Cumpleaños

Sopla la vela en el pastel la de los cabellos rojizos, rodeada de toda su familia y de los pocos amigos que tiene, su sonrisa contagia a los demás, disfruta lo más que puede.

—Mírala como disfruta, que bonita es, ¿no crees Inés?

— Ha crecido tanto, de eso no hay duda alguna, Aguirre.

— Éste será el último pastel que coma. No quiero ver cuando pase "eso", ningún padre que ame a sus hijos lo quiere ver.

— Es inevitable querido, así tiene que ser. Vayámonos, creo que será ésta noche su partida, y la nuestra también...

Aquellas siluetas fantasmagóricas de aspecto anciano, pálidos y de ojos azulados, salen atravesando la puerta de la mansión. Ambas almas tristes y al mismo tiempo aliviadas, su hija Flor estaba a unas cuantas horas de dar el respiro que detendría su corazón por toda la eternidad. 

Aguirre volteó hacía la ventana donde estaba reunida la familia de su hija, la cual había formado en su juventud. Ellos recordaron cuando ella abrió los ojos por primera vez, sin embargo, no querían estar presentes cuando los cerrara.

Siguieron caminando hasta llegar al jardín, en ese lugar se encontraron con Fernando, el difunto esposo de Flor...

— Ve con ella, no falta mucho. Pronto volverán a estar juntos— le dice Inés.

— No le digas que hablamos contigo, es mejor de esa forma. Ahora les tocará a ustedes velar por sus hijos, aunque estos no se den cuenta, así como nosotros hicimos con nuestra hija. Ella tendrá miedo querido yerno, ya ve con ella. Es hora de que nosotros dejemos éste mundo terrenal...