades que implicaban a otro ser humano.
- ¿Tú qué opinas? - dijo una voz - ¡Hey! ¿Estás ahí?.
- ¿Eh? - reaccionó Charly al sentir que alguien lo tomaba del hombro.
- ¿Estás drogado o algo? - preguntó otra chica de su mismo grupo.
- No… - no sabía qué le habían preguntado - estoy bien.
- Ok - contestó irónicamente.
- No les hagas caso - le dijo en voz baja alguien a su espalda.
- ¿Cómo? - volteó Charly.
- Que no les hagas caso - dijo una chica que nunca había visto.
Al terminar el trabajo en equipo ella se sentó junto a él y las pocas veces que llegaron a cruzar miradas ella siempre sonreía, iluminando su cara y con una felicidad que casi era contagiosa.
Pasaron los días y aquel encuentro ocasional resultó ser la primera de muchas ocasiones en que ambos se sentaron juntos, según fue descubriendo después de varias conversaciones, la chica que parecía siempre feliz se llamaba Paola, le gustaba mucho leer, era adicta a las paletas con chile y tenía un gusto casi obsesivo por los gatos.