Historias Horribles

Perdido

El sendero era terroso, el viento hacía que se elevase la polvareda, a lo lejos se divisaba una montaña rocosa, era tan grande parecía que estar a unos cuantos metros adelante, la cúspide se cubría de nubes y niebla. Los rayos de Sol quemaban la piel, la soledad era fascinante.

Sin aviso y haciendo exaltar al sujeto que se encontraba en ese lugar, dos perros se toparon en su caminar; uno de color marrón y otro color blanco con manchas negras, ambos se veían corrientes, sucios, viejos y emanaban la rabia. Se quedaron frente suyo ladrando, atemorizado quiso pensar que muy cerca de ahí andaba su dueño y él los detendría, sin embargo, no fue así. En ese lugar no había ningún alma o algo a qué llamar hogar, pasto y trigo al infinito nada más.

Los animales dejaron de ladrar y se retiraron, adentrándose a los pastizales de trigo, pero antes de eso, giraron la cabeza lentamente, con miradas coléricas lo invitaron a seguirlos. Así es como se desvió de su camino...

El tiempo se detuvo, caminar a lado de las dos bestias le pareció eterno, el Sol no se movía del mismo lugar, el viento no dejaba de soplar, él de dirigía hacía la montaña, sin ver la hora de llegar a las faldas de ésta. Su desesperación era evidente, además estaba agotado, cada vez que intentaba detenerse, el perro marrón comenzaba a ladrarle, en un momento de frustración lo llegó a patear muy fuerte en el hocico, pero su otro compañero lo defendió, terminó por morder la mano izquierda del tipo hasta que le sangró.

Las cosas se calmaron, y ya resignado, siguió adelante. Poco tiempo pasó para que el clima cambiara notoriamente, sintió la brisa en la cara, y en un parpadear frente suyo estaba una gran pared rocosa que se elevaba hasta el cielo, era una parte de la montaña. Los perros que lo acompañaron ya no los vio. Empezó a rodear la montaña, sus dedos tocaban la roca, casi como si fuese una mujer, hasta que halló una cueva. No era de gran tamaño, pero lo suficiente para poder agazapar, tuvo la necesidad de entrar por muy estúpido que fuese esto. Ya muy en el interior, un hoyo profundo obstruyó su avance, y antes de que se volviese, una mano lo empujo y cayó dentro del hoyo. Cerró los ojos, sólo para esperar a que terminasen los golpes y raspones.

En breve ya no había golpes ni raspones, sintió vértigo y para su sorpresa se encontraba cayendo desde el cielo, traspasando las nubes. Veía el paisaje verde bajo suyo, así como el río que pasaba en medio de la jungla, sin mencionar la sofocación de sus pulmones por tanta presión de aire.

Se rompieron sus costillas y piernas al caer de forma estrepitosa en una balsa de madera, la caída no le dio la muerte. Se quedó por buen rato gimiendo y gritando de dolor hasta que sus cuerdas vocales ya no pudieron más. Luego hubo tranquilidad, sólo se escuchaba la corriente del río y la sangre borbotando de sus extremidades, con la sensación de ser observado. Al final, la balsa siguió lentamente su curso…



#2706 en Terror
#44687 en Novela romántica

En el texto hay: misterio, amor, suspenso

Editado: 03.02.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.