— ¡Desgraciado, rastrero y malnacido seas Fernando de Burian, hoy mismo te ahogaras en tu maldita sangre!— Hacía tiempo que el infante Gaspar de González era humillado por su compañero Burian, la última fechoría de éste fue robar, torturar y colgar hasta la muerte el pequeño perro Schnauzer que Gaspar tanto quería, un regalo de su difunto padre, antes de ser fusilado.
Con piedra en mano, el joven pisoteado se dispuso a ir donde residía su ruin compañero, en una lamentable vecindad, cabe mencionar que cada semana la nota roja daba reportes de descuartizados en ese barrio, no le extrañaba a Gaspar que por el lugar, fuese así de estólido Burian.
Cuando llegó al vecindario, vio que las viviendas eran de apariencia repelente, en el ambiente emanaba un olor a podredumbre, en medio de las casas se hallaba un gran lupanar, desde fuera podían escucharse las risotadas y gemidos de las putas con los imbéciles de doble moral. En frente de una casa, pudo ver 7 niños triscar con el cadáver de un perro, sin temor, Gaspar les preguntó por Burian, a lo que contestaron: "búscalo en la parte de atrás, vive con su puta madre" y echaron a carcajear.
— ¿Cómo es la casa? Guiarme alguien— pidió el jovencito a los niños. Al que apodaban " El Cerdo" accedió a guiarlo. Lo llevó por unas escaleras de metal en dirección hacia arriba, que daban al otro lado de la vecindad, parecía ser que el lugar era más grande de lo que parecía.
— ¿Eres amigo del "hijo de puta"?— preguntó "El Cerdo", Gaspar le dijo que no, le explicó que venía para partirle cráneo— ¡oh!, bueno que lo dices, si hubieses contestado que sí, te habríamos azotado entre todos. Ve por el pasillo izquierdo, por ahí, debajo de las escaleras es donde vive.
Gaspar dio con una casa sin puerta, no pudo ver nada desde la entrada, solo oscuridad en el interior, con miedo entró. Pocos segundos pasaron para que una anciana, que gritaba con cólera, lo persiguiese hasta la salida. Su corazón latió con fuerza al ver la cara de la mujer; rostro acabado por la vida de placer mundano, vestida con harapos llenos de vómito. Con un poco de valor, le arrojó la piedra que aún traía en la mano en la cara.
— Que imbécil, en realidad es aquí arriba, ésta casa de color verde— En ese momento Gaspar sintió el impulso de golpear al gordinflón por haberle mentido, pero determinó no hacerlo. El niño lo dejó solo.
La puerta de la casa se encontraba entre abierta, armado de valor e ira ingresó. No pudo ver mucho en el primer cuarto, la luz que entraba de la ventana era muy débil, sólo dos sillones y una mesa cuadrada, el aroma del ambiente era de sudor ácido, de semen y líquidos vaginales; el "olor del sexo". En el segundo cuarto esperaba encontrar a Burian, pero no fue así, en vez de eso encontró un montón de cintas de película tiradas por el suelo; con lo que había visto momentos antes, el jovencito sabía muy bien que la madre de su humillador era una ramera, y que, era de intuir que eran cintas pornográficas. "Con tanto material a la mano, será buena idea llevarlo y exponerlo a los compañeros de la escuela" pensó, cada uno de los bastardos humillaran a Burian, y así, consumaría su venganza.
Tomó unas cuantas cintas, y antes de que se retirase pisó algo, una fotografía; pudo ver que se trataba de una hermosa chica, en la parte detrás decía "Santa"— tal vez sea el apodo de su madre— cogió la foto. Para la sorpresa de Gaspar, una figura femenina se hallaba recargada en la puerta de la entrada...
— Puedo percibir que vienes por mi hijo, no me extraña chiquillo, no es la primera vez que uno de sus compañeros quiere golpearlo— dijo la mujer con una voz aguardentosa y al mismo tiempo dócil. La dama, que llevaba consigo un vestido blanco, dio una mirada y pudo ver en las manos de Gaspar las cintas que había robado— ¡al parecer no vienes solo por Fernando, si no también por mí ja ja ja! Dime, ¿cuál es vuestro nombre infante?— el jovencito no contestó.
—... Perdona a mi hijo, es culpa mía de haberlo... de haberlo... — quedó sin palabras la mujer.
— ¿De haberlo maleducado?— interrumpió Gaspar.
—... De haberlo engendrado... Al igual que tú lo aborrezco, sin embargo, su concepto hacía mi es de "madre ejemplar". Mi muchacho me ama, tanto que, todos los días después de la escuela, se va a trabajar y llega hasta el anochecer, dizque para sacarme de aquí. Pero yo ya estoy podrida, asimismo, soy la dueña de éste sitio, ergo él no lo sabe...
— Siendo sincero señora, vine aquí a partir el cráneo de su hijo, hasta la muerte— la mujer le dijo que también eso ha deseado hacer— Cuando una madre no ama a sus hijos desde el primer momento en que los ve nacer, nunca lo hará en su vida.