Santa Claus asesino
Capítulo 1
El cuarto de interrogatorio era el lugar más incómodo en el que había estado Santa Claus, su amplio trasero apenas cabía en la silla, y a pesar del frío invernal sudaba como nunca lo había hecho. Era un pequeño y oscuro cuarto donde solo había un espejo (de doble vista, sin duda) una mesa y dos sillas.
- ¿Por qué lo hiciste? – dijo el frío detective Ramírez, mirando a Santa fijamente a los ojos.
- Yo no hice nada – respondió Santa con incredulidad.
- ¿Y entonces por qué sudas como cerdo? – el detective rió.
- Hijo, primero lo que vi… luego me trajeron acá, eso no es normal, y para finalizar piensa que si no me sueltan pronto los niños del mundo se quedarán sin regalos, todo eso me hace sudar.
- Pues mientras sigas sin hablar no te irás de aquí – sentenció el detective y se sentó en la silla frente a Santa.
- Hijo, soy Santa, ¿cómo crees que yo pudiera hacer algo así?.
- Si eres capaz de no llevarle una bicicleta a un niño que se portó bien todo un año - apuntó la lámpara a la cara de Santa - te creo capaz de todo.
- Yo estoy dispuesto a decirle todo lo qué pasó, ¿qué quiere saber? – dijo santa, intentando acelerar su salida de ahí.
- ¿Por qué mató al anciano? – preguntó el detective.
- Yo no lo maté – dijo santa, cada vez más preocupado – así lo encontré.
- Cuéntame.
Capítulo 2
Estaba haciendo mi ruta normal, todo iba según lo planeado hasta que llegué a esa casa. Era una casa muy grande, con una gran chimenea, lo que claro, me facilita el trabajo. Comencé a bajar con la ayuda de Eglantine y cuando… - ¿con la ayuda de quién? – interrumpió el detective. Eglantine es mi duende – contestó Santa – entregar tantos regalos no es fácil por lo que Eglantine siempre me acompaña sin chistar. Todo estaba oscuro, excepto el árbol, que tenía las luces encendidas, así que avancé y comencé a poner los regalos. En cuanto terminé me dirigí nuevamente a la chimenea pero justo a un lado del sillón vi un plato de galletas. La señora Claus dice que si quiero vivir otros 1000 años tengo que comer cosas más sanas así que me tiene a dieta. Entonces aproveché la oportunidad y me acerqué para comer, ¡pero imagine mi sorpresa cuando llegando al sillón me di cuenta que ahí estaba alguien! Fue tal el susto que de un salto tiré el plato de galletas y caí sobre una mesita, la rompí y pues hice mucho ruido.. Me levanté para correr esperando que quien estuviera sentado no me hubiera visto pero justo al llegar a la chimenea noté que la persona sentada no había reaccionado a todo el alboroto. Me detuve un momento a pensar que tal vez se trataba de un maniquí o algún tipo de broma de un niño. Fue en ese momento cuando la luz se encendió y vi al niño parado en la puerta, no podía creer que un niño me hubiera visto y me quedé congelado. El niño gritó y fue cuando volteé a ver lo que veía el niño, que resultó ser un cadáver sentado en el sillón.
Eso es todo detective, se lo juro – finalizó Santa.
Capítulo 3
- ¿Qué clase de ridículo nombre es Eglantine? - gruñó Ramírez.
- Es un nombre élfico - respondió Eglantine con voz aguda.
- Como sea, ¿por qué mataste al viejo?.
- ¿Qué? Yo no maté a nadie.
- No lo sé, Santa dice que él no fue y casi te culpó a ti.
- Ese panzón… - dijo entre dientes.
- ¿Qué? - gruñó Ramírez.
- Trabaja un día al año y se queja de estrés.
- Así que tú y Santa no se llevan bien.
- Seguro usted con su jefe se lleva de maravilla - Ramírez lo miró fijamente.
- De acuerdo, entiendo tu punto.
- Cuéntame qué pasó.
- Como Coordinador de logística y transporte…
- ¿Qué? - Ramírez rió.
- Es mi puesto - dijo con los dientes apretados.
- Siga, perdón por interrumpirlo señor Coordinador de logística y transporte - se burló
- … Mi trabajo es trazar la ruta para la entrega, la carga y descarga de los productos juguetosos y cuidar los tiempos, entre otras cosas. Cuando llegamos a la casa ayudé a Santa a bajar por la chimenea y vi que tardó mucho en subir, cuando iba a bajar a buscarlo escuché un grito y después otro. Bajé corriendo y me encontré un niño revisando a Santa que se había desmayado. El niño había llamado a emergencias, llegaron ustedes y es todo.
- ¿Entonces Santa lo mató?.
- No podría.
- Sé que es tu jefe pero mira yo tenía un jefe, -murmuró el detective - parecía muy serio y todo pero en la fiesta de fin de año se tomó unas de más,y junto con Bety, de contabilidad…
- No, no es por eso. Santa es un ser mágico, lo que él haga no afecta a los humanos.
- Otra vez con eso de la magia.
- Somos seres mágicos…
- Sigue siendo sospechoso.
Capítulo 4
- ¿Por qué nos interroga a nosotros? - preguntó el señor Aguilar - ¿no debería estar interrogando a ese gordo?.
- Asesino - completó la señora.
- Necesitamos saber todo lo qué pasó.
- Detective, estábamos dormidos.
- ¿Qué hacía el abuelo en la sala a esa hora?.
- Solía leer ahí, seguro se quedó dormido, no sé.
- ¿Cómo se dieron cuenta de lo que pasó?.
- Escuché un gritó - contestó la señora - era César, después escuché otro grito, de un hombre.
- Así que me dio un codazo para despertarme - se quejó el señor.
- No seas niña, apenas te toqué.
- Dile eso a mi moretón.
- Ese en tu cuello no lo hice yo.
- Ya te dije que eso fue pelotazo.
- Ok, no nos desviemos señores - gruñó Ramírez - ¿Qué pasó después?.
- Bajamos las escaleras y… bueno, fue raro.
- ¿Raro? ¿Por qué? - preguntó Ramírez intrigado con la nueva pista.
- Pues - el señor Aguilar lo miró extrañado - el abuelo estaba muerto, nuestro hijo intentaba darle RCP a Santa Claus y un duende salía de la chimenea.
- Claro… raro - se puso serio.
- ¡Ramírez! - entró gritando otro oficial.
- ¡Demonios, Fuentes! ¿Estás loco? Casi tiro mi café.
- Ramírez, no lo vas a creer - su cara mostraba asombro.
- Dilo ya.